05 de octubre del 2024
 
[1] Taller inca desconocido Vestido (anacu) de una pacoaclla Ca. 1530, algodón y fibra de lana de vicuña tejidos, 168 x 240 cm Reg. 205 © Museo Nacional de Colombia / Ernesto Monsalve Pino Esta pieza fue donada por el mariscal Antonio José de Sucre (1795-1830), ingresó al Museo en 1826.
Diciembre de 2020
Por :
Santiago Robledo Páez * Historiador de la Pontificia Universidad Javeriana, magister de la EHESS-París. Investigador de la Curaduría de Historia del Museo Nacional de Colombia.

El Museo Nacional de Colombia y sus colecciones (1823-1946)

El Museo Nacional de Colombia fue establecido en 1823. Desde entonces, esta institución ha cambiado de sedes, crecido, sufrido y se ha transformado. Dicha supervivencia no es un fruto exclusivo de la inercia o la casualidad. Durante su accidentada trayectoria, los diferentes actores involucrados en su mantenimiento han considerado valioso el esfuerzo intelectual y económico que ha implicado su permanencia. Esto es particularmente notable en un medio como el colombiano, donde los recursos destinados para la protección de la cultura y el desarrollo de las ciencias siempre han sido limitados. Sin embargo, la constatación de la persistencia de la institución no debe hacernos creer que su carácter ha sido inamovible. A lo largo de su historia casi bicentenaria, las funciones del Museo Nacional se han ido transformando. Consecuentemente, también se han modificado sus colecciones. En el periodo que abordaremos en este artículo, el cual comprende desde su fundación hasta justo antes de su instalación en la sede actual, este pasó de ser un museo de ciencias naturales a uno principalmente histórico. Sin embargo, en el entretanto, las colecciones del Museo Nacional también reunieron objetos de interés científico, económico y artístico.

 

UN MUSEO DE CIENCIAS NATURALES

El Museo Nacional de Colombia fue fundado junto con una Escuela de Minas en 1823, e inaugurado en 1824. Originalmente, estas fueron instituciones dedicadas a la producción de conocimientos relacionados con las ciencias naturales. Ello implicaba la conformación de colecciones de interés científico, integradas por muestras minerales y especímenes botánicos y zoológicos. Se esperaba que el trabajo de investigación realizado en el museo y la escuela contribuyese al conocimiento de la flora, la fauna y los recursos minerales del territorio, información que debía facilitar el tan anhelado progreso de la nueva república. Es decir, además de una vocación científica, en sus primeros tiempos el museo tuvo finalidades económicas: para poder explotar los recursos naturales, estos debían descubrirse, inventariarse y estudiarse.   

 

Francisco Antonio Zea (1766-1822), impulsor de la fundación del museo, había insistido en su Manifiesto a los pueblos de Colombia sobre la necesidad de constituir una voluntad política para la instauración del nuevo Estado, hecho que se haría factible gracias a la ingente riqueza del territorio. El Museo y la Escuela de Minas debían ser actores principales en el proceso de conversión de aquellas riquezas potenciales en realidades efectivas. María Paola Rodríguez Prada ha evidenciado que la reunión y el estudio de colecciones, así como la enseñanza de disciplinas como la mineralogía, reflejaron un proceso “de adaptación y construcción de los aparatos del saber, gracias a la agencia de unos actores que, a pesar de estar arraigados en tradiciones disímiles de formación intelectual, buscaban, en últimas, alcanzar los mismos objetivos de instrucción pública y prosperidad”.    

 

 

[2] Autor desconocido

Llave del castillo de San Carlos de Maracaibo

1823, plata y oro fundidos, 19,5 x 7,5 x 1,6 cm

Reg. 891

© Museo Nacional de Colombia / Samuel Monsalve Parra

 

Esta pieza fue obsequiada a Simón Bolívar (1783-1830), quien la remitió al Museo en 1826.

