Febrero de 2013
Por :
Maryelis Rivero Sena

La Botica Román en Cartagena

“Su apariencia en general era bella y reposada: mesa de mármol  chapada y rejillas de cristal viejo reloj colonial al frente del mostrador y por el adorno mejor de pureza diamantina, dos redomas de anilina llenas de luz y color”.
Daniel Lemaitre
 

Un caso de práctica farmacéutica en Colombia

DESPUÉS DE haber logrado la independencia con respecto a España, la mayoría de los gobiernos  latinoamericanos impulsaron las políticas de migración de europeos como una forma de atraer el progreso  hacia estas tierras.
En Colombia, entre las elites se dio cierta tolerancia a estas ideas. Según Frank Safford la migración europea hacia Colombia fue muy reducida con respecto a otros países como Argentina y Uruguay. A mediados del  siglo XIX habían llegado alrededor de 850 extranjeros, entre europeos y norteamericanos, la mayoría de ellos eran comerciantes; y se concentraron en Panamá, Bogotá, Honda y puertos del Caribe.1 El núcleo de  extranjeros que se ubicó en Barranquilla y Cartagena influyó de manera decisiva en el desarrollo de la actividad empresarial de ambas ciudades. La transformación económica y social de Barranquilla durante el  siglo XIX se debe en gran parte al liderazgo asumido por los inmigrantes en las diferentes actividades comerciales, de transporte y en la industria local.2 El número de extranjeros que llegó a Cartagena fue menor que el de Barranquilla, se resaltan grupos familiares como los Aycardi, Bossio, Emiliani, Mainero y Trucco,  Benedetti, Román y Picón entre otros.3

Además de Manuel Román y Picón,  se tiene noticias de que a Cartagena llegaron varios médicos y farmaceutas, entre ellos el farmaceuta alemán Hugo Biestes, quien comercializó con la quina en el Estado de  Santander y fundó en Bucaramanga en el año de 1863 la botica alemana y creó posteriormente una fábrica de sulfato de quinina. Los extranjeros Holgan y Bulgum, fueron los primeros boticarios que llegaron a Ocaña, según consta en el libro de fórmulas del boticario Alejandro Prince, quien ejerció la farmacia en esa ciudad  desde fi nales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX.4 La radicación en Colombia de médicos y  farmaceutas extranjeros ayudó al desarrollo de la ciencia farmacéutica en nuestro medio, como lo veremos a continuación con el caso de Manuel Román y Picón.

El propósito de este trabajo es estudiar los inicios y posterior modernización de la botica Román en manos de su fundador Manuel Román y su hijo Henrique Román, en el periodo entre 1835 y 1914. Estudio que nos ayuda a analizar los cambios y continuidades en las prácticas de producción, recepción y venta de  medicamentos y en la formulación de discursos del saber de la farmacia.

Manuel Román farmaceuta y empresario

Manuel Román nació en Moguer, España en 1804, viajó a París a realizar estudios de farmacia, allí aprendió la depuración de la quina y regresó a España con la intención de realizar negocios con esta planta medicinal,5 esto lo motivó a viajar a Cartagena. Según fuentes de la época, a pesar de que el barco donde se transportaba naufragó cerca de Galerazamba, perdiendo su título de farmaceuta y demás elementos que lo acompañaban, logró llegar a salvo a Cartagena, el 24 de marzo de 1834.6

Manuel Román fundó el 12 de enero de 1835, con un capital de $37.oo, el primer establecimiento de producción farmacéutica en Colombia, laboratorio que funcionaría inicialmente con el nombre de Botica Román. Se entendía por botica en el siglo XIX, al espacio donde el profesor de farmacia preparaba y expendía las medicinas. El laboratorio que por mucho tiempo funcionó en la botica, se independizaría del lugar donde se expendían los medicamentos a fi nales del siglo XIX y se convertiría en el reconocido Laboratorio Román, quedando la Botica Román solo como espacio para almacenamiento y venta de los medicamentos.

