“No se trata de vestir algo bonito: cuando colaboro con un diseñador hago un performance. Le pedí a Jonathan Anderson, de Loewe, que hiciera una pieza con plumas en los colores de la bandera colombiana. A eso le llamo lujo, es realmente estupendo”, sostuvo Swinton.
6 de Septiembre de 2021
Por:
Janina Pérez Arias*

Revista Credencial habló con la ganadora de un Óscar acerca de su más reciente proyecto: Memoria, una historia que moldeó y que luego rodó en nuestro país de la mano del tailandés Apichatpong Weerasethakul.

 

 

"Colombia fue la última pieza del rompecabezas": Tilda Swinton

UNA PULSERA DELGADA con los colores de Colombia adorna la muñeca derecha de Tilda Swinton (Londres, 1960). Este país se le había quedado prendado mucho antes de rodar Memoria, la película del tailandés Apichatpong ‘Joe’ Weerasethakul que ganó el Premio del Jurado en la 74° edición del Festival de Cannes.


Espigada y de piel casi traslúcida, de Tilda emana una calidez sincera que no todas las celebridades están dispuestas a transmitir: para conversar con franqueza, a la angloescocesa le gusta despojarse de todas las máscaras. Actriz, modelo, artista, activista, productora, inquieta y curiosa, es toda una experta en las transformaciones del Séptimo Arte y ha navegado con osadía los diferentes géneros del cine, desde el más experimental y transgresor hasta el de los filmes de grandes presupuestos y de digestión ligera. Su talento ha sido reconocido: su rol como Karen Crowder en Michael Clayton se tradujo en un Óscar a mejor actriz de reparto en 2008, y se ha puesto a las órdenes de los hermanos Coen, Jim Jarmusch, Sally Porter, Wes Anderson, Lynne Ramsay, Luca Guadagnino, Bong Joon Ho y David Fincher, entre otras leyendas.

Frente a frente, así como ocurre cuando sale en la pantalla grande, Tilda Swinton deja  una impronta. Para la muestra, la conversación que tuvo con REVISTA CREDENCIAL en Cannes.

¿Cómo se gestó la alianza con Apichatpong Weerasethakul para gestar Memoria?
Conocí a Joe en el Festival de Cannes de 2004. Yo formaba parte del jurado y él presentaba Tropical Malady, esa fue la primera vez que tuve contacto con su mundo. Siento una gran afinidad hacia realizadores que parten de la idea del “¿por qué no?”, y Joe es uno de ellos. Su trabajo abarca muchas de mis cosas favoritas como el sueño, los perros, el fuego, la naturaleza y los llamados ‘oyentes fronterizos’. Mantuvimos una especie de correspondencia parecida a las citas online (se ríe). Y nos dimos cuenta de nuestras afinidades, por 
lo que comenzamos a trabajar juntos. La idea de una persona que tiene la sensación de vivir en un limbo, de estar como dislocada en su existencia fue el germen de Memoria. Teníamos un rompecabezas y la última pieza fue Colombia.

¿Cómo se convirtió Colombia en esa pieza clave?
Es curioso. Recuerdo que cuando era adolescente y leí por primera vez a Gabriel García Márquez con su realismo mágico, me pregunté, ¿por qué no suspender el tiempo, el espacio, la mortalidad? Ese es un lugar que me encanta explorar y de hecho lo he trabajado de diferentes maneras. Para Memoria buscábamos un sitio desconocido en el que Joe y yo fuéramos extranjeros. Nuestra búsqueda no fue sistemática, más bien fue intuitiva: queríamos un lugar con una especie de reverberación y una relación con el trauma, no solo como sociedad sino también en conexión con la tierra, similar a Tailandia. La búsqueda continuó hasta que Joe fue al Festival Internacional de Cine de Cartagena, que es un festival extraordinario, entonces me llamó y me dijo: “Es Colombia”. Cuando yo también 
fui a Cartagena entendí su certeza. Durante estos años ocurrieron además algunas cosas en nuestras vidas que incluimos en la película. Ambos sufrimos de insomnio, lo cual te lleva a un estado de extrañeza, a veces te preguntas si eres un fantasma que deambula, otras si eres una sombra; Joe también padeció del síndrome de la cabeza explosiva. El entorno y la atmósfera que rodea a Jessica Holland (el personaje de Swinton en Memoria) se construyó con todo esto. Durante el rodaje en 2019 pensábamos que estábamos haciendo una película sobre el pasado, pero ahora nos damos cuenta de que es una historia sobre el trauma actual.

