FOTO: @SHERVINFOTO
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4 de Junio de 2024
Por:
Zamira Caro Grau

Daniela Serna, de Colombia; Lara Klaus, de Brasil; y Mafer González, de Venezuela, integran un proyecto de música alternativa que honra la diversidad de América Latina. 

LADAMA: Diez años de un ensamble multicultural

 

 

Este realmente es un colectivo de mujeres, pues no solo se trata de quienes hacen la música, sino también de las que trabajan en sus producciones audiovisuales. ¿Dónde está la fuerza de crear juntas?

Daniela: Está en que podamos tumbar estereotipos respecto al trabajo colectivo. Siempre dicen que las mujeres no pueden trabajar en conjunto o que generan conflictos, pero eso es natural en cualquier círculo de trabajo, no se debería atribuir a un género. Me parece importante que tumbemos esa idea: nosotras, incluso, tenemos distintas nacionalidades y en nuestro proyecto hay mucha generosidad en cuanto al conocimiento que cada una ofrece sobre su cultura. Por otro lado, sí generamos un espacio de protección emocional entre nosotras. Y, además, expresamos admiración por las ideas y lo brillante que hay en el pensamiento y la imaginación de cada una.

 

Proponen un mix de patrimonios latinos. ¿Cómo ha sido la búsqueda de un sonido  común que identifique a todas sus culturas?

Lara: Queríamos compartir entre nosotras nuestros instrumentos, especialmente los tradicionales. De Brasil, yo quería la percusión de origen; Mafer trajo la bandola venezolana, y Dani, el tambor alegre. Y unimos nuestros sonidos: al principio, cantábamos un blues con un maracatú, que es brasileño, y así, con el tiempo, hemos propuesto nuevas mezclas que resultan bien. Y eso pasa porque siempre estamos hablando de nuestros países, de sus respectivos escenarios políticos y sociales, así que entendemos la realidad de cada cual y la incorporamos a nuestra música.

Mafer: Justamente, que cada una tenga un acercamiento a la música tan diferente ha permitido que las piezas coincidan. Yo no me gradué como música en una universidad, por ejemplo, así que mi carrera ha sido a través de la tradición oral. Eso hace que tenga ciertas carencias que son perfectas para un proyecto como este, donde hay dos integrantes de la banda que tienen un conocimiento más estructurados. Se llenan los espacios de formas muy interesantes: unas trabajan la música desde la conciencia armónica o rítmica y otras, desde lo que hace sentir. Nuestra fuerza está en la diversidad.

El resultado sí sorprende con elementos diferenciales, incluso dentro de la música alternativa latinoamericana. ¿Cómo lo describirían ustedes?


Daniela:
Es una constante búsqueda, pero ya con 10 años de carrera, logramos consolidar nuestra sonoridad. Para mí, LADAMA es música libre que está en constante transformación, inspirada en sonidos ancestrales y raíces latinoamericanas: esa es la columna vertebral de nuestro proyecto. Proponemos algo que no es colombiano, ni venezolano, ni brasileño, sino todo al mismo tiempo y ahí está lo que nos hace únicas en el mercado de música latina.

Lara: Además, no nos limitamos. Nunca le ponemos un género musical a una canción, sino que dejamos que cada una traiga los elementos que quiera, por eso nuestro proyecto es tan dinámico. También creo que nuestra música está basada en la “confianza musical” que tenemos en cada una, porque yo sé que con ellas va a funcionar lo que propongamos.


Mafer: Nosotras hacemos latin alternative music con algo peculiar, y es una mezcla entre los sonidos ancestrales con lo que suena hoy en día, porque vivimos con ambas cosas: lo mainstream y lo antiguo. Yo no sé qué otra banda en la actualidad, con presencia en la industria, lleve activa el tiempo que llevamos nosotras.

Claro, porque LADAMA pocas veces está en un mismo lugar: Lara está en Canadá, y Daniela y Mafer en Estados Unidos. ¿Cómo trabajan su proceso de composición a distancia?

Daniela: Se ha transformado. El primer disco lo creamos mientras viajábamos juntas. De ahí salieron canciones como Porro Maracatu y Cumbia brasileiraPero ya hoy, 10 años después, para un lanzamiento como De aquí me voy, la cosa cambia. Esta última nació porque acordamos un tiempo para hacer residencia artística —básicamente, encerrarnos en una casa a descansar y tener un ambiente perfecto para componer—, y ahí, con un computador y un micrófono, comenzamos a construir la maqueta de este sencillo que tenía una letra y melodía fuertemente influenciada por el vallenato como sonoridad y por la guacharaca como instrumento que amarra el ritmo. Lara añadió su guitarra y el berimbau, que es un instrumento propio de la capoeira, y más adelante, Mafer le metió su toque. Nuestra composición, independiente de dónde estemos, es una mezcla de quienes somos.

Los instrumentos son fundamentales, tan protagonistas en su música como sus voces, ¿por qué lo estructuran así?

Daniela: Nos apasionan y nos recuerdan la raíz, pero también es nuestro gran diferencial en Estados Unidos: allí, no mucha gente está tocando el tambor alegre, por ejemplo. Los instrumentos, cada uno son nuestra bandera, nuestro escudo y nuestra llave para navegar en la industria musical siendo únicas.

Los 10 años llegaron con cambios: Sara Lucas, exintegrante, ya no está en la agrupación. ¿Cómo se proyecta LADAMA, de aquí en adelante?

Daniela: Se viene más música buena. De aquí me voy es un capítulo que pronto estará acompañado por otro sencillo llamado Malojillo y que está influenciado por merengue venezolano, saya boliviana, en fin. Lo que estamos manifestando y trabajando con el equipo es conquistar más a nuestro público latinoamericano, porque nosotras hasta el momento hemos sonado más en Estados Unidos. Queremos llegar a Colombia al Parque, al Festival Estéreo Picnic, al Festival Centro, por nombrar algunos. También, que nuestra música nueva pueda salir en colaboración con artistas que nos gustan y admiramos como Puerto Candelaria, La Pambelé, Rawayana, Monsieur Periné y, en general, toda una movida de músicos con los que quisiéramos llegar a conectar.