Este es el retrato oficial de la reina Isabel II, en la Abadía de Westminster,  tras su coronación en 1953. Al morir con 96 años de edad, partió como la monarca de más largo reino en la historia británica. Foto EFE.
Este es el retrato oficial de la reina Isabel II, en la Abadía de Westminster, tras su coronación en 1953. Al morir con 96 años de edad, partió como la monarca de más largo reino en la historia británica. Foto EFE.
28 de Septiembre de 2022
Por:
Mónica Chamorro Mejía

Más allá de su importancia política, la reina Isabel II tuvo una influencia cultural en la música, la moda, la televisión. 

Partir con una sonrisa: Isabel como musa en el arte

No sé si Isabel II supo aquel día de verano de 1953, cuando fue coronada en Westminster, que estaba a punto de dejar de ser ella misma para convertirse en un personaje que otros llenarían con sus propias historias, palabras o incluso con sus pulsiones. Tal vez no lo supo, o más bien sí, dada la perfección con la que representó su papel, una perfección tal que todos en el mundo pudimos poner en ella lo que más se nos antojase oportuno. De ese modo, la reina fue odiosa o caritativa, inútil o imprescindible, tiránica o libertaria, según la necesidad.

Fue la musa de los Beatles en Her Majesty, una canción de 1969 en la que ella es una hermosa chica a la que todos quieren declararse, pero que “no tiene nada que decir”; mientras que una década después, el famoso grupo de punk Sex Pistols decía de la reina que era un ser inhumano, el tirano de una nación sin futuro. Para los tabloides del mundo fue la suegra odiosa de la dulce Lady Di y también la abuela amorosa del inquieto Guillermo. Sin olvidar que Bond, James Bond, encarnado a lo largo de varias décadas por muchos guapos actores, estuvo siempre al servicio de ella, la misma, su majestad única y sombría, letal y omnipresente.

Sin duda, Isabel II fue un estupendo personaje comodín que encajó en cualquier drama, como el famosísimo y venenoso The Crown, que está a punto de estrenar su quinta temporada. Y creo además que sí, que ella lo supo desde el primer instante. Supo que se acababa de convertir en una representación de algo lejano y ausente. Lo supo y lo aceptó con una sonrisa, con esa sonrisa con la que murió a los 96 años. Una sonrisa formidable porque era la de la actriz que está por quitarse definitivamente la máscara. Por última vez, Dios salve a la reina, esta vez y por fin, libre.

*Filóloga, doctora en Lingüística y escritora.