05 de octubre del 2024
 
[1] Cauca medio (Quimbaya) – Periodo temprano Recipiente para cal en forma de fruto (Poporo Quimbaya) 500 a.C – 700 d.C, Colombia, Antioquia, Angostura Vaciado a la cera perdida con núcleo en tumbaga, 23,5 x 11,4 cm o00015 © Clark M. Rodríguez / Museo del Oro del Banco de la República El Poporo Quimbaya es clasificado actualmente como un recipiente para cal perteneciente al estilo de orfebrería Quimbaya Temprano o Clásico que se desarrolló en el valle medio del río Cauca en los primeros siglos de nuestra era. [2] Aspecto de uno de los primeros montajes del Poporo Quimbaya © Archivo Histórico del Museo del Oro.
Abril de 2021
Por :
MARÍA ALICIA URIBE VILLEGAS* Y HÉCTOR GARCÍA BOTERO**

La colección del Museo del Oro del Banco de la República en el siglo XXI

En marzo de 1939, el Ministerio de Educación le pidió al Banco de la República[1] a través de una comunicación a su gerente general que “comprar[a], para conservarlos, los objetos de oro y plata de fabricación indígena y de época precolombina”[2]. La nota hacía referencia a un “jarrón de oro” propiedad de la señora Magdalena Amador de Maldonado que por su valor monetario no podía ser adquirido por el Ministerio. El objeto era el conocido Poporo Quimbaya (imágenes 1 y 2), notable artefacto de orfebrería reportado por primera vez a mediados del siglo XIX en Antioquia. La señora Amador de Maldonado era heredera del empresario antioqueño Coroliano Amador (1835-1919), uno de los hombres más ricos del país a finales del siglo XIX y comienzos del XX[3].

 

Tras la compra del Poporo Quimbaya, el Emisor inició su labor de coleccionista público de orfebrería prehispánica adquiriendo importantes colecciones nacionales privadas como las de la librería El Mensajero, Leocadio María Arango (1831-1918) y Santiago Vélez[4]. En 1944, el Banco publicó el primer catálogo de su colección con el nombre de Museo del Oro. Su introducción fue redactada por Gregorio Hernández de Alba (1904-1973), para ese entonces jefe del Servicio Arqueológico Nacional, y contaba con textos descriptivos de Luis Alfonso Sánchez Valderrama, investigador del Instituto Etnológico Nacional. En la década siguiente, la colección del Museo del Oro, que hasta entonces se exhibía en la sala de juntas de la gerencia del Banco de la República en Bogotá, comenzó a ser mostrada en espacios de acceso público, aunque restringido, en el edificio Pedro A. López donde funcionaba la entidad (imágenes 3 a 5).

 

Entre 1940 y 1970, el Museo del Oro dejó de ser exclusivamente una colección para convertirse en una institución museológica. Durante la década de 1960, los acervos del museo fueron clasificados e investigados por arqueólogos nacionales y extranjeros, entre los que se destacan Paul Rivet (1876-1959), Carlos Margain, José Pérez de Barradas (1897-1881) y Alicia Dussán de Reichel-Dolmatoff (1920). El edificio construido por el Banco en el Parque Santander, en pleno corazón de Bogotá, para albergar y exhibir la colección fue inaugurado en 1968 (imagen 6). Por entonces también se consolidó el equipo de trabajo del museo, el cual incluía expertos en antropología, conservación, educación y museografía. Las décadas siguientes estuvieron marcadas por una elevada producción de investigaciones, publicaciones y exposiciones nacionales e internacionales, así como por la creación de seis museos regionales, que expandieron la presencia y el impacto del Museo en el país y en el exterior. En 2008, el Museo del Oro culminó un proyecto de renovación que, en conjunto con la remodelación y ampliación del edificio, ofreció la oportunidad para actualizar las investigaciones y la narrativa curatorial de la exposición permanente y los espacios y actividades de restauración y divulgación de las colecciones (imágenes 7 y 8).

