02 de noviembre del 2024
 
Marzo de 2019
Por :
Juan Pablo Duque Cañas* Arquitecto, magíster en Filosofía, doctor en Historia. Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia.

LA MALOCA AMAZONICA

Cuando escuchamos el término maloca, en general pensamos en construcciones indígenas americanas. En efecto, estas edificaciones de gran envergadura son características de los pueblos que habitan las selvas amazónicas suramericanas que comparten Colombia, Venezuela, Brasil, Perú e inclusive Bolivia.

Las malocas son construcciones en las cuales se afianza la cohesión social de cada pueblo indígena en el Amazonas y son tradicionales en la región selvática que comparten estos países, por lo cual se trata de una tipología que no se encuentra exclusivamente en Colombia, como sí ocurre con otras arquitecturas indígenas como las de los koguis. De acuerdo con algunos investigadores, maloca querría decir espacio interior grande para cobijar a las personas y en la cual se pueden ejecutar diversas actividades colectivas además de pernoctar y protegerse de los peligros exteriores.

 

Maloca Kuebi. Ilustracióndel autor.

 

Estas construcciones, debido entre otras cosas a su notable tamaño, cayeron en desuso durante muchos años en ciertas regiones, ya que fueron objeto de atención de los misioneros católicos que veían en ellas espacios paganos que debían desaparecer. En Brasil, Perú y Colombia este riesgo se acentuó especialmente entre los siglos XIX y XX por la implementación de misiones de evangelización y adoctrinamiento ejecutadas por la Iglesia y avaladas por los respectivos gobiernos.

 

Maloca comunidadde Puerto Lago, río Mirití. Fotografía de Gaia Mazonas. Fuente: http://gobernanzaparalaamazonia. blogspot.com/p/ visto-bueno-las-acciones-del-proyecto.html

 

La maloca es una edificación enteramente elaborada con elementos vegetales disponibles en el contexto en el que se asientan, como respuesta adaptada al medio ambiente en el que la lluvia, el calor y la humedad prevalecen. También existen otras construcciones conocidas como cocameras, más básicas y temporales, utilizadas por grupos humanos antiguos, con formas ovaladas conformadas por palmas que hacían el papel de pared y cubierta al mismo tiempo.

Algunas malocas se elevan del terreno para evitar las inundaciones, con lo cual se logra no solo anticiparse a esta circunstancia sino también regular la temperatura interior. Cuando se va a construir la maloca, se trazan los ejes en los que se incrustan los horcones básicos y los shungos, y para los pilotes se emplea madera resistente a la humedad. La disposición espacial está condicionada por el trazado de cuatro ejes en cada uno de los sentidos, los cuales generan internamente un espacio central y dos laterales que, ya entrecruzados, dan como resultado una planta octogonal y nueve subespacios internos.

La maloca es para convivir, no para vivir individualmente. En la maloca se exponen y manejan las problemáticas sociales, para enfrentarlas y aprenderlas a manejar.

 

Dependiendo del grupo étnico, en las malocas se hace prevalecer alguno de los dos sentidos para que la nave central y dos de las laterales conformen una direccionalidad dominante que coincide con un elemento crucial en la maloca: la existencia de dos orificios triangulares o culatas que, a manera de ventana, permiten la entrada de los rayos del sol, la circulación del aire interior y la evacuación del humo producido por los fogones.

La cubierta en paja tejida, a manera de peine, se despliega a partir del eje principal de cubierta dado por la dirección del espacio central en dos superficies inclinadas en ángulo cercano a los 45°, con esto se permite que el agua se deslice rápidamente por ella en época de lluvias y no penetre al interior. Los costados menores y las cuatro esquinas ochavadas presentan cubiertas de menor envergadura, con la misma inclinación de las mayores. Algunos grupos indígenas como los huitotos redondean las cubiertas de las cuatro esquinas, y en algunos casos la planta de la edificación se muestra ovalada.

El uso de las malocas está definido por órdenes sociales jerarquizados. En general, el curaca o jefe clánico y su familia ocupan la parte alta del fondo. A los costados de la puerta principal se dispone el tambor con el que se dan las señales manguaré, mientras que al lado contrario se ubican las hamacas para todos los invitados a las actividades. El resto de los espacios laterales están ocupados por los grupos familiares, y el espacio central se reserva siempre para las danzas y ceremonias, enmarcadas por las cuatro grandes columnas que se ubican en la intersección de los ejes estructurales internos. Los usos se distribuyen de acuerdo con la esencia de lo opuesto pero complementario, necesaria para la reproducción de la sociedad.

 

Muchos indígenas construyen casas palafíticas que disponen como satélites alrededor de la maloca con la intención de dormir autónomamente.

 

Las columnas y las vigas que configuran el armazón son una representación del esqueleto de la Madre, y los muros y las cubiertas son su piel. Cada maloca tiene un dueño o autoridad espiritual que ostenta este dominio por pertenecer a un determinado linaje, por su conocimiento de las tradiciones y creencias, y por ser un conector no solo entre la comunidad sino entre ella y los espíritus del territorio.

