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  • ¿Cómo les fue con aquello de ‘reinventarse’ por la pandemia?
SYLVIA Ramírez dice que su infelicidad la motivó a estudiar, durante diez años, todo lo relacionado con la felicidad. Trabajaba como abogada y era exitosa, estaba casada y su marido no tenía tacha. En resumen, tenía una vida perfecta. Sin embargo, esta le resultaba ajena. Tanto así que, en 2012, decidió saltar al vacío sin plan alguno: “Renuncié a mi trabajo, renuncié a todos los clientes y cambié de estado civil, todo en quince días, movida por una idea que me liberó mucho: está bien si a uno no le gusta lo que debería gustarle”.
*Artículo publicado en agosto de 2020. 
 
 
Reconocido por su disciplina, este barranquillero se ha convertido en uno de los nuevos talentos de la música urbana con mayor proyección de la época. Su más reciente lanzamiento llega bajo el sello Neon16, la incubadora de talentos que ha tomado la dirección de su carrera musical, y la compañía musical Interscope. 
 
 

Sin los objetos las sociedades no podrían alimentarse, comunicarse, entretenerse, expresar sus impulsos creativos, etc. Si bien generalmente hacen parte de la escenografía de nuestra existencia sin que les prestemos necesariamente mucha atención, la importancia de algunos de ellos se evidencia en situaciones particulares. Solo imaginemos tratar de clavar una puntilla sin un martillo o el desasosiego experimentado al constatar que dejamos el celular en casa.

NO CONOCÍA el cine. Nunca se había parado frente a una cámara. Aun así, Antonio Bolívar estuvo a punto de ganar un Óscar al encarnar a Karamakate, un poderoso chamán que guio al etnobotánico
EN EL imaginario colectivo que ha creado el cine a lo largo de su historia, asociamos la figura del vaquero con aquel hombre que, montado en su caballo, recorre unas llanuras inmensas. Su figura se ve a lo lejos, cerca del ocaso, con un sol que, como telón de fondo, brilla con fulgor. Jinete y caballo avanzan desafiantes hacia una cita, como en el viejo western. A la hora señalada, deberán saldar una deuda o cobrar venganza.

Además de los episodios que dieron notoriedad a la isla durante las expediciones  de Pizarro y Almagro en el Pacífico, su nombre volvió a estar en primer plano en el siglo XVII, cuando fue usado para designar un poblado costero creado por españoles: la ciudad - puerto de Santa Bárbara de la Isla del Gallo, fundada en 1631.