Catálogo y libro publicados con ocasión al xxxix Congreso Eucarístico internacional, 1968. Fotógrafo desconocido Sala capitulae diseñada por Ricardo Acevedo Bernal, 1938 Boletín de Música.
Agosto de 2020
Por :
Camilo Andrés Moreno Bogoya * Bibliotecólogo y archivista de la Universidad de la Salle. Bibliotecólogo de la Academia Colombiana de Historia y encargado del Archivo Histórico de la Catedral de Bogotá

PATRIMONIO COLONIAL DE LA CATEDRAL DE BOGOTÁ VALORACIÓN Y MANEJO DURANTE LOS SIGLOS XX Y XXI

Actualmente la noción de patrimonio cultural abarca muy diversas categorías de bienes materiales e inmateriales. Sin embargo, estas categorizaciones son muy recientes. El patrimonio de la Catedral y su sagrario es considerado uno de los más ricos y diversos del país. No obstante, esta colección ha sorteado a lo largo de su historia varias dificultades, empezando por el mutable interés de los encargados de turno en los esfuerzos de un sector del clero para protegerla y difundirla.  

 

Exposiciones e iniciativas museales

Entre 1891 y 1928, duración del episcopado del arzobispo Bernardo Herrera Restrepo (1844-1928), el patrimonio colonial fue parcialmente desterrado de los altares de la Catedral. Esto se debía a que el prelado siempre mostró un acentuado gusto por lo francés. En cambio, al respecto de las obras coloniales, se decía que opinaba que ciertas estatuas tenían cara de bandoleros. No obstante, durante dicho periodo y hasta mediados del siglo XX, se organizaron las primeras exposiciones de arte religioso por iniciativa de la misma Iglesia y se dio paso a los primeros intentos de musealización de sus acervos. Algunas de estas exposiciones fueron las realizadas durante el Centenario de la Independencia (1910), el Congreso Eucarístico Nacional (1913) y durante el cuarto centenario de la fundación de Bogotá (1938). Más tardía, aunque de mayor repercusión, fue la exposición que tuvo lugar con ocasión del XXXIX Congreso Eucarístico Internacional (1968), la cual por primera vez incluyó la curaduría de figuras relevantes en la historiografía del arte colonial (imagen 1), como Carlos Arbeláez Camacho (1916-1969) y Francisco Gil Tovar (1923-2017). La Catedral aportó un número importante de piezas para esta exhibición: pinturas, esculturas, piezas de orfebrería y textiles. Estas dos últimas tipologías de bienes hasta el momento habían sido relegadas a un segundo plano en las exposiciones artísticas.

 

Museo del Seminario conciliar de San José. Bogot: Editorial Centro, s.f.

 

 

 

 

 

 

 

Un primer intento de musealizar estas colecciones, desconocido por la historiografía, se realizó en la sala capitular instalada en la casa de San Felipe, inmueble localizado en la esquina nororiental de la Catedral (imagen 2). La sala capitular había sido allí reubicada después de que la totalidad de la Casa Capitular fuera puesta en arriendo. Situada en el tercer piso, su diseño y ornamentación estuvieron a cargo de Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930), artista muy vinculado a proyectos del clero. En este nuevo espacio se incluyó una selección de objetos con significación histórica y artística, los cuales fueron expuestos en vitrinas diseñadas para tal propósito. Posteriormente, hubo otras iniciativas para el establecimiento de un museo en la Catedral. En la década de los sesenta el capítulo catedralicio destinó la Casa Capitular para que fuese la sede de un museo permanente, proyecto que solo se llevará a cabo parcialmente a finales de siglo.

 

La principal iniciativa museal de la Curia bogotana fue la creación del Museo del Seminario, nacido de la donación del presbítero Carlos Umaña Santamaría (1862-1917), gran coleccionista de arte colonial (imagen 3). El museo se creó con la intención de servir de instrumento pedagógico para la clerecía. Además, funcionó como repositorio de piezas pertenecientes a diferentes iglesias, incluida la Catedral, que de otro modo habrían desaparecido. También recibió donaciones efectuadas por el clero y laicos como el expresidente Eduardo Santos (1888-1974) y Sophy Pizano de Ortiz (1896-1958), directora del Museo de Arte Colonial. Más adelante, en la década de 1970, la colección del seminario pasó al edificio de Santa Clara, actual Ministerio de Cultura, donde permanecería por unas décadas. En 1982, la Junta Transitoria del Museo del Seminario discutió al respecto de la devolución de estas piezas y sobre la propuesta del gerente del Banco de la República, quien sugirió prestarlas al Museo de Arte Religioso, institución que por entonces se estaba creando. Lamentablemente, esta última propuesta no fue concretada.

 

Fotógrafo desconocido. Custodia La Preciosa en los años 40, antes que se le reriraran algunas de sus piedras para financiar la recostrucción de la fachada de la Catedral. Archivo Histórico de la Catedral de Bogotá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La defensa de la Preciosa ante una posible venta

Los acontecimientos del 9 de abril de 1948 afectaron algunos inmuebles de trascendencia histórica, incluyendo la Curia Arzobispal y el claustro de la Catedral, donde funcionaba desde finales del siglo XIX la Escuela Apostólica. El 5 de julio de 1949, se reunió el capítulo para discutir la propuesta del arzobispo Ismael Perdomo (1872-1950), quien para sufragar la reconstrucción del palacio y la Escuela Apostólica planteó vender a una congregación norteamericana la custodia La Preciosa (imagen 4), obra cumbre del orfebre Nicolás de Burgos (s. XVIII). El capítulo casi por unanimidad se rehusó a esta venta, sosteniendo como uno de sus argumentos que la enajenación “de un bien tan precioso de tan singular valor en el escaso patrimonio artístico, histórico y cultural de la nación, hecha para un país extranjero … [se consideraría] como un acto antipatriótico”. Esta temprana categorización de un bien mueble como patrimonio artístico y cultural evidencia un cambio de mentalidad en el clero. Esto era trascendental en una coyuntura en la cual el patrimonio colonial experimentaba realidades paralelas, debatiéndose entre la creación de museos especializados y la demolición de los templos históricos y los conventos del Carmen, Santa Inés y Santo Domingo, cuyas colecciones infortunadamente terminarían desperdigadas y descontextualizadas.

