Una biografía disciplinar en objetos: las colecciones del Instituto Colombiano de Antropología e Historia

[1] Ricardo Moros Urbina (1865-1942)
Piedra simbólica de los chibchas, donación del
Doctor M. Ancízar

1886, grabado, Nueva guía descriptiva del Museo
Nacional
© Aura Reyes
[2] Autor desconocido
Armas de los Jiwi (Guahibo)
Fotografía sobre cartón, 25,1 x 20,1 cm
Ident.Nr. viii e 1150
© Ethnologisches Museum der Staatlichen Museen zu Berlin -
Preußischer Kulturbesitz

LAS COLECCIONES etnográficas y arqueológicas del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) son testimonio de la configuración de la antropología desde el siglo XIX hasta el presente. Estas dan cuenta de un saber que en principio fue difuso, se traslapaba con la historia y estaba relacionado con intereses económicos en determinados territorios del país. Luego, este experimentó un proceso de institucionalización y pretensión de delimitación de su campo, así como el cambio de prácticas disciplinares y la aparición de nuevas tendencias teóricas relacionadas con la materialidad.

 

Las primeras piezas del acervo hicieron parte de la colección del antiguo Museo de Historia Natural, creado en 1823 [1]. Estas incluían una “momia encontrada cerca de Tunja con su manta bien conservada, y se supone tener más de 400 años”[2] y “objetos curiosos de los salvajes”[3]. A mediados del siglo XIX, Manuel Ancízar (1812-1882) realizó un llamado a la diversificación de la colección: propuso darle un “carácter de etnolójico, además del de histórico […] mediante la adquisición de cráneos, momias, armas i artefactos de los aboríjenes, clasificados por razas i tribus […] lo que andando en el tiempo llegaría a formar un precioso archivo para nuestra historia antigua” [4]. La intención de Ancízar coincidió con la de anticuarios, historiadores, geógrafos e ingenieros interesados por los objetos que hoy llamamos arqueológicos y etnográficos. Paulatinamente, las antigüedades indígenas adquirieron importancia en las narrativas históricas e hicieron parte de la construcción de un pasado prehispánico que dio pie a la “invención” de chibchas y quimbayas, entre otros [5] (imagen 1).

 

[3] Adorno de huesos de ave
S. xix, tejido, huesos de ave, dientes de mono y
alas de coleóptero,
Cód. icanh 44-vi-5402
© Instituto Colombiano de Antropología e Historia
[4] Julio Racines (1848-1913) – atribuido
Lámina lvi. Figura de indio tosco, de madera,
hallada en Bojacá, Museo Nacional

Ca. 1892, fotografía, Antigüedades indígenas de Colombia, Exposición de Madrid
© Aura Reyes
[5] Región arqueológica muisca
Figura antropomorfa
200-1600 d.C., madera tallada, 64 x 21 x 15,5 cm
Colección arqueológica del icanh, Cód. icanh 38-i-735
© Aura Reyes

 

 

Durante el siglo XIX, los objetos fueron adquiridos principalmente mediante donaciones esporádicas que no resultaron de una intención por conformar una colección arqueológica o etnográfica especializada. La valoración dada a los objetos arqueológicos llevó a la conformación de redes transnacionales en las que circularon piezas apetecidas por coleccionistas locales y extranjeros. Esto no ocurrió con las piezas etnográficas, dado que los pueblos indígenas contemporáneos fueron considerados “salvajes” que debían ser “civilizados”, lo que resultó en desinterés por los significados culturales propios de esta materialidad. A finales de siglo el Museo adquirió conjuntos de piezas de Nicolás Pereira Gamba (1824-1902) y de la Exposición nacional de 1871 [6], en los cuales destacaban minerales, objetos indígenas y cortezas de árbol procesadas. Asimismo, Jorge Isaacs (1837-1895) donó un grupo de piezas provenientes del Magdalena reunidas durante sus trabajos en la Comisión Científica Permanente (1881-1883). Este acervo de objetos donados y comprados, principalmente arqueológicos, hizo parte de diversas exposiciones universales (imágenes 2 a 5).