Como actriz sueles dar más del 100%, ¿de dónde sale toda esa energía?
De la conversación con mis colegas, también del intercambio de impresiones con periodistas, críticos y con el público. Mi cerebro comienza 
a funcionar o se me ocurren ideas cuando estoy en conversación con otras personas, por lo que soy más receptora y colaboradora que creativa. Este no es un trabajo en solitario, y creo que es una de las razones por las cuales siempre me divierto. He dicho reiteradamente que no soy actriz porque no estoy interesada en actuar, en realidad no sé nada de actuación, nunca me entrené para ello. He leído y escuchado a actores y actrices de formación concluir que no rendimos culto en la misma iglesia. Esto prefiero decirlo yo antes que ellos (se ríe).

Y, entonces, ¿cómo fue que caíste en esta actividad?
Fue por algo parecido a un error. Yo era poeta, entré a la universidad como tal, pero al llegar allí me sentí abrumada e intimidada por la gran cantidad de lecturas. Entonces abandoné la escritura. Tenía amigos que estaban muy interesados en el teatro y participaban activamente en montajes, aunque sabía que el teatro no era lo mío. A la vez, sentía un gran interés hacia el cine, pero en Cambridge no ofrecían ese tipo de cursos. De hecho, tuve una sensación bastante agridulce cuando muchos años más tarde me invitaron a abrir el departamento de cine en esa universidad: sentí un conflicto, ya que estaba encantada, pero al mismo tiempo me dio mucha envidia (se ríe). Cuando acabé de estudiar conocí a Derek Jarman, quien ocupaba un lugar único en la cinematografía en Londres a mitad de los 80. Con él tuve una sintonía perfecta; al conocerlo sentí haber hallado el mundo en el que quería estar, y fue Derek quien me dio la oportunidad de desarrollar una especie de interpretación que no es actuar. Esa sintonía que tuve con él es muy parecida a la que tengo con Joe.

El escritorio te sigue esperando...
¡Gracias por recordármelo! (se ríe). Después de cada ofrecimiento para trabajar en una película me decía: “Hago esta y luego volveré a escribir”. ¡Así ya he estado treinta y tantos años! He empezado a escribir de nuevo, aunque no escribo poesía, más bien prosa y ensayos, pero no lo hago tan a menudo como me gustaría.  



 

  • UN PAÍS EN MOVIMIENTO 

Rodada entre Bogotá y Pijao, Memoria es una coproducción de diferentes países que llevó a Colombia a la alfombra roja del Festival de Cannes. El reconocido ‘Joe’ Weerasethakul –que ganó la Palma de Oro en 2010– cuenta que lo primero que le impresionó de Colombia fue el paisaje, pero también una sensación de movimiento continuo, algo que le resultó “impresionante e inspirador”. El tailandés tuvo en Tilda Swinton (también productora ejecutiva) a una cómplice de largo aliento. En Memoria, Swinton interpreta a una cultivadora de orquídeas radicada en Medellín pero que se encuentra viajando por el país y que sufre de un extraño síndrome sensorial. Junto a Tilda forman parte del elenco los colombianos Elkin Díaz y Juan Pablo Urrego, el mexicano Daniel Giménez Cacho y la francesa Jeanne Balibar.

A pesar de estar a miles de kilómetros de distancia de Tailandia, Apichatpong Weerasethakul halló muchos lazos de conexión entre su país y Colombia. “La resiliencia, la fortaleza y fuerza de la gente”, identifica como factores comunes quien puso todo su empeño en conocer lo que significa vivir en Colombia. 

* Periodista de cine radicada en Alemania. 

*Artículo publicado en la edición impresa de agosto de 2021.