Autor desconocido | Colocación de la lápida dedicatoria para la primera piedra del Museo de Ciencias Naturales Alejandro de Humboldt. 1959, fotograbado © Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia
Febrero de 2021
Por :
Carlos E. Sarmiento M.*

El Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia colecciones para la formación de un ideario de nación

La conformación de colecciones biológicas podría verse como una labor exótica de personas alejadas de los aspectos más importantes de la vida. Sin embargo, si eso fuera así, ¿por qué durante más de cinco siglos las potencias han patrocinado expediciones científicas que documentan y coleccionan especies? Sus razones abarcan la identificación de nuevos recursos económicos, el posicionamiento político, y por supuesto, la contribución a la construcción de nuestra percepción del mundo. Los museos e instituciones de investigación de la biodiversidad se convirtieron en testimonios y centros de documentación de la información recopilada. A su vez, fue connatural en ellos el surgimiento de espacios para divulgar estos saberes al público. Se ha reconocido que esa información es inútil si no ayuda a concretar la cosmovisión de las sociedades o a generar un sentido de nación.

 

El diálogo sostenido con un turista extranjero que visitó en 2017 el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia, sirve como testimonio de la importancia de los museos en el imaginario occidental. Se le preguntó por las razones de su visita y su respuesta fue contundente: "¿Es lógico venir acá no? es una ciudad de más de nueve millones de habitantes en un país que se precia de megadiverso, ¡debe tener un Museo de Historia Natural!". Actualmente, el museo divulga y potencia la valoración de la biodiversidad del territorio colombiano, así como la historia de sus primeros pobladores. La generación de nuevos conocimientos es tarea de su institución madre, el Instituto de Ciencias Naturales. Esta situación, además de la rica historia de sus colecciones, hace necesario, parafraseando la famosa metáfora, un recuento de los gigantes sobre cuyos hombros descansa la institución.

 

Gumersindo Cuéllar Jiménez (1891-1958)
Museo Nacional. Salón V. Ciencias Naturales Ca. 1930, fotografía en blanco y negro.
Brblaa 746641-9 © Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango / Mario Cuéllar

 

Francisco Antonio Zea (1766-1822) incentivó la creación de un museo en el sentido francés: una entidad que llegaría a estudiar la biodiversidad, la arqueología, la etnografía, la historia y el arte. Allí mismo se formarían profesionales útiles para la nación. Esta, fundada en 1823, se llamó primero Museo de Historia Natural y luego Museo Nacional. Contó con el apoyo de grandes científicos como Georges Cuvier (1769-1832), Alexander von Humboldt (1769-1859), Juan María Céspedes (1776-1848) y Francisco Javier Matís (1774-1851). Posteriormente, Francisco de Paula Santander (1792-1840) integró el museo a la Universidad Central, antecesora de la Universidad Nacional de Colombia. Allí se reunieron colecciones, muchas hoy desaparecidas, de flora, fauna, paleontología, minerales y objetos arqueológicos. El Museo Nacional sufrió problemas económicos y tuvo varias sedes, instalándose en la actual solo hasta 1948. Asimismo, a lo largo del tiempo este se redefinió y parte de sus colecciones originaron otras instituciones museales, tales como la Quinta de Bolívar (1920) y el Museo de Arte Colonial (1942).

 

Autor desconocido
Colocación de la lápida dedicatoria para la primera piedra del Museo de Ciencias Naturales Alejandro de Humboldt.
1959, fotograbado
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de
Colombia

 

Sala de antropología
2008
© El Tiempo / Diego Caucayo

 

 

Montaje del esqueleto de ballena
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia

 

 

 

Visitantes en una exposición temporal
2017
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia

 

 

 

 