 

CARACTERÍSTICAS DE LA COLECCIÓN: PROCEDENCIAS Y MATERIALES

El coleccionismo del Museo del Oro ha concentrado su interés en los procesos socioculturales, los territorios y los periodos asociados a las tradiciones metalúrgicas prehispánicas del actual territorio colombiano. En consecuencia, del acervo total de la colección, compuesta hoy en día por cerca de 54.000 objetos, los de orfebrería constituyen el 65%, seguidos por los elaborados en otros materiales como cerámica (26%), piedra (6%) y aquellos fabricados en concha, madera y fibras vegetales y animales (3%). La intención de coleccionar objetos diferentes a los de orfebrería ha estado orientada por el deseo de entender y exhibir, en su conjunto, la diversidad de la cultura material de las sociedades que desarrollaron las tradiciones metalúrgicas de las cuales se ocupa el museo, tanto en sus exposiciones como en sus investigaciones. En términos espaciales, el departamento del Magdalena, en donde se ubican las tradiciones metalúrgicas de los periodos Nahuange y Tairona de la Sierra Nevada de Santa Marta, es el de mayor representación en la colección con un 35%. Le siguen los departamentos del Valle del Cauca, Nariño y Sucre, con un 11% cada uno. A su vez, las piezas originarias de la cuenca media del río Cauca (Quindío, Risaralda, Caldas y Antioquia) representan el 9% de la colección y aquellas del altiplano cundiboyacense (Bogotá D. C., Cundinamarca y Boyacá) el 7%. No han sido frecuentes los ingresos de artefactos arqueológicos de la Orinoquia y la Amazonia, ni de la cultura material asociada a las ocupaciones humanas anteriores al año 500 antes de nuestra era, fecha aproximada de las primeras evidencias de metalurgia prehispánica en Colombia (imágenes 9 y 10).

 

[3] Colección de orfebrería prehispánica exhibida en la sala de juntas de la gerencia del Banco de la República en la década de 1940
© Archivo Histórico del Museo del Oro.

[4-5] Primeros espacios públicos de exhibición del Museo del Oro en el edificio Pedro A. López, en el centro de Bogotá
© Archivo Histórico del Museo del Oro.

[6] Edificio del Museo del Oro
© Archivo Histórico del Museo del Oro.

Este edificio, inaugurado en 1968, fue diseñado por Germán Samper Gnecco de la firma Esguerra, Sáenz, Urdaneta y Samper Arquitectos, la cual también había diseñado para el Banco de la República la sede de la Biblioteca Luis Ángel Arango, inaugurada en 1958.

 

En su gran mayoría, los objetos de la colección del Museo del Oro no provienen de excavaciones arqueológicas científicamente controladas (imagen 11). Por el contrario, se trata de objetos que han sido excavados en actividades de guaquería, oficio practicado en algunas regiones del país principalmente por campesinos colonizadores de la frontera agrícola, ganadera y minera. Respecto a las colecciones adquiridas directamente a los guaqueros o a intermediarios y coleccionistas, el museo ha tenido que enfrentarse constantemente al desconocimiento de su contexto arqueológico. Ante este desafío, el museo ha investigado estos artefactos, en especial mediante el análisis estilístico, la arqueometalurgia –especialidad de la arqueología dedicada a la indagación científica de los artefactos de orfebrería–, y la interpretación de las investigaciones arqueológicas desarrolladas en las regiones de las cuales proceden los objetos.  

 

LA CESIÓN DE TENENCIA

La Constitución de 1991 marcó la pauta para el desarrollo de un nuevo marco de legislación para el patrimonio arqueológico en el país. Con la expedición de la Ley General de Cultura (ley 397 de 1997 y las modificaciones de la ley 1185 de 2008) y, en especial, con el decreto 833 de 2002, fue prohibida la compra y venta de los objetos que integran el patrimonio arqueológico de la nación. Esta transformación impactó las prácticas de coleccionismo del Museo del Oro, pues al Banco de la República ya no le fue posible continuar con su participación en el circuito comercial de objetos arqueológicos como comprador. Pero lejos de lamentar tal cambio, el museo ha contribuido a la divulgación y apropiación de la nueva legislación que, en definitiva, fortalece las acciones de preservación y valoración para el cuidado del patrimonio arqueológico[5].