Ese mismo día se casó con doña Rafaela Polanco, tuvo en total doce hijos. Cuatro mujeres: Soledad, Rafaela, María Dolores y Dolores Sabina, y ocho hombres: Gabriel, Manuel, Ricardo, Eduardo, Henrique, Antonio, Carlos y Fernando. La familia Román por inclinación hereditaria, se dedicó a la medicina y la farmacia. De los doce hijos que tuvieron Manuel y Rafaela, seis de ellos se destacaron en el mundo de la ciencia, la política y los negocios: Gabriel, Eduardo, Henrique, Ricardo, Carlos y Antonio.

La Botica Román desempeñó un gran papel en la historia social de Cartagena, por haber sido el lugar obligado de reunión. Situada en el punto más céntrico y no existiendo club ni otro sitio de diversiones era en ella donde  se daban cita los intelectuales de la ciudad.

Manuel Román aprovechó el valor curativo de plantas medicinales como: quina, zarzaparrilla, ipecacuana,  jalapa, cáscara sagrada, entre otras, para la fabricación de medicamentos destinados a resolver los problemas de salud de la población de Cartagena y de los habitantes de las zonas aledañas. Siendo Cartagena, una ciudad portuaria, estuvo siempre expuesta a sucesivas olas de epidemias, que eran difíciles de combatir, tal es el caso de epidemias como la viruela, la malaria, la anemia tropical, el cólera morbo, la fiebre amarilla, fiebre tifoidea y difteria.7 La ciudad carecía de médicos y farmaceutas titulados para atender a los enfermos. Los pocos médicos que se aventuraban a prestar sus servicios se lamentaban de la pobreza de la ciudad y de sus habitantes; a estas  circunstancias, se le agregaba la falta de medicamentos al alcance de los sectores más vulnerables a contraer endemias. En un medio donde la atención médica y el suministro de medicamentos era un privilegio de ricos, la noticia de que había una botica cuyos ungüentos, jarabes, emplastos, balsámicos y demás, estaban al servicio de los más menesterosos, se difundió rápidamente entre aquellos habitantes.8

Los conocimientos y habilidades que poseía Manuel Román sobre la producción y venta de medicamentos,  junto con su iniciativa de elaborar productos que estuvieran al alcance de los sectores populares de la población, le permitió rápidamente asegurar el control sobre el mercado de los medicamentos. El primer producto farmacéutico elaborado en el Laboratorio Román fue el depurativo compuesto de Manuel Román, a base de zarzaparrilla, biyoduro de mercurio y yoduro de potasio, recomendado por él como un antisifi lítico. También elaboró el elíxir antiasmático Román a base de poli-yoduros y de jugos de plantas balsámicas y  sedantes.9

Además de preparar productos magistrales, Manuel Román se dedicó a la elaboración de especialidades farmacéuticas originales de su “casa Román”.10 La creación de nuevos productos que permitieran satisfacer  nuevas necesidades con el menor costo por unidad de producto, se constituye en una de sus innovaciones como empresario farmacéutico. Así mismo, con el fin de abastecer la demanda de las poblaciones cercanas a la región, amplió al interior de la botica el espacio destinado a la elaboración de medicamentos. Entre los nuevos específicos elaborados encontramos: las píldoras específi cas, depurativo compuesto y zarzaparrilla.

Manuel Román tuvo como fuente el conocimiento popular que existía sobre el poder curativo de las plantas que era utilizado por yerbateros, curanderos, y otros representantes de la medicina alterna, y aplicó este saber a la elaboración de sus propios productos. La combinación de los saberes locales y los conocimientos científicos, se vio reflejada en la elaboración de productos cuya materia prima eran las plantas locales (quina, ipecacuana, bálsamos de Tolú, de Perú, de copaiba entre otras). Estas plantas la mayoría de las veces eran exportadas a Europa para ser procesadas y posteriormente vendidas a los boticarios nacionales a precios mucho mas elevados que el de las materias primas –un ejemplo de ello es el sulfato de quinina11–. Así  también la introducción de específicos y bases químicas para la fabricación de medicamentos de la gama científi ca extranjera, eran dados a conocer en nombre de un saber mágico cuyo poder de curación se  consideraba incuestionable.

