El Museo Romántico de Barranquilla conserva cerca de 20 mil objetos, cada uno de los cuales relata un episodio de la historia local. Su reto más grande: sobrevivir a las mareas financieras.
Abrir las puertas de esta casona construida hace un siglo es como iluminar el baúl de los recuerdos. O mejor: de lo que está a punto de olvidarse. Es visitar los rincones llenos de partituras, fotografías, trajes, documentos y memorias que, sin importar su antigüedad, mantienen la esperanza de ser conservados para siempre.
En ella vivieron, desde 1920, Clementina Strunz y su esposo Julius Freund, en ese entonces, cónsul de los Estados Unidos en Barranquilla. Fue heredada por las hermanas Carmen y Ester Freund Strunz, quienes la donaron hacia 1980 para que fuera un espacio de tradición y divulgación cultural de la ciudad.
Pero la mansión no ha sido ajena al paso del tiempo. En 2018 cerró sus puertas por falta de financiación y el deterioro no se hizo esperar. Sin embargo, a inicios de este año y gracias al trabajo de voluntarios, se reabrió esta joya patrimonial que, incluso cuando no cuenta con energía eléctrica, sueña con ser restaurada. Hoy tiene los brazos abiertos a donaciones y aportes que ayuden a salvaguardar las tradiciones de la Puerta de Oro de Colombia.