Junio de 2021
Por :
ANDRÉS FELIPE CORTÁZAR MEJÍA*

Pasión numismática: 400 años de monedas y billetes en Colombia

 

EN 1620 el rey de España Felipe III (1578-1621) avisó por medio de una real cédula a la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y su presidente, que el capitán Alonso Turrillo de Yebra había sido nombrado para fundar una Casa de Moneda en Santafé y una oficina en Cartagena. Diferencias con las autoridades locales en Santafé, hicieron que en su afán de comenzar a operar Turrillo Yebra se dirigiera a Cartagena. Allí todo le resulto más sencillo, debido a que las autoridades locales no tuvieron reparos en permitirle comenzar las labores de acuñación. De tal forma, hacia finales del año 1621 en dicha ciudad se realizaron las primeras acuñaciones de monedas en el actual territorio colombiano y con ellas comenzaría la historia numismática nacional (imágenes 1 y 2). En 2021 se conmemora el cuarto centenario de la identidad numismática de nuestro país. Investigadores y coleccionistas celebramos cuatrocientos años de esta tradición, ello mediante el estudio de piezas numismáticas que testimonian los avatares de nuestra historia económica, social, cultural y política.

 

[1-2]
Moneda acuñada en 1621 en la oficina de Cartagena
© Stacks & Bowers Auctions

[3-4]
Moneda de oro acuñada en la Ceca de Santafé en 1622, primera de su tipo en América
© Stacks & Bowers Auctions 

 

En 1622, Turrillo de Yebra finalmente logró los permisos necesarios para operar en Santafé y procedió a trasladar de Cartagena a la capital los elementos y la maquinaria necesarios para la fabricación de monedas. En ese año se produjo un acontecimiento histórico desafortunadamente desconocido por la mayoría de nosotros, y que da fe de los abundantes depósitos de oro con los que ha contado nuestro territorio. Entonces, en la casa de la moneda, o ceca, de Santafé se acuñó la primera moneda de oro hecha en América (imágenes 3 y 4).

 

Nuestras monedas más antiguas fueron elaboradas a golpe de martillo, causa por la cual son de forma irregular. Dichas monedas, conocidas como macuquinas, se hicieron mayoritariamente en oro y en plata, aunque también se permitió una ínfima acuñación en vellón, material que resulta de la aleación de plata y cobre. Las macuquinas en plata son especialmente escasas, esto debido a que nuestro territorio no posee grandes minas de este metal. Las cantidades acuñadas de estas monedas fueron muy reducidas en comparación con los montos fabricados en otras regiones del Imperio español, como los actuales México o Bolivia, donde dicho material era abundante.

 

Las macuquinas se produjeron en el Nuevo Reino de Granada durante el reinado de seis monarcas: Felipe III, Felipe IV (1605-1665), Carlos II (1661-1700), Felipe V (1683-1746), Luis I (1707-1724) y Fernando VI (1713-1759). Durante el gobierno de este último, en 1753, la corona decidió operar directamente las labores de acuñación de moneda y además modernizar su sistema productivo. Esto implicó tanto la actualización de la maquinaria como la reconstrucción de las instalaciones en donde se labraba la moneda. Entonces se introdujo un novedoso sistema que buscaba evitar los fraudes. Para contrarrestar la práctica de cortar pedazos de las monedas, se incluyó un cordoncillo alrededor de las mismas cuya ausencia habría evidenciado que estas habían sido modificadas ilegalmente. A partir de 1755 la moneda fue completamente redonda y comenzó así una nueva etapa en la historia de las acuñaciones (imágenes 5y6).

   .   

[5-6]
Primera moneda de cordoncillo acuñada en la Ceca de Santafé, 1755
© Stacks & Bowers Auctions

[7-10]
Juras de lealtad a Fernando vii acuñadas después de la ocupación francesa de España, 1808
© Stacks & Bowers Auctions / Aureo & Calicó 

 

A Fernando VI lo sucedieron Carlos III (1716-1788), Carlos IV (1748-1819) y, finalmente, Fernando VII (1784-1833), monarca español en cuyo reinado logramos nuestra independencia. En honor al último Fernando, se batieron juras de lealtad (imágenes 7 a 10) después de la llegada de las noticias sobre su arresto por orden de Napoleón (1769-1821), emperador de los franceses. Dicho acontecimiento, junto con las ideas de la Revolución francesa, fueron dos de los factores que permitie- ron comenzar el proceso que finalmente condujo a la independencia.

