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Las sombras y las luces de la maternidad

Valiéndose de acuarelas, la artista Adriana Ciudad cuestiona la idea romantizada de traer una vida al mundo. 

 

 

LA ARTISTA peruano-alemana Adriana Ciudad (Lima, 1980) siempre ha trabajado de la mano de aquello que, en su vida emocional, realmente le atraviesa el alma. Como lo hizo un duelo, por ejemplo. O como la maternidad, que es, justamente, el eje de reflexión en su se- rie Sentir la propia sombra, compuesta de acuarelas y poemas. La muestra estará exhibida en la galería Espacio Continuo de Bogotá hasta el próximo 1 de junio.

 

Bellísimo, confuso, abrumador, amenazante, gratificante, precioso, solitario, retador. Estas son adjetivos recurrentes para describir el proceso de gestar, reflejado en este conjunto de obras que bautizó en consonancia con “Arandu ka ‘atu”, un concepto guaraní que significa: “Aquel que logra sentir su propia sombra”. La muestra cuestiona, gracias a códigos visuales, poéticos, la narrativa idealizada en torno a ser madre; sacude preconcepciones como aquella de que la maternidad es innata y siempre gratificante para quien la vive. Al contrario: como consta en las obras, existen sombras en el reconocimiento entre la progenitora y su hijo, desafíos profundos que comienzan en el embarazo y continúan en la crianza.

Ciudad, graduada de Maestría en Bellas Artes en la Universidad de las Artes de Berlín, ha manifestado anteriormente que “lo personal es político”. Y así también lo confirma Florencia Portocarrero, curadora de esta obra, cuando dice: “Desde la densidad de un presente que hereda la castración sexual femenina de raíz judeo- cristiana, las obras de Ciudad se presentan como geografías emocionales en las que la sensualidad del entorno natural abre el camino hacia la emancipación de las fuerzas reproductivas del sujeto madre”.

Con Sentir la propia sombra, Ciudad también busca desaprenderse de la lógica occidental con la que fue criada y adentrarse en otras concepciones del mundo, aquellas que la atan más a la naturaleza y a culturas ancestrales ligadas a esta última. Las obras describen un univer- so. Y, en él, madres e hijas e hijos habitan sus rincones de mil y una manera. 

 

A los pies de Chingaza

Este proyecto, que lleva la arquitectura sostenible a un nuevo nivel, se construyó de la mano con el paisaje. 

 

EL ARQUITECTO Daniel Feldman llevaba años investigando cómo habitar las inmediaciones del páramo de forma respetuosa y sostenible cuando uno de sus clientes le pidió diseñar una casa ubicada allí: en el bosque alto andino, justo al exterior del Parque Nacional Natural Chingaza, hacia el frente que da al municipio de La Calera.

Así se concibió la Casa en el Páramo, como la denominó ZITA, el taller de arquitectura y diseño urbano creado por Feldman en 2018. Para construirla, se tomaron todo tipo de precauciones debido a la fragilidad del entorno natural. Por ejemplo, fue prefabricada en un taller ubicado en Cota, Cundinamarca, por la empresa CPM, de tal manera que se pudiera transportar al terreno ya construida y, allí, ensamblarse únicamente con tornillería. De esta manera, se generó el menor impacto posible en el ecosistema, al que no ingresó ningún tipo de maquinaria pesada.

Un colegio que abraza la montaña

 

CON LAS IDEAS DEL ARQUITECTO SIMÓN HOSIE, CREPES & WAFFLES REUBICÓ, DISEÑÓ Y CONSTRUYÓ UN COLEGIO PÚBLICO EN CAJAMARCA, TOLIMA.

EN 2017, el famoso restaurante colombiano agregó arracacha y limón mandarino a su menú. Y encontró esos productos en Cajamarca, en el departamento de Tolima, a menos de una hora de Ibagué. Ese primer vínculo devino pronto en una alianza entre el municipio, el Ministerio de Educación Nacional, la Agencia de la Renovación del Territorio y la compañía; una relación que, eventualmente, tomó forma física: la Institución Educativa La Leona, un plantel entregado de manera oficial en septiembre del año pasado.

El colegio estaba ubicado desde hacía aproximadamente 50 años en una zona de riesgo debido a su cercanía con la quebrada Carrizales. Gracias al mecanis- mo de obras por impuestos —que permite invertir recaudo en infraestructura educativa rural—, Crepes & Waffles co- menzó por reubicar a La Leona en un área geológicamente segura y resiliente frente a los embates del cambio climático.