[7 y 8] Salas “Cosmología y simbolismo” y “La Ofrenda” de la exposición permanente del Museo del Oro en Bogotá, renovadas en 2008
© Clark M. Rodríguez / Museo del Oro del Banco de la República

[9] Alto Cauca – Periodo tardío
Pectoral antropozoomorfo con figuras zoomorfas

900–1600 d.C, Colombia
Vaciado a la cera perdida en oro, 16,5 x 13,31 x 2,1 cm O06414 © Juan Mayr / Museo del Oro del Banco de la República

 

[10] Alto Magdalena (Tierradentro) – Periodo medio
Máscara
200 a.C – 900 d.C, Colombia, Cauca, Páez Martillado y repujado en oro, 8,7 x 12,7

o28918 © Clark M. Rodríguez / Museo del Oro del Banco de la República

[11] Cordillera Oriental – Periodo muisca
Figura votiva que representa una ceremonia (Balsa Muisca)
600–1600 d.C, Colombia, Cundinamarca, Pasca Vaciado a la cera perdida en tumbaga, 10,2 x 10,1 x 19,5 cm
Colección del Museo del Oro del Banco de la República, O11373 © Héctor Fabio Zamora / El Tiempo

El decreto 833 de 2002, y otras reglamentaciones posteriores, han normalizado la cesión de tenencia como la nueva figura para conservar objetos del patrimonio arqueológico[6]. Esta figura del orden jurídico permite que personas naturales y jurídicas, públicas y privadas, tengan objetos arqueológicos, sin que ello signifique que sean sus propietarios. El patrimonio arqueológico pertenece a la nación, es decir, a la ciudadanía presente y futura en su conjunto. Las personas o instituciones que tienen estos bienes arqueológicos lo hacen en representación de la ciudadanía y siempre con la autorización del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), máxima autoridad colombiana encargada del patrimonio arqueológico. Aunque a lo largo de su historia el Museo del Oro ha incrementado sus colecciones por compra, donación y entrega, resulta novedoso que en el siglo XXI la cesión de tenencia sea la única opción para aumentarlas, escenario que ha demandado nuevas estrategias de articulación entre la institución, el coleccionismo y la investigación arqueológica. Las cesiones de tenencia que han nutrido la colección en el marco de la nueva legislación provienen de dos vertientes principales: objetos de colecciones arqueológicas privadas conformadas antes de la vigencia de la actual reglamentación y objetos procedentes de excavaciones arqueológicas relacionadas con los procesos socioculturales relevantes para la comprensión de la colección del Museo del Oro. No cualquier objeto por el hecho de ser arqueológico ingresa a la colección. Además de las consideraciones sobre su origen sociocultural –se continúa privilegiando a los artefactos relacionados con las sociedades orfebres–, se tienen en cuenta los contextos de hallazgo, las condiciones de conservación, la importancia para la investigación, la representatividad en la colección y las posibilidades para su exhibición.

 

Del primer grupo puede señalarse una colección particular originaria de Manizales ingresada en 2013, la cual estaba conformada por 61 objetos de cerámica y 6 de piedra. Aunque no proceden de excavaciones científicas, se trata de piezas interesantes para la colección y en excelente estado de conservación, lo que permite su adecuada investigación y exhibición. Entre estas piezas se destaca una alcarraza (imagen 12) del complejo cerámico Marrón Inciso, muy poco representado en la colección y cuyo estudio es esencial para comprender la cultura material de las sociedades que produjeron la orfebrería del estilo Quimbaya Temprano. Asimismo, dicha colección incluía vasijas y cuencos de diferentes complejos cerámicos asociados a las poblaciones que elaboraron y usaron la orfebrería del estilo Quimbaya Tardío (imagen 13). En consecuencia, la colección es relevante para conocer acerca de las poblaciones prehispánicas de la cuenca media del río Cauca entre el primer siglo de nuestra era y los inicios de la colonia.