En la maloca se trasmiten las historias y creencias ancestrales y su espacio trasciende el ámbito del cobijo para configurarse como el ámbito de lo simbólico, donde los ritos y lo que representan contactan al hombre con lo sagrado. Es el vientre, el centro del universo en el cual se representa el arquetipo celestial que vincula lo profano con lo sagrado. Cada grupo le adjudica nombres particulares a sus partes, pero en esencia simbolizan lo mismo.

Derivado de la influencia externa, muchos indígenas construyen pequeñas casas palafíticas que disponen como satélites alrededor de la maloca, con la intención de dormir autónomamente y guardar lo que no es colectivo, y se preserva la maloca para acciones comunales entre las que está la preparación de la comida, del cazabe y la coca. De esta manera, de cada maloca dependen grupos humanos de entre 50 y 80 personas.

 

Corregimiento de Tarapacá en el departamentoAmazonas.

 

Los mitos determinan la importancia de la maloca. Para los indígenas ufaina, por ejemplo, los cuatro inmortales Imarimákana insisten en la necesidad de establecer un espacio desde el cual a los hombres les sea posible manejar el mundo y propiciar el curso que va del caos al orden. Al principio, los hombres viven bajo las raíces de los árboles, como cualquier otro animal. Para concebir un ámbito propio, los cuatro inmortales construyen para los hombres varios espacios habitables y le piden al abuelo Yaifotsirímaki, el hijo de los que son jaguar o pensamiento, que les provea de hojas para la cubierta de la maloca. Pero para Yaifotsirímaki ninguna de esas casas es una maloca, ya que la maloca es para convivir, no para vivir individualmente. En la maloca deben exponerse y manejarse las problemáticas sociales, para enfrentarlas y aprenderlas a manejar. Debe aprenderse allí, en conjunto, a conservar la naturaleza, a convivir con lo sobrenatural.

Por esto Yaifotsirímaki les recomienda que dejen a los hombres seguir viviendo como animales y que sigan dependiendo de otros para mediar en sus problemas. Ante la insistencia, Yaifotsirímaki accede finalmente a mostrarles el secreto para organizar el espacio a partir del cual los hombres puedan manejar correctamente el mundo. Pero como contraprestación les pide ofrendas de coca y tabaco, plantas con las cuales los hombres podrán entrar en trance, ver la realidad trascendente y contactarse en él. Así, cuando los cuatro inmortales aprenden a dividir los espacios desde el centro indicado, y cuando los hombres ya saben que no son animales sino gente, Yaifotsirímaki les entrega las hojas para el techo, con la condición de siempre acceder a estas hojas para techar en circunstancias religiosas, lo  que posibilita el contacto de los hombres y Yaifotsirímaki en el proceso. Sin embargo, los cuatro inmortales ignoran el cumplimiento estricto de las instrucciones y sueltan las hojas, las cuales se dispersan en la selva, esto hace posible que cualquiera las recoja sin entrar en contacto con Yaifotsirímaki. Esta profanación del uso de la hoja provoca que los hombres se vean obligados ellos mismos a tejer las cubiertas que antes se tejían solas.

Este mito nos muestra que la esencia de la maloca es, en efecto, la de propiciar la convivencia entre los hombres, la discusión pero también el entendimiento, la tolerancia y la actuación prudente. Es por tanto un espacio comunal por excelencia donde las actividades profanas y sagradas se entremezclan como contrarios complementarios.

Es válido entonces pensar que la maloca nos muestra que el sentido de la arquitectura no es el de venerarla por su magnificencia, o por el poderío o la riqueza que representa, sino por ser el elemento esencial de la configuración social de cada grupo humano y de su necesidad de pensarse en términos de colaboración y convivencia.

 

Bibliografía

 

  1. Marussi, F. Arquitectura vernacular amazónica. Lima, Universidad Ricardo Palma, 2004.
  2. Miranda, R. “La maloca: arquitectura vernacular amazónica susten”. Consensus, 17(1), 129-142, 2012.
  3. Von Hildebrand, M. “Notas etnográficas sobre el cosmos ufaina y su relación con la maloca”. Maguaré, 2(1), 177-210, 1983.
  4. Maloca Kuebi. Fotografía de Theodor Koch-Grünberg, 1904. Fuente: https://pib.socioambiental.org/es/Povo:Etnias_do_Rio_Negro
  5. Maloca comunidad de Puerto Lago, río Mirití. Fotografía de Gaia Mazonas. Fuente: http://gobernanzaparalaamazonia.blogspot.com/p/visto-bueno-las-acciones-del-proyecto.html
  6. Construcción de maloca en Jutica. Fotografía de Theodor Koch-Grünberg, 1903-1905. Fuente: http://www.foirn.org.br/povos-indigenas-do-rio-negro/as-malocas/