 

Ante el incremento de la guaquería y de las cesiones de piezas a particulares y extranjeros, la Comisión de Historia y Antigüedades, creada en 1902 y antecedente de la Academia Nacional de Historia, promovió la protección de monumentos y objetos arqueológicos. A medida que transcurrían las primeras décadas del siglo, poco a poco apareció la legislación que protegía este patrimonio. Esto llevó al Gobierno a incrementar la compra de colecciones, sin embargo, continuaron las donaciones por parte de ingenieros, presbíteros y personalidades regionales. Las miradas especializadas que emergieron de academias y sociedades, entre otros ámbitos, condujeron a que en 1931 se decretara la creación de un Museo de Arqueología y Etnología Nacional. Aunque no llegó a materializarse como entidad independiente, sí incentivó la reorganización del acervo y la preparación de una sala especial para estas piezas. En esa década, el Ministerio de Educación inició la regulación y contratación de expediciones arqueológicas y etnográficas, dirigidas por arqueólogos y etnólogos profesionales, donde participaron estudiantes o amateurs colombianos. Aquel fue el origen de amplias colecciones contextualizadas derivadas de investigaciones, como las arqueológicas de Tierradentro y San Agustín producto de los trabajos realizados entre 1936 y 1937 por Georg Burg, Gregorio Hernández de Alba (1904-1973), Luis Alfonso Sánchez y José Pérez de Barradas (1897-1981), y la etnográfica de los pueblos indígenas de los Llanos Orientales, reunida por la expedición efectuada en 1935 por Gustaf Bolinder (1888-1957) y Ramón Carlos Góez (imágenes 6 y 7).

 

La Exposición Arqueológica de 1938, realizada durante el IV Centenario de la fundación de Bogotá, dio paso para la separación del acervo del Museo Nacional y la materialización del Museo Arqueológico Nacional, creado luego de la exhibición y ubicado en el edificio de la Biblioteca Nacional. Las piezas arqueológicas y etnográficas del Museo Nacional migraron a este nuevo museo, al cual se sumaron las colecciones reunidas durante las investigaciones mencionadas. Este acervo se incrementó considerablemente con la creación, en 1938 y 1941 respectivamente, del Servicio Arqueológico Nacional a cargo de Gregorio Hernández de Alba y del Instituto Etnológico Nacional dirigido por Paul Rivet (1876-1959), instituciones que fueron unificadas en 1945. La conformación de un nicho gubernamental especializado en arqueología y etnografía, donde se reunieron formación, investigación y divulgación, permitió que el Instituto y el Museo tuviesen una posición privilegiada para la conformación de colecciones. En una coyuntura de agitada realización de expediciones, el Museo Arqueológico y Etnográfico fue trasladado en 1946 al primer piso edificio del antiguo Panóptico y en 1947 abrió sus puertas. El Museo sobrevivió en este lugar hasta mediados de la década de 1990, cuando los cambios museales llevaron a su desaparición, no obstante, las colecciones continuaron a cargo del ICANH (imágenes 8 a 10).

[6] Gustaf Bolinder (1888-1957)
Cerámicas piapocos
1935, fotografía
0325.0032 © Museo de la Cultura Mundial (Gotemburgo, Suecia)
[7] Pueblo piapoco
Múcura
1935, Cerámica modelada y pintada
Cód. icanh 44-vii-5489b © Instituto Colombiano de Antropología e Historia
Esta pieza fue colectada durante la expedición a los Llanos Orientales.
[8] Autor desconocido
Museo Arqueológico y Etnográfico
1951, fotografía
Fototeca del Centro de Documentación del Museo Nacional de Colombia
[9] Autor desconocido
Sala Muisca y Tairona del Museo Nacional de Antropología
Fotografía
Fototeca del Centro de Documentación del Museo Nacional de Colombia
[10] Autor desconocido
Sala Muisca del Museo Nacional de Antropología
Fotografía
Fototeca del Centro de Documentación del Museo Nacional de Colombia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La época dorada para el crecimiento del acervo había tenido lugar a mediados del siglo XX, cuando el Instituto Etnológico comisionó profesores, estudiantes e investigadores para la realización de estudios y conformación de colecciones. Las expediciones implicaban análisis arqueológicos, antropológicos, etnográficos y lingüísticos, la conformación de colecciones y la publicación
de resultados en el Boletín del Museo Arqueológico, el Boletín de Arqueología y la Revista del Instituto Etnológico Nacional. Este proyecto Instituto-Museo-Colecciones contó con la participación, entre otros, de Virginia Gutiérrez, Roberto Pineda Giraldo, Milcíades Chaves, Luis Duque Gómez, James Ford, Wendell Bennett, Víctor Oppenheim, Eliécer Silva Celis, Graciliano Arcila Vélez, Gregorio Hernández de Alba, Blanca Ochoa, Lothar Petersen, Juan Friede, Julio César Cubillos, Henri Lehmann y Alberto Ceballos (imágenes 11 y 12).