 

Pedro Laboria (S. XVIII) San José con el Niño S. XVIII. Archivo Histórico Catedral Bogotá. El niño fue sustraído de la Catedral en la década de 1970. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un periodo oscuro

Hasta la década de 1950, la Catedral aún conservaba el esplendor alcanzado a comienzos del siglo XX durante el episcopado de Bernardo Herrera. No obstante, bajo pretexto del avanzado deterioro de las fachadas de la Catedral y su Sagrario, y en razón de la realización del Concilio Eucarístico Internacional, la visita del papa Pablo VI y el cambio del rito de la liturgia, se decidió acometer una desafortunada serie de reformas internas dirigidas por el arquitecto Álvaro Sáenz Camacho y el presbítero Bernardo Sanz de Santamaría. Pese a la estrecha vinculación de estos dos personajes con el patrimonio colonial, y reconociendo que en la capilla del Sagrario el resultado fue más acertado, debe señalarse que sus decisiones fueron caprichosas. Así como decidieron conservar un conjunto de bienes, también vendieron, desecharon y alteraron otros de igual relevancia. Este proceder se manifestó notoriamente en la destrucción parcial de la sillería de coro de la Catedral, que data del siglo XVII, y en la demolición de los edificios anexos al Sagrario. Entonces se destruyó la antigua sacristía, poseedora de una de las muestras más significativas de pintura mural (imágenes 5 y 6).

 

Autor desconocido. Techo de la antigua sacristía de la capilla del Sagrario S.XVIII. Demolido durante las obras de reformas dirigidas por Bernardo Sanz de Santamaría y Álvaro Sáenz Camacho. Fotografía de Luis Benito Ramos (1938)

 

 

La gestión de Monseñor Juan Miguel Huertas

En la década de 1980 entró a escena el presbítero Juan Miguel Huertas Escallón (1946-2020), poseedor de una personalidad compleja, quien desempeñaría un papel trascendental en la revaloración, salvaguarda y difusión del patrimonio eclesiástico bogotano (imágenes 7 y 8). Monseñor Huertas, nombrado miembro del capítulo catedralicio años después, llegó a la oficina de Arte Sacro y Arquitectura de la Curia en un momento de decadencia de la Catedral y del centro histórico de la ciudad. En aquel tiempo, la delincuencia azotaba con fuerza a las iglesias poseedoras de un inmenso patrimonio, el cual, debido a una alta demanda en el mercado, había visto aumentar exponencialmente su valor económico.

 

Monseñor Juan Miguel Huertas. Archivo Revistas Credencial.

 

 

La acción de Monseñor Huertas en la Catedral, donde sirvió como delegado arzobispal y párroco, trascendió la gigantesca tarea de su restauración. Además, recuperó y restauró la Casa Capitular para adaptarla como sitio de conservación de parte del rico patrimonio artístico de la Catedral. Este incluía la colección de orfebrería, para la cual, con apoyo del Banco de la República, se diseñó una bóveda que brinda las condiciones suficientes de seguridad (imagen 9). Estas acciones vinieron acompañadas de una apertura sin precedentes de los acervos a los investigadores, sin los cuales la tarea de difundir el patrimonio mueble hubiera sido imposible, principalmente en lo que respecta a la platería y el archivo musical. Un aliado fundamental en la labor de difusión, y en algunas ocasiones de restauración, fue el Banco de la República por medio del entonces existente Museo de Arte Religioso, hoy integrado al Museo de Arte Miguel Urrutia. Durante la dirección de María Clemencia Rodríguez de Santos, este museo realizó exposiciones como Revelaciones: Pintores de Santafé en tiempos de la Colonia (1989), Oribes y plateros (1990), Los libros de coro (1991), Vestuario para Dios (1992) y Santa Bárbara Conjuro de las Tormentas (1992).

 

 

Tesoro de la Catedral de Bogotá. Arquidiócesis de Bogotá / Camilo Moreno
Sala Capitular.  Arquidiócesis de Bogotá / Camilo Moreno

 

 

 

En años recientes se firmó un convenio entre la Catedral de Bogotá, el Ministerio de Cultura y la Universidad de los Andes a través de su Facultad de Artes y Humanidades. Hasta el momento, este ha dado como resultado la actualización parcial de los inventarios realizados en la década de 1990 por el Banco de la República y su correspondiente registro fotográfico. Este proyecto no hubiera sido posible sin el apoyo del capítulo catedralicio, en especial de su deán, Monseñor Huertas, cuya muerte cierra un periodo de casi medio siglo de gestión cultural. Gestión que contribuyó a la protección y conocimiento de unas colecciones desconocidas hasta entonces por gran parte de la población.

 

Fuentes

Archivo Histórico de la Catedral de Bogotá

Archivo Central de la Curia Arzobispal de Bogotá

 

 

 

Bibliografía:

 

1 Eugenio León, Un Arzobispo de Bogotá, Ilmo. y Rvdmo Sr. Dr. D. Bernardo Herrera Restrepo. 1844–1928 (Medellín: Bedout, 1950).

2 AHCB. Actas Capitulares, 21-27.