 

Inspirado en los billetes franceses denominados “asignados”, el precursor e ideólogo de la independencia Francisco de Miranda (1750-1816) en 1811 introdujo el uso del papel moneda en Venezuela (imagen 11). Este novedoso medio de pago, utilizado entonces por primera vez en nuestro continente, permitió en cierta medida financiar los altos costos de la guerra contra los españoles. Los billetes de Miranda sirvieron de inspiración para nuestros primeros billetes, los cuales aparecieron en Cartagena junto con macuquinas independentistas. Los Cartageneros habían declarado la independencia absoluta de España en noviembre de 1811. A comienzos de 1812, por decreto, se ordenó la circulación de los billetes y posteriormente, ante la necesidad urgente de circulante de menor denominación, aparecieron las primeras monedas patriotas (imágenes 12 y 13). En dichas monedas se cambió, por primera vez en las provincias de ultramar, la imagen del rey y los escudos de armas de la dinastía reinante por la efigie de una indígena. Este era el motivo iconográfico adoptado para el escudo de armas del naciente estado de Cartagena.

[11]
Billete de cuatro pesos de la Primera República de Venezuela emitido por Francisco de Miranda en 1812 © Andrés Cortázar

[12-13]
Primera moneda patriota acuñada en el Estado Libre de Cartagena, 1812
© Stacks & Bowers Auctions

[14-15]
La china. Primera moneda de Cundinamarca, 1813
© Stacks & Bowers Auctions 

Rápidamente, otras provincias del Nuevo Reino de Granada –ahora configuradas como estados– declararon su independencia. Al mismo tiempo, emergieron visiones diferentes sobre la forma de gobernar. Las Provincias Unidas de la Nueva Granada (1811-1816), constituidas por los estados que defendían el federalismo, se enfrentaron con la capital, erigida en el Estado de Cundinamarca (1810-1816), que apoyaba el centralismo y era gobernada por Antonio Nariño (1765-1823). La acuñación de monedas siempre fue un negocio para los gobiernos. El 7 de agosto de 1813, el colegio electoral aprobó la solicitud de Nariño quien reclamaba la necesidad de acuñar monedas. La coyuntura política del momento exigía el cambio urgente de los símbolos coloniales, incluidos aquellos plasmados en las monedas de oro y plata acuñadas tanto en Santafé como en Popayán, por unos que representaran al nuevo régimen. El busto de Carlos IV fue reemplazar por el de una indígena coronada de plumas y rodeada por la leyenda “Libertad Americana” (imágenes 14 y 15).

 

Esta moneda, apodada “la China”, era de baja ley –de poca concentración de metal precioso– lo que significaba que con su uso el gobierno de Cundinamarca obtenía grandes utilidades. Ello permitió, en parte, financiar la campaña del sur encabezada por Nariño. Mientras tanto, el gobierno de las Provincias Unidas, que junto con Simón Bolívar (1783-1830) proyectaba la anexión de Cundinamarca, para contrarrestar la amenaza realista primero apoyó las aspiraciones de Nariño y, luego, atacó y tomó Santafé. En 1815, por decreto del 16 de marzo, el congreso legalizó la circulación de la China y dispuso que la moneda provincial de Cundinamarca circulara como moneda nacional, convirtiéndola en la primera moneda republicana.

 

Para entonces la reconquista española ya estaba en marcha. A finales de 1815, Pablo Morillo (1775-1837) logró capturar Cartagena y poco después venció a los demás patriotas, que carecían de recursos y cuyas fuerzas estaban desgastadas a causa los conflictos que habían sostenido entre ellos mismos. Bolívar, desde el exilio, planeaba recuperar la libertad, para lo cual procedió a buscar los recursos necesarios para enfrentar a un ejército mucho más organizado, con más experiencia y con mayores caudales. El fortalecimiento de las fuerzas independentistas se financió con prestamos locales y extranjeros, para ello, nuevamente se recurrió al papel mediante certificados de deuda que solo serían válidos tras el triunfo de los patriotas. Aportes de comida, tropas, armas, alimentos, animales, dinero, joyas, medicinas, y demás artículos necesitados por el ejército libertador, quedaron plasmados en simples hojas de papel cuya validez estaba sustentada en la reputación del firmante. Dichos documentos existen como fieles testigos del esfuerzo común hacia la libertad (imagen 16).