Además, esta entidad fue la cuna de la museología colombiana, ya que abrió una sección especializada, contó con personal experto e impartió cursos sobre el tema. En estas labores participaron Justus Wolfram Schottellius (1892-1941), quien trabajó en el Museo Etnográfico de Berlín, Blanca Ochoa (1914-2008) y Edith Jiménez (1916-2008), comisionadas para realizar estudios de los museos ecuatorianos y peruanos para implementar acciones en el colombiano. También se involucraron otros investigadores como Luis Alfonso Sánchez, Vidal Antonio Rozo y Alicia Dussán de Reichel (1920). Dussán y Gerardo Reichel-Dolmatoff (1912-1994) elaboraron manuales sobre cómo elaborar una colección etnográfica y qué tipo de materiales adquirir durante la investigación. Esta pareja aportó nutridas colecciones producto de sus pesquisas en el Chocó, la Serranía de Perijá, la costa Caribe y otros lugares.

[11] Henry Wassén (1908-1886)
Roberto Pineda Giraldo, Virginia Gutiérrez de Pineda y Milcíades Chaves en la entrada del Parque Arqueológico de Facatativá
1947, fotografía
1424d © Museo de la Cultura Mundial (Gotemburgo, Suecia)
[12] Henry Wassén (1908-1886)
Nils M. Holmer, Alicia Dussán, Karín Wassen y Gerardo Reichel Dolmatoff
1947, fotografía
013092a © Museo de la Cultura Mundial (Gotemburgo, Suecia)

Las colecciones en aquel entonces no se limitaron a piezas originales. En consideración de la función pedagógica del museo y sus piezas, se elaboraron moldes, duplicados y se animó el intercambio de objetos con entidades externas. El relacionamiento internacional se hizo tangible bajo la dirección de Luis Duque Gómez (1916-2000). Entonces se adquirieron objetos arqueológicos procedentes del Museo del Hombre de París, el Logan Museum de Beloit, del Arizona State Museum y del Museo Nacional de Panamá. También ingresó a la colección una tumba egipcia enviada por el Museo de Brooklyn (imagen 15), objetos etnográficos africanos, un conjunto de instrumentos musicales bolivianos y objetos etnográficos, de industriaspopulares y reproducciones arqueológicas procedentes de México [7].

 

[13] Autor desconocido
Reproducción en mayor tamaño de una figura
antropomorfa de un personaje con tocado

Fotografía
fg-2261 © Instituto Colombiano de Antropología e Historia
[14] Región arqueológica muisca
Representación antropomorfa con corona
S. vii – S. xviii d.C., cerámica, 24 x 18 x 12 cm
Colección arqueológica del icanh, Cód. icanh a-62-iv-1342
© Aura Reyes
[15] Dinastía XXVI
Tumba egipcia, secciones 45 y 48
664-525 a.C., piedra tallada
Colección arqueológica del
ICANH,
Repositorio digital del Museo
Nacional de Colombia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La adquisición de objetos etnográficos se redujo a partir de la década de 1960, debido al abandono del plan de estudios del Instituto y a los cambios disciplinares teórico-metodológicos. Por una parte, la formación especializada se movilizó a los programas creados en la Universidad de los Andes, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad del Cauca. Por otra, los jóvenes antropólogos se interesaron más en las problemáticas sociales que en la materialidad en sí misma. En cambio, la colección arqueológica continuó creciendo constantemente, ya que las políticas de protección de patrimonio arqueológico dan pie a una preocupación permanente por este tipo de objetos. ❧

 

* Antropóloga y magíster en historia de la Universidad Nacional de Colombia, doctora en estudios americanistas del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín.

 

  • Bibliografía:

[1] Origen del actual Museo Nacional de Colombia.

[2] “Museo Colombiano”, Gaceta de Colombia, n.o 144, julio 18, 1824. Las momias hicieron parte de las colecciones del ICANH hasta el 2015, cuando fueron entregadas al Laboratorio de Antropología Física del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia.

[3] Rafael E. Santander, “Informe acerca del Museo Nacional”, Anales de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia 1, n.o 2 (1868): 117.

[4] Manuel Ancízar, “Informe de comisiones”, Anales de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia 5, n.o 25 (1871): 9.

[5] Clara Isabel Botero, El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia (Bogotá: ICANH-Universidad los Andes, 2006).

[6] Fidel Pombo, Breve guía del Museo Nacional. 20 de julio (Bogotá: Colunje i Vallarino, 1881).

[7] Luis Duque Gómez, “Información antropológica de Colombia”, Boletín Bibliográfico de Antropología Americana 14, n.o 1 (1951): 48-51.

 

*Publicado en la edición impresa de Credencial Historia de marzo de 2021.