La otra cara del show
En Colombia, todos los días nace una estrella. Urbano, regional, pop, rock… No importa el género. Lo cierto es que fenómenos como Karol G, Feid y Blessd —que hacen parte del top 10 de artistas más escuchados en el país en 2023, según Spotify— no aparecieron por arte de magia. Ellos, al igual que muchos de los cantantes colombianos que hoy están en furor, trabajaron durante años para “salir a la luz”, y en ese camino nunca estuvieron solos.
Productores, arreglistas, mánager, técnicos de sonido, entidades de gestión de derechos de autor, promotores de eventos y sellos discográficos, entre otros, cumplen un papel esencial en la carrera de estos artistas y en toda la industria musical. Los últimos de esa lista tienen una tarea prioritaria: promover la música y la carrera profesional de cada talento.
“Un sello discográfico es una empresa que se dedica a apoyar y promocionar artistas. El apoyo es económico y estratégico: desde la creación musical, el mercadeo y la distribución de la música, así como lograr otros negocios importantes que pueden impulsar las carreras artísticas. Entre estos están las alianzas con marcas e influencers, entre otros”, explica Natalia Bautista, productora, y cofundadora de 5ta Récords, un sello de 5ta Estudio que, desde 2010, diseña, produce y graba música y sonido para artistas, empresas publicitarias y productoras audiovisuales.
Aunque las más populares son Sony Music, Universal Music y Warner Music, en Colombia hay una apuesta importante de sellos independientes o autogestionados que han permitido, no solo descubrir artistas de todo el territorio nacional, sino demostrar que la industria va más allá de sumar ceros.
Salir del modelo
Los primeros sellos independientes en Colombia se crearon a principios del siglo XXI. Polen Récords, Palenque Récords y Festina Lente se posicionaron rápidamente dentro de la escena musical, así como Llorona Récords, que nació en 2007.
“Nuestro sueño era apoyar a músicos que, sentíamos, representaban lo más auténtico de la música en Colombia y que, lamentablemente, no contaban con el soporte para mover su trabajo. El primer grupo que firmamos fueron Los Gaiteros de San Jacinto”, afirma Diego Gómez, fundador de Llorona Récords y Discos Pacífico.
Para ese momento, según Diego, la piratería había acabado con la venta de discos y el modelo de plataformas digitales aún no existía. “Nuestra apuesta fue crear un sello pensado como una fundación de gestión cultural. La estrategia era hacer un proyecto diferente alrededor de cada disco para el fortalecimiento de escenas locales. Queríamos que existiera una relación transparente y equitativa con los músicos y gestionar los recursos de maneras distintas”.
Aunque no hay cifras oficiales de cuántos sellos discográficos hay en Colombia, según la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), entre enero y agosto del 2022, el sector musical reportó 1.561 empresas activas en la capital. Según el informe, 96,7 % de ellas son microempresas; 2,4 %, pequeñas; 0,6 %, medianas, y tan solo un 0,3 % corresponde a grandes empresarios.
Además de productora y compositora, Natalia Bautista es mánager y trabaja en proyectos que impulsan la música hecha por mujeres.
El paso a paso
“Los artistas usualmente llegan a nosotros buscando un aliado para hacer realidad su visión sobre la música. Quieren asesorías para entender qué necesita su proyecto y hacerse camino en la industria. Además, necesitan alguien que pueda distribuir su obra de forma segura y profesional”, comparte la también compositora Natalia Bautista. Y añade: “En 5ta Récords, por ejemplo, brindamos un apoyo desde la composición, la producción, los arreglos, la construcción de planes de negocio y hasta pitch de marketing y distribución musical”.
En Llorona Récords, uno de los aspectos más importantes a la hora de trabajar con artistas es que su música se conecte con la narrativa del sello. “Revisamos su sonido y su concepto, construimos una visión conjunta de a dónde queremos ir y luego empieza un trabajo de estudio y producción musical. En paralelo, hay fotografía, video, diseño, hacemos un press kit, gestionamos prensa, revisamos el show en vivo, hacemos el booking de conciertos y hasta evaluamos cronogramas, presupuestos, etcétera. Es una relación de largo aliento si se quieren ver resultados”, expresa Gómez.
Después del arduo trabajo vienen las regalías, una de las principales fuentes de ingresos de estas compañías. Esto corresponde a un porcentaje de pago para los titulares de derechos de autor, sean compositores, artistas e intermediarios o, en estos casos, los sellos discográficos. Aquí se contempla todo el comercio digital en plataformas de streaming, descarga de música o formatos físicos como discos y vinilos, y hasta las reproducciones en radios y emisoras nacionales.
Diego Gómez ha sido dos veces nominado a los Latin Grammys por el disco De mar y río de Canalón de Timbiquí y Toño García: el último cacique de Los Gaiteros de San Jacinto.
Asumir los retos
Para Bautista, uno de los principales desafíos para los sellos discográficos son los presupuestos de mercado y promoción a los artistas independientes. “Muchos de ellos deben financiar sus propios proyectos durante años antes de ver un real retorno a la inversión. Para que un artista gane plata debe tener una combinación de varios factores: diferentes regalías que vienen de plays digitales, comunicación pública que implica tocar en vivo, y tener su música sonando en radio, entre otras. Esto es una realidad difícil para muchos proyectos y que hace que muchos desistan”, expresa.
Ambos productores coinciden en que otro factor al que se enfrentan sus compañías es el de encontrar un concepto propio y comunicarlo, lo que se conoce como la identidad musical: desde crear un storytelling a través de las canciones para que el público logre identificar al artista, hasta fortalecer su autenticidad para a su vez, generar recordación.
Un reto adicional, dice Gómez, es construir una relación de confianza y respeto con los artistas. “Nosotros trabajamos con gente que vive en contextos rurales o de ciudades pequeñas en donde la formalidad o los trámites administrativos no hacen parte de la cotidianidad. El proceso de crecer juntos implica aprender mutuamente, entender las diferencias y construir una visión en equipo”, explica.
Buscar espacios para la exposición y difusión del trabajo de artistas independientes no es tarea fácil ni en Colombia ni en el mundo. Sin embargo, plataformas como el BOmm (Bogotá Music Market), BIME, festivales de música, conversatorios y hasta espacios universitarios han venido fortaleciendo al sector, al punto de que empresas como Global Entertainment & Media Outlook de PwC, proyectan que las cifras de música grabada en Colombia alcancen los USD 76 millones para 2025, pues, según su informe, “los artistas colombianos siguen abriéndose paso en la arena internacional”.
Queda un largo camino para los artistas que sueñan con llegar a la cima. Sin embargo, los sellos discográficos están ahí para ello, conscientes —eso sí— de que para subsistir hay que firmar grandes talentos. “Se necesita firmar artistas prometedores que se terminen convirtiendo —concluye Bautista— en Bad Bunny, Karol G, Natalia Lafourcade y Morat”.