Foto cortesía Espiral 7
Foto cortesía Espiral 7
22 de Enero de 2023
Por:
Catalina Uribe Tarazona

Ocho artistas vallunos se agruparon para fusionar la música del Pacífico colombiano con rock, salsa, jazz y funk. La banda suena fuerte en el movimiento 'neocaleño'.

TAGS: Colombia, Música

La resiliencia sonora de Espiral 7

 

*Artículo publicado en la edición impresa de enero de 2022.

Espiral 7 nació en 2015 de la mano de Harlinson Lozano y Andrés Sánchez. ¿Cómo fue el proceso para hacer realidad la fusión que tenían en mente?

Se dio en un encuentro en el que nos sentamos a explorar y a escuchar muchos artistas y buscar las conexiones entre los ritmos del Pacífico y los africanos. También a identificar similitudes con otras músicas del mundo como el jazz, el second line de New Orleans y todas las influencias que han llegado aquí a Cali: la salsa, el rock y la música andina, entre ellas. Tras muchas horas sentados escuchando atentamente y haciendo prueba y error –colocando colores desde la música, imaginando la combinación de los instrumentos– llegamos a ese sonido que nos gusta, pero que puede seguir evolucionando. Porque es lo que queremos: seguir evolucionando como la espiral en la que nada se queda quieto.

De esa idea de ofrecer una propuesta diferente surge lo que ustedes bautizaron como el “sonido neocaleño”. ¿En qué consiste?

 

En Cali se está viviendo un momento muy bello con respecto a la exploración del sonido, no solo a nivel musical sino también en el resto de las artes. Sentimos que es como una explosión de creatividad que está empezando a mover la ciudad y nosotros hacemos parte de esa explosión y de ese sonido al que bautizamos neocaleño. Además, llegó un punto en el que sentimos que estábamos un poco estancados en el sonido de la salsa y del recuerdo –que es muy lindo, nos ha enseñado y dejado mucho–, y teniendo en cuenta que estamos rodeados de nuevas generaciones de bandas y músicos dispuestos a proponer nuevas cosas, también nosotros teníamos que hacerlo. Entonces, nos dispusimos a lo mismo: a proponer un sonido propio que los caleños empiecen a reconocer, a enamorarse de él y, sobre todo, a apropiarse de él.

También han dicho experimentar con el afrolatin. ¿Este está incluido en el neocaleño o es otra propuesta aparte?

Cali es epicentro de las migraciones afro del Pacífico: del Chocó, del Cauca y de Nariño. Eso la ha convertido en un territorio muy poderoso en el que hemos podido disfrutar, aprender y recibir toda esta información. Hacer, aquí, música influenciada por estos ritmos del Pacífico y afrocaribeños da como resultado propuestas afrolatinas. De ahí el nombre de la fusión.

Ustedes describen su propuesta como un gran “sancocho de sonidos de Cali”. ¿Ha sido fácil mantenerse en una propuesta tan diversa?

No es fácil mantenerse en una propuesta que busca ofrecer tantos colores, que busca escapar de la monotonía, que busca contar historias de diferente tipo, no es nada fácil. Al contrario: nos ha costado bastante, pero creemos que es muy divertido ser diferentes y darle alternativas nuevas a la gente a la hora de escuchar música.

En Ciclos, su primer álbum, hay una canción que habla de guerra desde la experiencia de Harlinson Lozano. ¿Qué carga esa canción y cómo es, en general, la tarea de componer para ustedes?

Sí, esta canción, La guerra, es super especial para Harlinson porque describe una toma guerrillera que vivió cuando tenía nueve o diez años. Él intentó describir el momento y todo lo que sintió. Nuestro proceso de creación es variado: a veces Harlinson escribe las letras, propone las melodías y cuando las tiene va al encuentro con Andrés para terminar de darle forma, hacer el arreglo, ponerle los colores, producirla y llevarla hasta la grabación. Otras veces, Harlinson le pide a Andrés que toque la guitarra y que lo inspire con los acordes, él lanza una línea melódica y después pone la letra. Hasta ahora creemos que nos ha funcionado hacerlo así pero siempre estamos buscando nuevas formas de componer.


Dado el contexto social del que han sido testigos y protagonistas los integrantes de la agrupación, sus composiciones se inspiran en la naturaleza, el amor y una sana cotidianidad. Para conocer más sobre ellos se encuentran en Instagram como @espiral7_ y en YouTube como Espiral7.

Este álbum suena muy melancólico, o al menos así se siente. ¿Es intencional?

Ciclos sí tiene canciones que son melancólicas y que, básicamente, como dice Harlinson, te ponen a meditar. También tiene canciones alegres, pero igualmente encaminadas hacia la melancolía, el recuerdo, el desencuentro y el encuentro. Este disco representa, para nosotros, un mar de emociones que tratamos de plasmar en canciones.

¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje que han tenido al vincular su música con un contexto social difícil? 

Aprendemos a ser resilientes a través de la música, porque cuando nos ponemos a componer siempre removemos cosas que estaban guardadas, bien sea que lastimen o que den mucha alegría. También a contenerse y a plasmar las emociones en letras. Adicionalmente, a hacer de esas situaciones momentos de aprendizaje y de compartir con las personas que han pasado por circunstancias parecidas.

¿Cuál es la proyección a corto, mediano y largo plazo de Espiral 7?

 

A corto plazo es seguir lanzando nuestra música cada mes de aquí en adelante. A mediano, pensamos grabar el otro disco en el que ya estamos trabajando, aunque en este momento tenemos uno que no ha salido completo –apenas lo estamos lanzando por sencillos–, pero ya estamos montados en el siguiente para no parar de hacer música y sacarlo a finales de 2022 e inicios de 2023. Y a mediano-largo plazo la idea es tratar de llegar a más público: sabemos que hay pandemia, pero queremos empezar a proyectar el 2022-2023 para hacer giras y llevar nuestra música a mucha más gente.