Las colecciones botánicas y zoológicas del Museo Nacional fueron entregadas a la Universidad Nacional, respectivamente, en 1903 y 1935. Estas fueron importantes para los comienzos del Instituto de Ciencias Naturales, el cual desde entonces contó con especímenes de alto valor expositivo. Como ejemplo puede mencionarse un ciervo rojo, Cervus elaphus, que había sido entregado al Museo Nacional en 1918 como un gesto diplomático del rey de España. La colección botánica se consolidó en el Herbario Nacional Colombiano (HNC) gracias a la labor del jesuita Enrique Pérez Arbeláez (1886-1972). Después, esta pasó al Laboratorio Químico Nacional en donde fue incrementada con ejemplares de fauna usados para la docencia. En 1936, el HNC fue adscrito al Departamento de Botánica, que contaba con jardines y exhibiciones para la enseñanza. El inconstante apoyo gubernamental llevó a que la rectoría de la universidad entregara parte de esas colecciones al Ministerio de Agricultura. Cerca de cien mil ejemplares terminaron en un depósito. Muchos se perdieron, incluyendo la colección de insectos constituida por Luis María Murillo (1896-1974), pionero del control biológico de plagas. Parte de los acervos supervivientes regresó luego a la universidad. Para 1938 el Museo de Historia Natural se encontraba en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, localizada en el centro de Bogotá. Finalmente, el 22 de septiembre de 1938, el Consejo Directivo de la universidad adscribió el museo al Instituto de Botánica ubicado en uno de los edificios de la recientemente inaugurada Ciudad Universitaria. Allí se realizaron exposiciones florales cuyo ingreso costaba cinco centavos. Además, aumentaron las colecciones de otros grupos biológico, lo que impulsó a que en 1940 se renombrase el instituto, el cual fue designado Instituto de Ciencias Naturales.  

 

Sala Evolución
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia

 

Sala Peces de Agua Dulce de Colombia
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia

 

Durante esta etapa de la existencia del museo, prolongada hasta la década de 1970, se destacó la labor de los ornitólogos Carlos Lehmann (1914-1974), José Ignacio Borrero (1921-2004) y Antonio Olivares (1917-1975) quienes buscaron presentar exposiciones para el público. Carlos Lehmann afirmó lo siguiente: “Este museo es por lo tanto un centro educativo, especialmente para los alumnos de los colegios y escuelas de Colombia, que con frecuencia y bajo la dirección de sus profesores de zoología lo visitan”[1]. A pesar de las limitaciones de espacio, en 1946 el museo ya era un atractivo importante. En los años cincuenta el instituto se trasladó al edificio ocupado actualmente por el Departamento de Biología, sin embargo, no contaba con un espacio propio para las exposiciones.

 

Una ballena encalló y murió cerca a Turbo, Antioquia, en 1958. Varios profesores, incluyendo a Carlos Eduardo Acosta (1919-2001) y Jorge “El Mono” Hernández (1935-2001), recuperaron los huesos de este animal de veinticinco toneladas. En 1959, una comisión de la Fundación Ibero-Americana de Hamburgo y personalidades del gobierno colombiano conmemoraron el centenario de la muerte de Alexander von Humboldt. Entonces, el director del instituto José Pablo Leyva (1911-1962), promovió la idea de construir el Museo de Historia Natural “Alejandro de Humboldt” el cual, según los planos desarrollados, contaría con jardín botánico, zoológico y planetario. La primera piedra, instalada el 24 de abril de ese año, subsiste solitaria en el terreno localizado entre el Departamento de Biología y el instituto.

Ese mismo año el instituto participó en la V Feria Exposición Agropecuaria, iniciativa del ganadero Oliverio Lara Borrero (1905-1965) apoyada por la Corporación de Ferias y Exposiciones y el Ministerio de Agricultura. Allí se instaló una muestra de animales vivos y preparados entre los que se encontraban varios adquiridos al taxidermista Pedro Giacometto y el esqueleto de la ballena. Otro espécimen zoológico destacado fue un cóndor preparado para su exhibición por el técnico Arturo Rodríguez y por el profesor Jorge Hernández, gestor de buena parte del Sistema de Parques Nacionales de Colombia. Antes de morir, dicho cóndor sirvió de inspiración para las pinturas de Alejandro Obregón (1920-1992), y, después de taxidermizado, figuró en las fotografías de graduación de muchos biólogos de la universidad.

 

Especímenes exhibidos en las salas Aves, Artrópodos, Reptiles, Mamíferos y Mundo Marino.
© Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de Colombia

 

Gracias al rector José Félix Patiño (1927-2020), en 1964 el museo se reactivó. Entonces contó con un curador y una junta directiva integrada por el decano de Geología, el director del Instituto de Ciencias Naturales y la directora del Museo Nacional. Las colecciones crecieron con preparaciones del taxidermista Giacometto, material rescatado de los incendios del 9 de abril de 1948 y ejemplares del instituto usados para la enseñanza. La universidad adecuó espacios donde se dispusieron las diferentes secciones del Museo de Historia Natural: botánica, zoología, mineralogía, petrografía y geología. Esta última incluía temas de paleobotánica y un llamativo mastodonte hallado en el barrio Meissen de Bogotá. En el montaje museográfico participaron el profesor Jorge Hernández, estudiantes y personal del instituto, de las facultades de Arquitectura y Bellas Artes y del Museo Nacional. En el Museo de Historia Natural se ofrecían visitas guiadas y conferencias semanales. Para 1966 esta institución recibía unos mil quinientos visitantes semanales. En 1973, el Consejo Superior Universitario reunió el museo y el instituto en una unidad denominada Instituto de Ciencias Naturales-Museo de Historia Natural.