La segunda etapa fue el rediseño y construcción del plantel. Ese proceso estuvo a cargo de Simón Hosie, un arquitecto apasionado por la sostenibilidad y la responsabilidad social, entre cuyos reconocimientos se cuenta el Premio Nacional de Arquitectura (2004), y el Reconocimiento a la Sostenibilidad (2014). La carrera del bogotano ha estado enfocada en mejorar la calidad de vida de comunidades vulnerables o afectadas por la violencia. En Cajamarca, como en sus demás diseños, Hosie fundamentó su propuesta en la cultura local, en su historia y en el paisaje montañoso que rodea el predio, el cual está acompañado de una vivienda campesina. 

Fotos: cortesía Andrés Valbuena / Río Representa

Trazos orgánicos


Lo que la naturaleza nos enseña sobre estética: esa es la fuente creativa de la arquitecta y diseñadora Susana Garavito. 

“SIEMPRE SENTÍ mucha curiosidad por saber hasta dónde podía llevar mi creatividad”, explica Susana Garavito, la arquitecta colombiana que, en 2019, fundó Basalto Studio, en el barrio El Nogal, de Bogotá. No es gratuito que el nombre de este proyecto de diseño, interiorismo y arquitectura esté inspirado en una piedra volcánica: toda la creatividad que fluye allí —desde los bocetos en libretas de dibujo hasta los renders finales de cada idea— está enraizada en la naturaleza: en sus materiales, dinámicas y procesos. Esa es la fuente de información fundamental para Susana en cuanto a texturas, colores y estructuras.

Así, las obras creadas en el estudio son muy distintas entre sí, pero guardan una relación: la capacidad de transformación. “La naturaleza nunca es estática y yo he querido que nuestras piezas tampoco lo sean; incluso, deseamos que sea posible interactuar con ellas”, comenta la arquitecta, graduada de la Pontificia Universidad Javeriana y con estudios en Milán y Florencia (Italia). Esto está reflejado en las columnas Solé, por ejemplo: unas estructuras que se pueden desarmar hasta cierto punto y cuyas piezas restantes pueden convertirse en una mesa auxiliar.

La renovación y el diseño interior también hacen parte de la propuesta de Basalto Studio, como consta en residencias privadas de Bogotá —en los sectores de Bosque Medina, Cabrera, El Nogal y Antigua—, así como en espacios públicos como los restaurantes LEO —donde se encuentra su lámpara Endless Balance— y Debora —construido y diseñado bajo una sensibilidad nórdica—.

El gran diferencial de Basalto Studio no solo está en sus diseños, sino en la solidez de criterio y filosofía de su creadora. Garavito construye mundos únicos para sus clientes, y lo hace, como ella misma dice, “desde la mente y el alma”.

Fotos: Mónica Barreneche / El Buen Ojo y Camilo Forero

El MAT cumplió 20 años

LA COLECCIÓN PERMANENTE DEL MUSEO TOLIMENSE RELATA TODOS LOS PERIODOS DEL ARTE NACIONAL. LA CURADURÍA DE SUS MUESTRAS TEMPORALES ES IGUAL DE CUIDADOSA.

EN UNA ESQUINA del tradicional barrio Belén, de Ibagué, está anclado el Museo de Arte del Tolima (MAT). Esta institución se ha convertido, tras 20 años de trabajo, en el foco principal de la plástica en la región y, asimismo, en un elemento clave dentro de su oferta turística. Cada año, miles de personas acuden a la capital departamental atraídas por su nutrida vida cultural —en la que se destacan sus festivales de música—, por las rutas de observación de aves, y por una creciente escena gastronómica de alta calidad. Y, ahora, también, por el museo.

Inaugurado en diciembre del año 2003, fue una iniciativa del artista ibaguereño Darío Ortiz Robledo. El empeño de este último contó con el apoyo de la gobernación del Tolima, y de un pequeño grupo de gestores, entre los que se encontraban el pintor Julio César Cuitiva y la fotógrafa María Márgareth Bonilla, su actual directora.

Este centro cultural se ha caracterizado por tener una oferta curatorial cuidadosa, sólida. Además, ha consolidado una colección permanente portentosa que hace un recorrido por los periodos históricos de la plástica nacional, desde esculturas y cerámica precolombina hasta piezas de arte conceptual de Doris Salcedo y Antonio Caro. Asimismo, incluye obras icónicas de Epifanio Garay, Acevedo Bernal, Enrique Grau, Fanny Sanín y Guillermo Wiedemann, entre muchos otros.

El MAT se enorgullece, sobre todo, de un público fiel, siempre atento a los eventos que se realizan gracias al apoyo constante de la Gobernación y, en ocasiones, del Ministerio de Cultura y el Museo Nacional.

FOTOS: CORTESÍA MAT