 

Por su parte, de las colecciones provenientes de investigaciones arqueológicas pueden destacarse cuarenta artefactos ingresados a la colección en 2019. Estos proceden de excavaciones de arqueología preventiva realizadas en el proyecto de infraestructura vial Corredor Perimetral Oriental de Cundinamarca. Fueron encontrados en un sitio arqueológico identificado a las afueras de Bogotá D. C., en la carretera que conecta a la capital con el municipio de Sopó, donde fueron recuperados cinco conjuntos de ofrenda con artefactos de orfebrería y cerámica estrechamente relacionados con otros materiales de la colección del Museo del Oro (imagen 14). Este conjunto ofrece valiosa información científica que contribuye a ampliar el conocimiento sobre las ofrendas muiscas, un tema que ha sido objeto de investigación y exposición en el museo[7]. 

 

[12] Complejo Marrón Inciso
Alcarraza
Cerámica, 16,6 x 14,5 cm
C13600 © Clark M. Rodríguez / Museo del Oro del Banco de la República.

[13] Complejo Aplicado Inciso
Vasija
Cerámica, 8,6 x 13 x 10,9 cm
c13645 © Clark M. Rodríguez / Museo del Oro del Banco de la República.

Estas dos piezas pertenecieron a una colección particular de Manizales e ingresaron por cesión de tenencia al Museo del Oro en 2013.

[14] Ofrendatarios y objetos de ofrenda hallados durante las excavaciones de arqueología preventiva en el proyecto de infraestructura vial Corredor Perimetral Oriental de Cundinamarca

Ingresaron por cesión de tenencia al Museo del Oro en 2019.

 

EL FUTURO DEL PASADO: LA COLECCIÓN DEL MUSEO DEL ORO EN EL SIGLO XXI

Aunque el ingreso de nuevos objetos a la colección del Museo del Oro del Banco de la República se ha reducido y transformado en su composición a lo largo del siglo XXI, no debe perderse de vista lo esencial: el compromiso del Museo del Oro con la investigación, conservación y divulgación del patrimonio arqueológico de la nación. Las prácticas de coleccionismo de la institución se han adecuado a las normativas recientes, las cuales expresan una transformación importante en la sensibilidad colectiva sobre el patrimonio arqueológico. Al considerar estos objetos como inalienables, inembargables e imprescriptibles, no se le resta valor al patrimonio arqueológico, sino que, por el contrario, se resalta que su valor excede al que puede tasarse en dinero. Lejos de ser una mercancía, que puede comprarse o venderse, el patrimonio arqueológico es la memoria de la humanidad y, en el caso de la colección del Museo del Oro, de la nación colombiana.❧

 

* Antropóloga de la Universidad de los Andes, estudió Arqueología mesoamericana e historia del Arte en la Duke University de Carolina del Norte, Estados Unidos. Magíster en Estudio de artefactos del Institute of Archaeology, University College London, Inglaterra. Directora del Museo del Oro desde 2010.

 

** Antropólogo y magíster en antropología social de la Universidad de los Andes. Curador de las colecciones del Museo del Oro desde 2010.

 

[1] Es una práctica extendida de los bancos centrales nacionales tener colecciones de distinta naturaleza como se señala en Danae Kyriakopoulou, “The art of central banking”, Global Public Investor (OMFIF, 2020).

[2] “Acta #505 del Comité Ejecutivo del Banco de la República, 30/03/1939”, Archivo Central del Banco de la República (ACBR), depósito 3, isla 15, caja 373-3, f. 609a-609b.

[3] Luis Fernando Molina, “Coroliano Amador, El burro de oro: un empresario del siglo XIX”, Credencial Historia 43 (1987).

[4] “Acta #561 del Comité Ejecutivo del Banco de la República, 06/11/1941”, ACBR, depósito 3, isla 15, caja 373-3, f. 638a.

[5] María Alicia Uribe, Eduardo Londoño, Juan Pablo Quintero y Héctor García Botero, Museo del Oro: una mirada desde el patrimonio arqueológico (Bogotá: Banco de la República, 2012).

[6] Gonzalo Castellanos, Régimen jurídico del patrimonio arqueológico en Colombia (Bogotá: ICANH, 2011).

[7] María Alicia Uribe Villegas, Marcos Martinón-Torres, Eduardo Londoño y Juan Pablo Quintero, Historias de ofrendas muiscas (Bogotá: Banco de la República, 2013).