Foto: cortesía ASAC.
Foto: cortesía ASAC.
9 de Febrero de 2024
Por:
Janina Pérez Arias

 

A propósito de su rol protagónico en Memory, del mexicano Michel Franco, conversamos con la aclamada actriz estadounidense en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. 

Jessica Chastain: "Mis personajes conforman todo un tejido de vida"

 

Si existe una característica que defina a Jessica Chastain (Sacramento, California, 1977) es su sentido del riesgo. Poseedora de un inmenso talento interpretativo, no le van las esperas, ni las comodidades, ni mucho menos el encasillamiento. Desde los inicios de su carrera, a principios del 2000, Chastain supo canalizar sus esfuerzos combinando películas independientes con grandes producciones.

Tampoco le ha bastado convertirse en una de las actrices más cotizadas y reconocibles de Hollywood, un estatus que comenzó su escalada con Historias cruzadas —consiguiendo su primera nominación al óscar por su notable e inolvidable rol secundario de Celia Foote—, y con La noche más oscura, un polémico filme que le aseguró su segunda nominación a los premios de la academia por su magistral interpretación como la agente especial Maya.

De su inconformidad surgió la decisión de fungir como motor de proyectos propios. Tal fue el caso de la aclamada Los ojos de Tammy Faye, por la que ganó el óscar en 2022, un premio muy a la altura de los diez años de dedicación y de tozudez que le llevaron a sacar adelante esa película sobre la popular presentadora evangelista.

En esta entrevista, desarrollada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde presentaba Memory —su primera colaboración con el mexicano Michel Franco—, la risueña Jessica Chastain dejó claro que sus objetivos van más allá de la fama. 

 

La huelga de actores en EE. UU. evidenció numerosas dificultades en la industria, desde abusos hasta riesgos profesionales derivados del uso de la inteligencia artificial. Ha sido una de las pocas actrices que no tuvo miedo de denunciar ciertas prácticas; de hecho, le aconsejaron que no lo hiciera. ¿Por qué sigue siendo tan complicado hablar sin miedo? 

 

Muchos temen que, si hablan, luego se les tilde de “difíciles”. Tampoco quieren alterar el statu quo porque se reitera que nos sentimos muy afortunados de poder hacer lo que hacemos en esta profesión. A los actores, desde muy temprano se nos recuerda que somos reemplazables, y esto dificulta todo, aún más si empiezas a creértelo. ¡Yo simplemente no me lo voy a creer! Y si a causa de mis denuncias y opiniones o por involucrarme en la defensa de nuestros derechos, alguien decidiera no contratarme o no trabajar conmigo, pues está bien. Entonces me pondré a hacer teatro o películas con directores increíbles de México como Michel Franco o de otras partes del mundo. No siento que quien soy vaya a limitarme.

¿Cómo ha sido el proceso de construir su propia identidad profesional?

Trato de pensar que mi identidad tiene fluidez porque no quiero quedarme estancada en que “así soy y siempre seré así”. Tampoco me gusta definirme en términos de “esto está bien” y “aquello está mal”. Quiero poder ser variable, crecer, aprender, estar abierta y ser creativa. Por supuesto que a lo largo del tiempo he desarrollado ciertas líneas que atraviesan y definen mi identidad, pero he procurado permitirme cambiar. Esa libertad le ha aportado mucho a mi vida porque significa que puedo elegir, y eso incide también en mi trabajo.

Para los espectadores es un misterio la forma en que ustedes logran darle credibilidad a los personajes, más cuando son tan diferentes.

Una de las cosas que más me gusta de la interpretación es tener en cuenta lo que sucede dentro del personaje y aquello que le muestra al mundo. Y es que, para mí en la realidad, son dos cosas completamente diferentes. Siempre lo veo como un pato en el agua: lo que ves es una parte del pato, que va tranquilo de un lado a otro, pero lo que no percibes es que debajo del agua va moviendo frenéticamente sus patas. Son dos energías opuestas y así es como construyo a mis personajes: por una parte, pensando en los secretos que se no quiere revelar; por otra, aquello que se deja ver. Por ejemplo, Tammy Faye le mostró mucho al mundo para tratar de distraerlo de las cosas que no quería que se supieran, mientras que Sylvia, el personaje que interpreto en Memory, quería desaparecer por completo, aunque dentro de ella sucedían muchas cosas. Pero sinceramente, no pienso mucho en el proceso en sí. 

 

 

En el drama Memory, comparte elenco con Peter Sarsgaard. Foto: cortesía Festival de San Sebastián

¿Cómo influye en su interpretación trabajar con actores naturales?