 

En 1970 se había terminado el edificio ocupado actualmente por el museo y el instituto. Éste fue diseñado por arquitectos de la universidad y el profesor Jorge Hernández con el propósito de disponer salas idóneas para la exhibición de especímenes muy grandes. Entre 1972 y 1992, la ilustradora del instituto Eugenia Rico de Brieva ambientó varias de las exhibiciones y coordinó las visitas. En 1975 se instaló la primera sala dedicada a la evolución, la cual contaba con réplicas de cráneos de homínidos y de un cuerpo entero de Australopithecus afarensis elaboradas por Antonio Reyes. Bajo el liderazgo del profesor Gonzalo Correal, en 1985 se montó la sala de antropología con recursos del Banco de la República. Allí pueden apreciarse objetos de los primeros pobladores de Colombia, mucho más antiguos que los exhibidos en otras instituciones museales.

 

En la década de 1990 el museo se vio reducido a algunos animales dispersos y las salas de evolución y antropología. Las piezas geológicas y paleontológicas fueron entregadas al departamento de Geología. Entre 2000 y el 2004 el museo se reactivó y restauró bajo la dirección del profesor del instituto Enrique Forero. En 2001, se abrieron las salas de invertebrados, ambiente acuático, reptiles, botánica, aves, mamíferos y una para exposiciones temporales. Entonces se escribió un guión museológico completo donde se explicaban los ejes temáticos que aun estructuran al museo: evolución, biodiversidad y conservación. Además, el museo se conformó como una unidad de la Facultad de Ciencias orientada a la divulgación. Este proceso contó con la participación de un equipo de biólogos, diseñadores gráficos y diseñadores industriales e implicó la inclusión de elementos interactivos como el nuevo montaje de la ballena.

 

Entre 2004 y 2007 el museo fue muy activo gracias a un equipo de biólogos liderado por su directora, Yaneth Muñoz. Entonces la sala Mundo Acuático se transformó en Mundo Marino y se estableció el Club de Ciencias para niños. Al museo llegaron algunos de los ejemplares que habían integrado una significativa exposición sobre biodiversidad del Planetario Distrital, inexplicablemente desmontada. Entre 2008 y 2016 los directores Nivea Garzón, del instituto, y John Donato, del Departamento de Biología, propusieron expandir el museo y montaron exposiciones temporales que alcanzaron los trece mil visitantes. No obstante, las dificultades económicas condujeron a varios cierres. En esta época las redes sociales comenzaron a ser parte de la estrategia promocional del museo, el cual se integró a la Mesa Distrital de Museos.

 

Desde el 2016, la actual dirección, a cargo del profesor del instituto Carlos Sarmiento, ha potenciado el trabajo mancomunado con diversas instancias como la Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio y la Jefatura de la División de Museos de la Universidad Nacional. Ello para incentivar las intervenciones en las salas y desarrollar una estrategia de renovación. Todos los espacios de exhibición se han estandarizado, mejorando su calidad museográfica. En 2017 se renovó la sala de evolución y en 2020 la de artrópodos, espacios donde se incorporaron elementos de realidad aumentada. Además, en 2018 se creó la sala Peces de Agua Dulce de Colombia. Varias exposiciones temporales contaron con el apoyo de las empresas privadas. Todo esto contribuyó para que el número de visitantes se duplicara entre 2016 y 2019.

 

Actualmente, en 630 m2 las salas físicas del museo exhiben cerca de 556 especímenes distribuidos en las salas Aves, Artrópodos, Reptiles, Mamíferos, Mundo Marino y Evolución. También se muestran 229 muestras antropológicas y se dispone de la sala de exposiciones temporales. En las reservas se conservan cerca de 900 ejemplares. La pandemia implicó el cierre de las salas físicas durante casi todo el 2020. Sin embargo, la virtualidad se fortaleció mediante el uso de las redes sociales. Asimismo, gracias al apoyo del Distrito Capital, se abrieron cinco salas virtuales.

 

* PhD. Director Museo de Historia Natural. Profesor asociado del Instituto de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias, Universidad Nacional de Colombia.

 

 

Bibliografía:

[1] Carlos Lehmann, “Los estudios zoológicos en la Universidad Nacional”, Universidad Nacional de Colombia. Revista trimestral 1, (1944): 444.