No existen datos cuantitativos sobre el monto total de la producción y distribución de los medicamentos elaborados, ni de los productos importados por la Botica Román en el periodo que va de 1835-1874. Pero por los datos que reposan en una fuente de primera mano de la ciudad de Cartagena, como es el texto de Urueta y Piñeres, el pequeño taller artesanal Román aparece como el iniciador de este tipo de oficio y comercializador de sus productos en Cartagena y la Costa Caribe,12 colocando al farmaceuta Manuel como el  precursor de la industria farmacéutica en el país.

La Botica Román tenía pocos competidores en la región, pues sólo existían las boticas de García fundada en 1847, la de Francisco Villareal en 1856, la de Joaquín Vásquez en 1876 y las mencionadas anteriormente. Estas boticas tenían un radio de acción limitado, pues si bien la función del profesor de farmacia era la de  preparar y expender las medicinas en su botica, la mayoría de éstas solo distribuían mercancías importadas para la localidad. Al parecer la carencia de botica era algo generalizado en el país. Según el viajero Isaac Holton: “A mediados del siglo XIX en Bogotá sólo existían 5 boticas, las cuales no eran tan llamativas como las de Norteamérica. El sistema de pesas y medidas utilizado en la formulación de recetas es antiguo y dista mucho del sistema legal y actualizado que es el francés”.13

La edad de oro del Laboratorio Román

El desarrollo científico y técnico gestado a nivel mundial a finales del siglo XIX, facilitó la transformación y expansión de la Botica Román en laboratorio químico moderno.14 El lugar que era destinado a la elaboración de medicamentos al interior de la botica, se independizó de ésta para dar origen al moderno Laboratorio Román. La botica, dejó de ser entonces el espacio donde se elaboraban los medicamentos para quedar reducida solo al expendio de éstos.

Dado que el ensanchamiento de las industrias farmacéuticas europeas acapararía lentamente el mercado de países en vías de desarrollo como el nuestro, Henrique Román uno de los hijos de Manuel Román asumiría con su llegada a la dirección del laboratorio en 1874, el proceso de modernización de este establecimiento.

La farmacia y el nuevo laboratorio pasarían de una tradición artesanal a una elaboración industrial de los  medicamentos. Las drogas producidas en el laboratorio seguían un proceso químico altamente industrial,  debido a la importación de maquinarias: aparatos de esterilización, llenadores, rayos ultravioleta, entre otros;  personal extranjero calificado y los estímulos a la creación de empresas que recibió durante el periodo de la  regeneración, especialmente lo relacionado con la exención del pago de impuestos por mercancías importadas. La introducción de maquinaria extranjera hizo necesaria la traída de personal calificado (químicos), quienes se encargarían en un primer momento de la producción; algunos de ellos se quedarían trabajando en forma indefinida en el laboratorio, como los alemanes Henry Ruber, Guacker, Edward Bussing y Konrand Schuber, los italianos: Calixto Giordanengo y F. E Trinchero.

