La mirada social de Débora Arango

El Museo de Arte Moderno de Medellín inauguró una sala nueva con una muestra de la artista paisa. La selección es elocuente en el frente de la denuncia.

EL IMPACTO considerable que tuvieron numerosos artistas de mediados de siglo XX no se explica únicamente en la dimensión física, matérica de su obra, aún si muchas veces esta era supremamente novedosa. Y al mismo tiempo, el modernismo —que, en el arte, engloba una buena parte de lo ocurrido en esos años— tampoco estuvo sustentado enteramente en el frente conceptual, incluso cuando la crítica de varias latitudes casi que clamaba por ello. Lo que sí fue un paradigma era la manera en que los ‘modernos’ establecieron un diálogo entre esos dos frentes —forma y fondo—: con ello, cimentaron un destino para las artes, que ya no se entendieron más como lenguajes representativos sino, más bien, fundamentalmente interpretativos.

En América Latina, ese diálogo se puso, en buena medida, al servicio de la denuncia social. Y quizá no una ‘realista’ en el sentido estricto, periodístico si se quiere. Así como ocurría en la cinematografía italiana de la posguerra, dicha denuncia se daba, por el contrario, en la poetización de los códigos visuales.

Consabido es el caso de los muralistas mexicanos, que le presentaban al mundo su escala ideal de valores sociales, así como una exhibición del sufrimiento de diversos grupos poblacionales, todo ello en gran formato, con paletas y texturas acordes con su intención. Ahí es donde la obra de Débora Arango (1907- 2005) se inserta en el relato del arte nacional.

La artista nacida en Medellín tuvo, justamente, ese impacto: trasladó a códigos visuales interpretativos —color, textura, forma, luz, formato—, las emociones que le generaba un entorno social injusto. La maternidad en condición de pobreza, por ejemplo, era una veta que le suscitaba a Arango clamores diversos: la posición desventajosa de la mujer en esos contextos era uno de ellos, pero también el hambre sufrida, la orfandad consecuente y la prostitución como fracaso económico de la sociedad, entre otros.

Justo cuando Colombia se transforma gracias a sus reivindicaciones sociales, y cuando la mujer se batalla un merecido y adeudado lugar en el debate público y en el poder, el Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) seleccionó 20 obras de Arango —dos de ellas nunca vistas por el público, en el museo— que guardan relación con esas luchas. La muestra compone la exposición Débora Arango y la denuncia social, 1940 – 1958, con la que el MAMM inaugura, este mes, una sala de 87 metros cuadrados, completamente nueva, en el edificio de Talleres Robledo.

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