Kelsey McKechnie, malt master en The Balvenie. Foto: cortesía The Balvenie
Kelsey McKechnie, malt master en The Balvenie. Foto: cortesía The Balvenie
10 de Abril de 2024
Por:
Diego Montoya Chica. IG: @chinocarajooo

Persisten las deudas del whisky con la mujer

 

Que hace décadas el whisky fuera concebido para un mercado preponderantemente masculino dejaba entrever la siguiente lógica patriarcal, dividida en dos: 1) He aquí una bebida de alta graduación alcohólica, identificable con un canon (ridículo) de hombre “fuerte”. Y 2) Dado que puede ser un líquido caro, este debe ofrecérsele a él (porque es quien tiene ingresos suficientes para pagarlo). ¿Qué es lo que no está mal en esos razonamientos?

A ello se adaptó el mercadeo y, entonces, las campañas publicitarias promovieron el estereotipo del hombre barbado y de expresión severa, bien masculino en su sillón de cuero, con vaso y cigarro en mano. Y a su lado, otro “ideal” quizá peor: el de la “mujer trofeo” que le acompañaba, más como objeto de deseo que como target consumidor.

Como era obvio, la industria del whisky entendió que se estaba pegando un tiro en el pie. ¿Temió el juicio ético de nuestro tiempo?, ¿previó el riesgo comercial de dejar de lado a la mitad de la población del planeta?, ¿o lo hizo por genuina convicción? El hecho es que dio un ‘timonazo’ en dos frentes: en el interno de la industria —sus capas gerenciales, operacionales, creativas, científicas y mercadotécnicas, campos en los que ellas ganan fuerza— y en el del público buscado. Este último es clave, porque alrededor de la bebida se teje cultura y, con ella, escalas de valores.

Emma Walker, master blender de Johnnie Walker, y Diane Stuart, a quien le debemos Naked Malt, me hablaron de dichas evoluciones. Ellas son parte de la adeudada ‘nueva era’ corporativa de las mujeres en el whisky, a la que pertenecen también, y entre otras: Kelsey McKechnie, malt master de The Balvenie; Kirsteen Campbell, master whisky maker en The Macallan, y Julieann Fernandez, master blender en Bunnahabhain y otras destilerías. Esas posiciones solían ser ocupadas por hombres.

Asimismo, las divulgadoras son clave —salud por @MujerDelWhisky— y a las catas asisten cada vez más aficionadas y expertas. Pero, ¿qué tanto ha calado ese empeño? Seguro que algo sí. Pero fíjense: una encuesta de OurWhisky Foundation, respondida el año pasado en 30 países, encontró que 70 % de las mujeres que hoy trabajan en la industria —muchas de cara al público— dicen haber sufrido acoso laboral; 87 % asegura haber encontrado más barreras en su labor que los hombres, y solo 16 % se siente representada en la publicidad. Y pregunte usted a su alrededor: es demasiado común que el whisky se identifique como “algo de hombres”.

 

Lo anterior me hace pensar que a los esfuerzos corporativos les toca multiplicarse. No para que se desarrollen productos únicamente para ellas y seguir fragmentando el ritual, sino para dejar atrás todo sexismo y disfrutar en comunidad. Y la afición, por su parte, debe hacer de este goce algo más atractivo para ellas.