El ensanchamiento de la producción, a través de la producción e importación de nuevos medicamentos era difundida en medios como la Revista de la Farmacia Román. Así mismo, el establecimiento de relaciones con personalidades políticas como Rafael Núñez, ayudó a Henrique Román a fortalecer su empresa.15 Henrique L. Román se vio favorecido por el matrimonio de su hermana Soledad Román con Rafael Núñez; este parentesco le permitió a él y a sus hermanos Carlos Antonio y Eduardo, contar con algunos privilegios en los negocios; las prebendas y monopolios familiares en la administración pública de Núñez. Esto sucedía justamente en un periodo donde las redes familiares y los lazos de parentesco entre propietarios de pequeñas industrias y  personajes vinculados a la vida política, favorecían no solo el monopolio en el sector económico, sino también la hegemonía en la vida política y social.16

Henrique Román había podido superar la simple elaboración de fórmulas magistrales e inventar y apropiar específicos como lo había hecho Manuel Román. El trataba de ponerle fin a toda una época de farmacia artesanal que se remontaba a los orígenes de la botica de su padre. Pero no todos los farmaceutas pensaban como Henrique, pues había quienes encajaban en ese tipo perfecto de antiguos boticarios, negándose a cambiar la sabiduría de su vieja farmacopea, para ponerse a tono con la farmacia moderna.17 En este caso  Henrique Román constituye un paradigma de la modernización de la industria de productos farmacéuticos a nivel regional y nacional.

Los productos elaborados en el Laboratorio Román surtían por lo general a las boticas del interior y otras  regiones; la preparación de específicos en su casa y el uso de plantas medicinales de la región para la elaboración de algunos medicamentos, le permitió mantener un relativo dominio con respecto a las drogas creadas con alta cientificidad en los laboratorios extranjeros.18 Aunque algunos de los medicamentos prepara dos eran el resultado de la combinación de bases químicas y extractos naturales, que según producían efectos  maravillosos, milagrosos. Así mismo, los medicamentos producidos en el Laboratorio Román eran superiores en cantidad y calidad a la de otros laboratorios y farmacias que aun permanecían en una escala artesanal.  Entre ellos, la de Francisco Villareal e Hijos, elaboraban sólo el agua de Kananga; también el Dr.  Gastelbondo, gotas antirreumáticas y los Hermanos Delgado el infalible vermífugo Delgado y F & A Franco un equivalente de la emulsión de Scott, entre otros.19 Estos establecimientos eran en su mayoría receptores de medicamentos y útiles de aseo, entre otros productos.

El precio de los productos mantenía un valor relativamente accesible a las clases populares, éstas recibían igualmente medicamentos y atención gratis,especialmente los niños, quienes eran  atendidos personalmente en la farmacia por Henrique, por ello fue popularmente reconocido en la práctica de la caridad entre las clases más necesitadas de Cartagena y llamado más tarde el “benefactor de Cartagena.”

En 1889 los Laboratorios Román obtienen una medalla de oro en la exposición nacional realizada en la ciudad de Cartagena, demostrando su importancia dentro del contexto nacional. 20 La idea de llegar a constituirse en la primera industria farmacéutica a nivel nacional era algo complejo, dada la competencia de la industria  extranjera. Pero las estrategias utilizadas por Henrique para controlar el mercado interno fueron muy diversas  y tuvieron resultados relativamente positivos. Una de sus estrategias fue producir medicamentos similares a los europeos.

Las innovaciones introducidas por Henrique eran de todo tipo, pues además de incentivar la creación de empresas (importando maquinarias), se apropió de la producción de la famosa curarina Juan Salas Nieto, que le daría reconocimiento a su industria a nivel nacional y en el extranjero. A finales del siglo XIX, la curarina fabricada por Román fue exportada a países de Centroamérica entre los que figuraban Panamá y Guatemala, así mismo a Estados Unidos, Francia y Venezuela.21

Para finalizar vale la pena decir que si bien las industrias farmacéuticas europeas y norteamericanas lograron controlar desde las primeras décadas del siglo XX el mercado de los medicamentos a nivel mundial, el  laboratorio Román no fue desterrado del todo, pues aun hoy sigue funcionado y produciendo la famosa curarina Juan Salas Nieto, demandada por los sectores populares de la región.22 Confirmando la continuidad  de una tradición industrial artesanal que parece no haber acabado pese a los cambios científicos introducidos  en la práctica de la ciencia farmacéutica de hoy.