 

[3] Fábrica de loza La Bogotana (1834-ca. 1900)

Jarras y palangana

Ca. 1845, mayólica, 46,5 x 44,7 x 33 cm, 13,1 x 18 x 12,7 cm y 9,3 x 15,6 (diámetro) cm Regs. 1109, 2641 y 1111

© Museo Nacional de Colombia / Ernesto Monsalve Pino

[4] Autor desconocido

Mascarilla de Juan José Neira

1841, yeso vaciado y cabello natural, 34 x 22 x 20 cm

Reg. 902

© Museo Nacional de Colombia / Ernesto Monsalve Pino

 

Juan José Neira (1793-1841), muerto durante la Guerra de los Supremos (1839-1842), fue honrado con la creación de una “Sala Neira” en el Museo Nacional donde se debía conservar las reliquias históricas. 

 

 

Si bien su vocación inicial fue científica, en esta primera época también comenzaron a incorporarse otra clase de objetos a las colecciones. Rodríguez Prada señala que la identidad del museo cambió gradualmente: “a los especímenes mineralógicos del gabinete y a los ejemplares zoológicos y paleontológicos que vinculaban la institución con las ciencias naturales, se agregaron objetos de arqueología, etnología e historia” (imágenes 1 y 2).

 

[5] Autor desconocido

Medalla Libertador de Quito

1822, plata, 2,4 (diámetro) x 0,2 cm

Reg. 1377

© Museo Nacional de Colombia / Samuel Monsalve Parra

 

Fue donada por José María Muñoz en 1887.

 

 

La disolución de la República de Colombia en 1830 y la subsecuente confusión política no resultaron fatales para el museo. Joaquín Acosta (1800-1852), su director entre 1832 y 1837, además de incentivar el aumento de la colección de ciencias naturales, incorporó al museo piezas arqueológicas, históricas, artísticas y manifestaciones de la emergente industria local. Así, el museo comenzó a contar con objetos como los retratos de los virreyes, pinturas europeas y piezas elaboradas por la fábrica de loza recientemente establecida en Bogotá (imagen 3). Iniciaba así la transformación de la institución, que empezó a consolidarse como un museo enciclopédico de carácter nacional enfocado en la enseñanza de conocimientos técnicos y científicos, como antes, pero también de temáticas históricas y morales. 

 

 

[6] Maerten van Cleef (1527-ca. 1581)

Escena campesina

1575, óleo sobre madera, 76,5 x 107 cm

Reg. 2239

© Museo Nacional de Colombia / Juan Camilo Segura

 

Pintura donada hacia 1890 por Soledad Acosta de Samper (1833-1913).

 

 

UN MUSEO CIVILIZADOR

Si bien a mediados del siglo XIX el museo experimentó un periodo de relativa decadencia, este continuó siendo el repositorio de elementos considerados útiles para el progreso de la nación, tales como manufacturas y minerales. Asimismo, devino el espacio para la consagración de héroes patrios, instalándose en sus salas retratos de algunos militares de la Independencia y de las guerras civiles (imagen 4). Para inicios de la década de 1860 sus colecciones se habían separado, constituyéndose un Herbario Nacional, gabinetes de mineralogía y zoología y un museo de objetos históricos y curiosos. Asimismo, se había establecido un gabinete de pintura con las obras de arte colonial procedentes de las comunidades religiosas expropiadas. Para entonces, el museo histórico se subordinó al director de la Biblioteca Nacional y las demás colecciones fueron entregadas a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, institución educativa establecida en 1867. Dichas colecciones, depositadas en el edificio de las Aulas (actual sede del Museo Colonial), fueron reunidas de nuevo mediante la Ley 34 de 1881 que refundó el Museo Nacional. La renovación del museo implicó la obtención de su autonomía respecto a la Universidad.

 

[7] Autor desconocido

Museo Nacional

Ca. 1918, fotograbado, Libro azul de Colombia

© Library of Congress

 

Estas fotografías muestran la disposición del Museo Nacional en el Pasaje Rufino Cuervo, donde fue su sede entre 1913 y 1922.

 

[8] Autor desconocido

Museo Nacional

Ca. 1918, fotograbado, Libro azul de Colombia

© Library of Congress

 

Estas fotografías muestran la disposición del Museo Nacional en el Pasaje Rufino Cuervo, donde fue su sede entre 1913 y 1922.

