Cortesía Random House / Foto Grag Bal
18 de Abril de 2018
Por:
Redacción Credencial

Ganadora del IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana con La perra, la escritora caleña, que estará en FILBO 2018, habla sobre la novela y sobre su vida al pie del Pacífico, donde se desarrolla la historia.

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Pilar Quintana: “Yo quería hacer una historia de una persona buena que comete un acto terrible”

¿Qué cree que tiene La perra que tanto encanta?

Yo creo que cuenta una historia sencilla, con la que muchas personas se pueden identificar: es una historia de amor y desamor entre una mujer y su perra. Habla de emociones que son comunes a todos, como el amor de los padres, las ansias de libertad de los hijos o los desencuentros de la vida en pareja.

 

Es quizás un estudio sobre las emociones que alimenta el tedio. La rutina mínima y elemental que le sirve de combustión a las frustraciones de la vida. ¿Estamos en lo cierto?

Creo que La perra tiene muchas lecturas. Se puede leer como una fábula sobre la maternidad, un retrato sobre las comunidades del Pacífico colombiano, una historia sobre la libertad, la culpa o el abandono, una aventura en la selva o, como lo planteás vos, un estudio sobre lo que el tedio y las frustraciones nos puede llevar a hacer.

 

Uno lee sobre ese lugar en la playa en el que se desarrolla la historia, que se me asemeja a Juanchaco y Ladrilleros, y entiende que es un ámbito propio, no en el sentido romántico sino real; es decir, es un lugar en medio de la nada en el que no se espera que suceda nada, salvo la supervivencia. ¿Esa fue su experiencia en el Pacífico?

Absolutamente. Nunca me he sentido tan libre y a la vez tan atada como cuando viví en el Pacífico colombiano, libre de imposturas sociales y atada a los mandatos de la naturaleza: las mareas, los vientos, los ciclos de la Luna, la lluvia y los períodos secos. A veces sentía que mi único deber era mantenerme a salvo.

 

Esa imagen de los cachorros a los que a veces dejan que se lleve la marea hace pensar también en que es la vida y la muerte bajo reglas propias, ajenas a los decretos y a las normas jurídicas. ¿Algo parecido pensaba cuando escribía la novela?

Cuando escribí La perra traté de ser lo más realista posible. No quiere decir que el Pacífico de La perra sea el Pacífico real o verdadero. Es solo el Pacífico como yo lo vi y lo viví: un lugar hermoso y terrible, y tan aislado que allá operan otras reglas.

 

La escribió solo después de dejar el Pacífico. ¿Esa especie de apartamiento es necesario para hacer literatura?

Yo creo que sí, que siempre es provechoso poner distancia entre lo vivido y las ficciones. Me parece que solo así uno llega a entender, en su justa medida, lo que vivió y así puede reinventarlo.

 

¿Hubo textos o novelas que le inspiraron la historia de La perra?

Sí, tres: Yerma, de Federico García Lorca, El viejo y el mar, de Ernest Hemingway, y Temporal, de Tomás González.

 

Me parece muy curioso que entre tanta historia de violencia familiar motivada por el machismo exacerbado, usted describa un marido más bien noble, recio pero leal, duro pero compasivo, un alivio entre la soledad extrema de Damaris, la protagonista.

Yo quería hacer una historia de una persona buena, como Damaris, que comete un acto terrible. Asimismo, quise mostrar el reverso de eso: una persona no sé si mala, pero sí capaz de violencia, como Rogelio, que al principio de la novela le corta de un machetazo la cola a un perro, un hombre duro que tiene momentos de ternura.

 

Uno tiende a pensar que la selva pacífica es agresiva con el visitante furtivo, pero entiende en La perra que incluso para sus hijos la selva Pacífica es un lugar hostil. ¿Qué opina al respecto?

Opino que la selva no distingue. Es igual con todos, solo que los que la conocen han aprendido a respetarla y saben vivir ahí y cuidarse de ella.

 

¿Vislumbra alguna esperanza para los pueblos del Pacífico como los describe en La perra? O mejor: ¿será que nos hace falta comprenderlos antes de intentar transformarlos?

Por lo pronto necesitan lo mínimo: servicios públicos, servicios de salud, mejores colegios, derecho a la propiedad privada, que nos demos la vuelta y los miremos, ser tenidos en cuenta.

 

¿Qué significó para usted escribir La perra? ¿Fue un desahogo? ¿Una conclusión sobre una etapa de su vida? ¿Una necesidad interior?

La perra es un cuento que se convirtió en novela y es el texto fundacional de un universo narrativo más amplio que engloba a otros cuentos e historias como “Huesos y pelos” o “La rumba, son, palo muerdo”, que ya están publicados, y otros en los que estoy trabajando.

 

¿Y cómo ha madurado La perra después de publicada y en manos de los lectores?

Los lectores me han mostrado nuevas lecturas e interpretaciones, y así han enriquecido mi visión de la novela. Gracias a los lectores ahora puedo hablar con mayor amplitud de sus significados.

 

 

*Publicado en la edición impresa de marzo de 2018.