El juicio final, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, 1673, actualmente en la iglesia de San Francisco, Bogotá
Septiembre de 2015
Por :
Credencial Historia

OBRA DESTACADA: 'EL JUICIO FINAL'

El barroco fue el estilo que produjo la iglesia católica en Europa como reacción a la andanada protestante, dentro de su programa el temor se hizo presente a manera de autoflagelación, tal sentimiento de dolor produjo hechos sublimes al combinar el horror de las escenas con el placer de ver pinturas preciosamente elaboradas, tal es el caso de El juicio final, una pintura de finales del siglo XVII.

Se trata de una obra magnífica en la que el pintor Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (1638-1711) logra hacer alarde de un dominio técnico sobresaliente. En este óleo sobre tela de lino y de gran formato (282 x 463 cm), el autor retrata a cada uno de los personajes remitiéndose a los estrictos preceptos iconográficos que el Concilio de Trento (1545-1563) estableció para la representación de imágenes sagradas. 

El juicio final es una obra de la etapa madura del artista, en la que es evidente su maestría como dibujante, haciendo que su representación de la figura humana deje de ser tan esquemática, como en aquellas etapas tempranas donde los cartones y los calcos de estampas guiaban sus formas. En este cuadro el trazo es más libre y la pintura se define con mayor carácter, fue aplicada produciendo un efecto de suavidad propio de la capacidad ilusoria que tuvo el arte durante el período colonial. Este hecho se hace evidente en la manera como se dibujó a Jesucristo en la parte superior, allí podemos ver un cuerpo girado, en aquella posición que los italianos llamaron scorzo y que desde Masaccio consiste en hacer dibujos anatómicos con precisión y en perspectiva. 

El cuadro se divide en dos zonas horizontales que albergan, de forma simultánea, a los personajes que dominaron el imaginario devocional del catolicismo como expresión fulgurante de la contrarreforma. Rojo es el manto que cubre el cuerpo de Cristo entronado, tal sección elaborada en fina cochinilla (Dactylopius coccus) se constituye en el centro visual de la pintura, generando una simetría bilateral que reparte bendiciones a diestra y siniestra. A la derecha del “hijo de Dios” aparece la Virgen María, le sigue santo Domingo de Guzmán, luego san Francisco de Asís, continúa santa Clara y termina con san Francisco de Paula. A la izquierda del Mesías se encuentra san José, lo acompañan san Agustín de Hipona, san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús y a la distancia se ubica san Juan de Dios. Tal disposición y variedad de imágenes religiosas hace recordar el rico repertorio edilicio que alojaba fabulosas obras de arte en las principales ciudades del Nuevo Reino de Granada y, en general, en las principales ciudades de Hispanoamérica. 

En el mismo eje central del cuadro, pero más abajo, aparece san Miguel arcángel de espalda, quien asiste a las benditas almas que van al purgatorio procurando la salvación mediante un texto que dice: “Juzga Señor según tu magna misericordia”; mientras que a la derecha el demonio marca la senda que dice: “Juzga Señor según tu recta justicia”. 

La fábula mística que Michel de Certeau ha descrito tan bien en sus análisis aparece retratada no solo en las figuras de las advocaciones de la Virgen María y en las figuras de los santos sino, de manera especial, con la invención del purgatorio y la ratificación de la existencia del infierno. En el cuadro estos dos espacios son determinantes, el primero a la izquierda muestra a las almas que suplican con piedad el perdón de sus pecados, el segundo a la derecha es el mundo de las tinieblas, allí con dramatismo habita “el maligno”, una bestia que combina fragmentos de cuerpos de animales con formas humanas. En el cuadro, el lindero entre purgatorio e infierno lo define la presencia de un súcubo que se ubica en la parte central e inferior de la pintura, se trata entonces de la aparición del demonio en forma de una mujer que recurre a su belleza para hacer caer a los hombres en desgracia. 

Este cuadro posee un rico repertorio de significados, sin embargo la manera como está distribuido hace que su lectura sea clara y se cumpla el fin aleccionador que tenía el arte como elemento evangelizador. Otros cuadros coloniales de purgatorios, como el del Museo de Arte Religioso de Pamplona, siguen el mismo esquema descendente. Sin embargo, este juicio final de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos está tan bien elaborado que es digno de ser tenido en cuenta como una de las obras maestras del arte colombiano. El lector podrá visitarlo en la Iglesia de San Francisco en Bogotá, allí sobre un confesionario se ubica esta enorme pintura que fue realizada para instruir a los feligreses en el campo moral de manera rotunda y contundente. El temor al castigo durante el juicio final se retrata en la obra cuando se muestra a una persona que emerge de su tumba para ir a saber qué camino irá a tomar. Este cuadro tuvo que generar muchos sentimientos de incertidumbre y zozobra entre los fieles, es en ese profundo sentimiento conmovedor que radica su arte.