López fundó y dirigió la maestría  en Museología y Gestión del  Patrimonio de la Universidad  Nacional de Colombia, la  única de su tipo en el país. Foto cortesía Museo Nacional.
López fundó y dirigió la maestría en Museología y Gestión del Patrimonio de la Universidad Nacional de Colombia, la única de su tipo en el país. Foto cortesía Museo Nacional.
30 de Mayo de 2023
Por:
Diego Montoya Chica

Una de las instituciones culturales más influyentes del estado cumple la edad de la república misma. Revista Credencial habló con su director, el académico William López, quien busca reconfigurar la relación del ente con los territorios de Colombia.

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Las encrucijadas del Museo Nacional en sus 200 años

¿Cómo se va a conmemorar el bicentenario del museo?

Cuando llegué en noviembre, encontré que la programación estaba incipientemente desarrollada y que la negociación de presupuesto estaba bastante adelantada. En esa coyuntura, propuse un arco de celebración durante todo un año, arrancando este 28 de julio. Aunque, en muchos sentidos, la exposición Nación Hip Hop —que se inauguró en diciembre y concluyó hace muy poco— marcó un inicio de esa conmemoración. La razón es que supuso un ‘partir de aguas’ en la forma como venía operando el museo en cuanto a la construcción social del patrimonio cultural. Hasta el momento, se producían, fundamentalmente, exposiciones de autor en las que un o una especialista desarrollaba una narrativa y la escenificaba en el museo. Aquí, por el contrario, tuvimos más bien una voz curatorial polifónica, colectiva.

Por otro lado, tenemos claro que no podemos quedarnos en el relato de “el museo se fundó en 1823 y esta fue la primera pieza”, sino que, más bien, debemos conmemorar la experiencia museológica de 200 años en todo el país. Y para eso vamos a traer, a la sala de exposiciones temporales, un connotado museo regional: el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de Montes de María, el Mochuelo. Que ha sido virtuoso, no solo porque se ha concentrado en construir memoria histórica de sobrevivientes —pues así se autodenominan, más que víctimas—, sino también porque lo ha hecho en torno a la potencia cultural que tiene su territorio.

Adicionalmente, a propósito del programa de concertación y estímulos que administra el museo, reconfiguramos los 1.000 millones que nos entregó en su momento la exministra Patricia Ariza, y este 28 de julio entregaremos el primer Premio Nacional de Museos, por ejemplo, así como el primer reconocimiento a un trabajador o trabajadora del sector. También vamos a entregar un premio importante para el diseño museográfico, y entre los estímulos hay unos destinados para que cinco municipios de fuera de Bogotá celebren una noche de museos.

Y hay otra serie de ideas en desarrollo. Por ejemplo, queremos que en todos los aeropuertos del país esté la imagen del museo, que en el imaginario debería ser una especie de maloca simbólica de la nación. De hecho, he propuesto la creación de otro logo. El que hay actualmente fue virtuosamente desarrollado en su momento por Gustavo Zalamea: una síntesis de la fachada del edificio, uno que vivió un capítulo cruento de la historia política nacional. El lugar es bellísimo y mantendremos su integridad artística, escultórica y arquitectónica, pero queremos encontrar un símbolo que resuma un sentimiento de esperanza en torno a un futuro posible común.

Dice que buscará que el Museo Nacional “dé cuenta, de forma compleja, de las grandes preguntas que tiene la sociedad colombiana sobre la construcción simbólica de la nación”. ¿Hasta el momento, entonces, no ha cumplido ese cometido?

El museo sí ha hecho una tarea enorme desde los años ochenta y noventa. Ha existido la intención de construir una representación de manera cocreativa y participativa. Pero solo parcialmente. Además, ha sido un museo endogámico, centrado en estudiar sus colecciones que, infortunadamente, no corresponden a la complejidad cultural del país. La representación en él no puede ser más la de un gran experto o experta, sino que debe ser colectiva. Si no, estaremos reproduciendo formas de violencia simbólica que este país no aguanta más.

"Se debe sacar del Museo Nacional la política nacional de museos"

También ha sostenido que este es un museo en “situación de desplazamiento”. ¿Por qué?

Porque no es dueño de este edificio, de este lote, ni del lote en el que se proyecta su ampliación. Durante décadas, el museo ha estado enfrascado en un litigio y en la tarea de comprar. 

Los terrenos son de la Lotería de Cundinamarca...

Sí. Pero hay cierta luz de esperanza. En las últimas reuniones con el ministro encargado, el maestro Zorro, así lo hemos visto. Además, está la orden de un juez que dice que todo el lote debe ser del Museo Nacional. Ese es un reto enorme, pero hay otro que quizá es mayor: el de imaginarnos cuál es el sentido que va a tener esa ampliación, ese proyecto arquitectónico, que es tal vez el más importante que ha hecho en toda su corta historia el Ministerio de Cultura y que está directamente relacionado con la construcción de la paz.

Usted promueve la creación de una ley de museos. ¿En qué contribuiría esa herramienta?

Son varios propósitos. Uno de ellos es sacar del Museo Nacional la política nacional de museos: en Francia, el Louvre no es dicha instancia, como tampoco lo es el del Prado, en España; eso es únicamente aquí. La labor quedaría en manos bien sea de una dirección nacional o en un instituto nacional. Allí estarían los instrumentos técnicos, jurídicos y presupuestales para que los cerca de 800 museos que hay en el país, sean del carácter que sean, puedan cumplir su labor de manera profesional y consistente en el territorio. Es que, hoy, todos ellos funcionan de milagro.

Al quitarle la política nacional, también, entonces, hay que rediseñar al Museo Nacional, para que sea una institución verdaderamente fuerte. Se cree que este es el más grande que hay en el país, pero no es así. Quizá es el Parque Explora. Aquí tenemos, en realidad, 21 empleados de planta, cinco de los cuales son directivos y el resto son contratistas. Vivimos dificultades presupuestales enormes, así como tampoco tenemos suficiente interlocución con el Alto Gobierno.

Adicionalmente, la ausencia de profesionalización en este sector es muy grave, cosa en la cual también contribuiría la ley. Si seguimos ocupando un lugar marginal, no podremos hacer que el ecosistema museológico genere una política de memoria verdaderamente democrática. El objetivo es situar a los museos como lugares protagónicos de la construcción y la sostenibilidad de la paz.

¿Y en qué va la ley?

Estamos charlando; estamos convocando. Tenemos a varios abogados acompañando el proceso y estaremos enganchando a especialistas que nos ayuden a imaginar una estructura fiscal, financiera y jurídica que permita a los museos acceder a recursos específicamente para ellos. Está dentro de la agenda legislativa del despacho del ministro. Yo quisiera que en agosto pudiéramos presentar un texto bastante consolidado.