 

Cuando tienes un guion bien escrito, con personajes bien construidos, puedes meterte en todas las situaciones y simplemente vivirlas, entonces es como una improvisación, pero siguiendo las pautas del guion. La experiencia con Michel en Memory me recordó al de El árbol de la vida (2011) con Terrence Malick. En aquella película, yo era madre de unos chicos que no eran actores profesionales, pero el trabajo consistía en crear relaciones reales, y al final realmente sentí que me había convertido en la madre de esos niños (se ríe).

El primer día de rodaje de Memory fue en una reunión de Alcohólicos Anónimos (AA) con participantes reales y que no simulaban estar sobrios. Cuando estás en una situación como esa, lo que piensas es que vas a parecer una idiota, porque si no encuentro la manera de encajar en ese grupo de gente real, se hace evidente que soy una actriz interpretando un rol. Entonces la gran pregunta es: ¿qué puedo hacer para sentirme parte de ese mundo? Por otro lado, como mi personaje trabaja en un centro de cuidados para adultos, estuve trabajando allí con el personal que no son actores, asistiéndoles en sus tareas, sirviendo el almuerzo a los pacientes, preparándolos para tomar el autobús y estableciendo relaciones con ellos.

Es muy bonito cuando en una actuación no tienes que lidiar con luces por todos lados y cuando en tu campo de visión hay gente que conoces. Así, el trabajo gana en profundidad y prácticamente sientes que estás viviendo en la película.

Después de participar en grandes producciones, da la sensación de que vuelve a sus inicios en el cine, asumiendo roles que a una gran estrella como usted le aconsejarían rechazar. ¿Ha sido este el caso de Memory?

Mi agente (Hylda Queally) sabe que el cine internacional es una de mis pasiones, y precisamente fue ella quien me puso al tanto de la posibilidad de trabajar con Michel Franco. Después de ganar el óscar por el rol de Tammy Faye (Los ojos de Tammy Faye, de Michael Showalter, 2021), Memory fue la primera película que hice, y desde el principio tuve claro que no existía otro lugar donde quisiera estar que ese set de rodaje, ayudando a crear esa historia. A veces pienso que las películas de gran presupuesto te pagan para que no te sientas creativa (se ríe); te pagan para que estés esperando en tu tráiler hasta que llegue la hora de que alguien te vaya a buscar para llevarte al set.

En cambio, trabajar con Michel es como hacer teatro: sientes que cada parte de ti es necesaria y es hermoso tener esa sensación. Definitivamente es más difícil interpretar a un personaje que duele. Memory
era un buen material, cuya profundidad dolía. La experiencia fue tan bonita que después de terminar el rodaje de inmediato nos pusimos a filmar otra película [Dreams es el título provisional] Con suerte, Michel y yo tendremos un largo viaje juntos.

 

Chastain ganó un óscar por su papel en The Eyes of Tammy Faye. En la foto, con Michel Franco. Foto: Pablo Gómez 

¿Cómo es volver a su vida normal después de un rodaje?

No es fácil salir de un rol, sobre todo cuan- do te enfrentas a uno con mucha sustancia. Siento como si mi cuerpo hubiera experi- mentado todas esas vivencias. Podría hablar de momentos concretos en La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2012) o de cosas por las que he pasado yo misma, sin percibir una clara separación entre las dos cosas. Por eso creo que mis personajes pasan a formar parte del tejido de mi vida. Pero créeme: también llevo una vida normal (se ríe).

¿Se podría pensar que sus personajes suelen dejar algo parecido a una cicatriz?

No son cicatrices, son más bien hilos invisibles que desarrollas con la gente, y es doloroso cuando los pierdes. De manera que conservo todos esos vínculos con los personajes que interpreto y siempre voy a estar unida a ellos.

¿Qué tan difícil es encontrar tranquilidad a sabiendas de que ya no es una persona anónima?

(se ríe) Se puede... Depende mucho de cómo te presentes ante el mundo. Cuando hay paparazis cerca de un set de rodaje, por ejemplo, intento acercarme a hablar con ellos y decirles: “por favor, estamos trabajando, ya tienes tus fotos, ya sabes lo difícil que es trabajar en estas circunstancias...” Por lo general, este acercamiento respetuoso tiene un buen resultado, porque cuando tienes una conversación directa con ellos, te dejan en paz. Apelas a su empatía y humanidad, pero sobre todo te diriges a ellos de una manera humana para que te traten a ti como a un ser humano.