 

 

El museo debía “enaltecer los recuerdos históricos de la patria, favorecer el adelanto de las ciencias” y, desprendiéndose de este último aspecto, ofrecer “muestras de los tesoros con que ha sido favorecido [el país] con abundancia i variedad infinitas”. A partir de ese momento, el Museo Nacional de Colombia fue considerado un instrumento civilizador. Allí, más que representarse la nación –como argumenta cierta historiografía reciente–, debían presentarse algunos aspectos de la Historia Patria y de la Historia Natural del territorio, con el objeto de favorecer la consecución del progreso y otros fines específicos de índole pedagógica. En otras palabras, se esperaba que en el museo se presentara un relato histórico donde se destacaran personajes y acontecimientos gloriosos del pasado nacional –particularmente del periodo de la Independencia–, lo cual debía proveer modelos de ciudadanía y enaltecer la tradición republicana (imagen 5). Sus colecciones de historia natural debían servir tanto para facilitar la producción de conocimientos sobre dichas temáticas, como para la promoción de la explotación de los recursos naturales. Las muestras de la industria nacional evidenciaban los adelantos locales en el aspecto material del proceso civilizatorio. Finalmente, las bellas artes tuvieron un espacio incipiente, siendo también muestras de la capacidad de los artífices nacionales (imagen 6).

 

 

[9] Autor desconocido

Museo Nacional

Ca. 1918, fotograbado, Libro azul de Colombia

© Library of Congress

 

Estas fotografías muestran la disposición del Museo Nacional en el Pasaje Rufino Cuervo, donde fue su sede entre 1913 y 1922.

[10] Autor desconocido

Museo Nacional

Ca. 1918, fotograbado, Libro azul de Colombia

© Library of Congress

 

Estas fotografías muestran la disposición del Museo Nacional en el Pasaje Rufino Cuervo, donde fue su sede entre 1913 y 1922.

 

 

Este Museo Nacional renovado, con precedentes en las políticas educativas del Olimpo Radical (1863-1878), constituido durante el primer gobierno del liberal Independiente Rafael Núñez (1825-1894) y acrecentado, reorganizado y catalogado durante la Regeneración (1878-1900) y la Hegemonía Conservadora (1900-1930), continuó aspirando a la consecución de dichos objetivos múltiples hasta mediados de la década de 1930. Este periodo de su historia se caracterizó por un gradual y progresivo incremento de sus variadas colecciones, ello a pesar de algunos momentos de estancamiento, como la Guerra de los Mil Días (1899-1902). Sin embargo, la falta de presupuesto condujo al museo a depender sobre todo de donaciones y remisiones, siendo imposible a causa de sus recursos limitados la compra de muchos de los objetos que se le ofrecían en venta (imágenes 7 a 10).

 

[11] Autor desconocido

Sala de los aborígenes del Museo Nacional

1923, fotograbado, El Gráfico, Número 631

© Santiago Robledo Páez

 

 

En 1888 se realizó una visita oficial al museo, entonces localizado en el edificio de Las Aulas. En la primera de sus salas se exhibía la galería de retratos históricos coloniales y republicanos (presidentes de la república, próceres y demás notabilidades). El segundo espacio, de mayor envergadura, albergaba las demás colecciones. Allí figuraban, entre otros objetos, las banderas remitidas al museo durante las Guerras de Independencia, recuerdos de Bolívar, objetos arqueológicos y etnográficos, la colección numismática y pinturas coloniales. En esta segunda sala también se mostraban las colecciones mineralógicas, zoológicas y botánicas. Entre estas, se destacaron aquellas de “plantas útiles por sus aplicaciones industriales y mercantiles”. Gerardo Arrubla (1872-1946), autor junto con Jesús María Henao (1866-1944) del manual histórico que por generaciones instruyó a los escolares colombianos, en 1922 reorganizó el museo en sus nuevos locales en el Edificio Pedro A. López, actual sede del Ministerio de Agricultura (imágenes 11 a 14). Por primera vez, sus colecciones se ordenaron de manera que presentaban un relato cronológico lineal. Aquella disposición caracterizaría las salas históricas de la institución por décadas, tanto en aquella sede como en el Panóptico –su sede actual– después de 1948.