 

Después del triunfo patriota en el pantano de Vargas y Boyacá, comenzaría el establecimiento de la Republica. Este proceso tardaría varios años, mientras se recuperaban los demás territorios dominados por las fuerzas realistas. Como es de suponer, los tenedores de certificados de deuda comenzaron a cobrarlos. En consecuencia, el Gobierno tuvo que organizar sus arcas, sus recursos y, de algún modo, comenzar a reconocer oficialmente dicha deuda. Para poder llevar a cabo este proceso, en 1826 se creó el Crédito Nacional y se imprimieron formatos prediseñados con elementos de seguridad y medidas de control. Existieron varios tipos, destacándose los de deuda consolidada entregados en nombre del Gobierno de la primera República de Colombia (1819-1830), conocida como la Gran Colombia (imágenes 17 y 18).

[16]
Vale por 2600 pesos que reconoce el aporte de cien novillos gordos y cien pesos en efectivo por el ciudadano Antonio Rosas, firma José Cayetano Vásquez
© Andrés Cortázar

[17-18]
Certificados de deuda pagadera y deuda consolidada de Colombia, emitidos después de la creación del Crédito Nacional en 1826
© Andrés Cortázar

[19]
Detalle de un certificado de deuda consolidada en el que se especifica que la Nueva Granada asume el 50% de la deuda grancolombiana
y hace entrega al tenedor de “obligaciones equivalentes” en formatos granadinos
© Andrés Cortázar 

Tras la muerte de Bolívar en diciembre de 1830, Colombia se dividió en tres países. Algo todavía más complejo que lo político debía resolverse: la deuda. En 1834 se sentaron las bases de como cada país debía asumir la parte de la deuda que le correspondía. La Nueva Granada asumió el 50%, mientras que Venezuela y Ecuador, respectivamente, un 25%. Los títulos de deudas consolidada grancolombianos debieron ser cancelados y en su remplazo se entregaron formatos de deuda consolidada granadina. La cancelación del formato se hacía mediante un sello y se procedía a devolver los formatos para que los tenedores fueran a cobrar lo correspondiente tanto en Venezuela como en Ecuador (imagen 19).

 

El nacimiento de la Republica de la Nueva Granada (1831-1858) trajo consigo un sinnúmero de acuñaciones y emisiones monetarias de diferentes tipos, que, al igual que sus predecesoras, evocan acontecimientos de nuestra historia. Entonces se creó el Tesoro Nacional, encargado de las primeras emisiones en papel, mientras que las casas de moneda de Bogotá, Popayán y Medellín harían su parte con lo referente a las monedas (imagen 20). En 1861, Tomas Cipriano de Mosquera (1798-1878) hizo los primeros intentos de establecer curso forzoso de billetes como medida para financiar los enfrentamientos contra el Perú (imagen 21). Dichos acontecimientos fueron la antesala de la masificación de la banca privada, la cual existió legalmente desde 1865 hasta que durante el mandato de Rafael Núñez (1825-1894) se manifestó la intención de crear un solo emisor mediante la figura, fracasada, del Banco Nacional. No fue sino hasta 1923 cuando se logró establecer la banca centralizada gracias a la fundación del Banco de la República, entidad que ha regulado hasta nuestros días la política monetaria (imágenes 22 y 23).

[20]
Billete de Tesorería emitido en 1843
© Andrés Cortázar

[21]
Billete emitido por Tomas Cipriano de Mosquera para financiar la guerra contra el Perú, 1861
© Andrés Cortázar

[22-23]
Certificado de consignación de oro de la Casa de la moneda de Medellín con resello del Banco de la República, 1923
© Andrés Cortázar 

Para nuestro país es motivo de celebración que cumplamos cuatro siglos de identidad monetaria. Esta puede ser analizada y estudiada a través de piezas numismáticas. Monedas, billetes, medallas y otros elementos monetarios son vestigio de momentos de nuestra historia que no deben olvidarse. Estas piezas nos recuerdan acontecimientos que merecen exaltación y remembranza.

 

* Ingeniero industrial y de sistemas, Florida International University. Magíster en Economía y Comercio Internacional, Universidad de Shanghai. Presidente de la Fundación Numismáticos Colombianos, (numiscol), asesor de la Colección Numismática del Banco de la República.