Somos calentura

Y fue por allá, a mediados de los maravillosos años ochenta, cuando en las calles de las grandes ciudades de Estados Unidos de América, los jóvenes afroamericanos decidieron que sus diferencias, sus peleas entre pandillas, sus duelos por las mujeres y su forma de marcar territorio, no era necesariamente una actividad en la que se debía involucrar derramamiento de sangre, madres llorando a sus hijos muertos y largas condenas tras las rejas, porque, como una forma de lucha, que a la misma vez era una válvula de escape y una demostración de orgullo de la raza negra, ritmos como el hip-hop