 

[12] Gumersindo Cuellar Jiménez (1891-1958)

Salas del Museo Nacional de Colombia

Ca. 1930, fotografía en blanco y negro

Brblaa 746641-8, 746641-2 y 746641-3

© Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango / Mario Cuéllar  

[13] Gumersindo Cuellar Jiménez (1891-1958)

Salas del Museo Nacional de Colombia

Ca. 1930, fotografía en blanco y negro

Brblaa 746641-8, 746641-2 y 746641-3

© Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango / Mario Cuéllar  

 

[14] Gumersindo Cuellar Jiménez (1891-1958)

Salas del Museo Nacional de Colombia

Ca. 1930, fotografía en blanco y negro

Brblaa 746641-8, 746641-2 y 746641-3

© Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango / Mario Cuéllar  

 

 

EL FIN DE UNA ÉPOCA

Las reformas educativas de la República Liberal (1930-1946) facilitaron la emergencia de nuevos espacios para la formación y trabajo intelectual. Estos ámbitos contribuyeron a la gradual institucionalización y modernización de ciertas disciplinas como la arqueología y las ciencias naturales. Entonces se comenzó a investigar en campos del conocimiento para cuya práctica potencial se habían reunido previamente ciertas colecciones del Museo Nacional, colecciones cuyo estudio científico era inviable en esta institución por limitaciones presupuestales y de personal. En tal periodo se instauraron el Servicio Arqueológico Nacional (1938) y el Instituto Etnológico Nacional (1941). Además, por iniciativa de Gregorio Hernández de Alba (1904-1973), en 1940 abrió sus puertas al público el Museo Arqueológico. Entre 1938 y 1944, dicha institución recibió las antiguas colecciones arqueológicas y etnográficas del Museo Nacional. Asimismo, a partir de 1936 las colecciones zoológicas se entregaron a Enrique Pérez Arbeláez (1886-1972), director del Museo de Ciencias Naturales de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. Se considera que el actual Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional tuvo su origen en 1938, cuando se decidió trasladar la colección zoológica al Departamento de Botánica, entidad transformada en el Instituto de Ciencias Naturales en 1940.

 

También se ordenó el traslado de pinturas coloniales al naciente Museo de Arte Colonial y de otras obras al Museo de Bellas Artes. Entonces, el Museo Nacional se vio reducido a sus colecciones históricas. Entre 1942 y 1948 su acervo fue almacenado en varios depósitos. El restablecimiento del Museo y la reunión de las colecciones en un solo espacio sólo se logró parcialmente en 1948, cuando el Museo Histórico, el de Bellas Artes y el de Arqueología y Etnografía fueron trasladados al edificio del Panóptico. Sin embargo, este museo reconstituido ya no fue el museo civilizador de los decenios precedentes.  

 

 

Bibliografía:

 

1 Armando Martínez Garnica, Historia de la Primera República de Colombia, 1819-1831 (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019), 110-112.

2 María Paola Rodríguez, “Colecciones y saberes: construcción patrimonial del Museo Nacional de Colombia y de la Escuela de Minas (1823-1830)”, Apuntes 30, n.o 2 (2017): 16.

3 María Paola Rodríguez, Le Musée National de Colombie 1823-1830. Histoire d’une création (París: L’Harmattan, 2013), 382.

4 Libardo Sánchez, “Entre el prestigio y la instrucción pública: análisis de la donación de José María Aguillón al Museo Nacional en 1836”, Cuadernos de Curaduría, n.o 14 (2019): 100-101.

5 Libardo Sánchez, “El Museo bajo la dirección de bibliotecarios (1840-1866)”, en Guion científico de la Sala 1: La historia del Museo y el Museo en la historia. Documento de trabajo, ed. Curaduría de Historia del Museo Nacional (Bogotá: Museo Nacional, 2019), 3.

6 “Ley 34 de 1881 (20 de mayo) por la cual se dispone la formación de un Museo Nacional”, Diario Oficial, No. 5029, mayo 25, 1881: 9167.

7 Gonzalo A. Tavera, “Circular relativa al Museo Nacional”, Diario Oficial, No. 4511, septiembre 15, 1879: 7091

8 Enrique Álvarez y Fidel Pombo, “Diligencia de visita”, Diario Oficial, No. 5080, junio 8, 1888: 588.

9 Clara Isabel Botero, El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia. Viajeros, arqueólogos y coleccionistas 1820-1945 (Bogotá: ICANH-Universidad de los Andes, 2012), 247-248

10 Carlos E. Sarmiento, “Museo de Historia Natural”, en Patrimonio de la Nación (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2017), 152.