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6 de Marzo de 2017
Por:
Redacción Credencial

El Nobel de Literatura, que hoy cumpliría 90 años, salió de Colombia acusado de vinculación con el M-19. Su abogado desde entonces, Alfonso Gómez Méndez, relató la historia de por qué Gabo terminó asilado en México, donde terminaron sus días.

¿Por qué Gabo terminó en México?

¿Cómo conoció a Gabo?

 

Fue en el año 1981, cuando estábamos en época del estatuto de seguridad. Un sector del Ejército logró que un guerrillero del M-19 vinculara a Gabo con este grupo. Él tuvo información de que ese proceso estaba andando; con la posibilidad de que lo capturaran, entonces pidió asilo en la Embajada de México.

 

¿Qué hacía usted en ese momento?

 

Yo era profesor universitario en el Externado, pero era un abogado en ejercicio. Tenía oficina con Jaime Castro, quien ya tenía una relación muy cercana con García Márquez, y le dijo: “Necesito un abogado penalista, escoge a alguien que conozcas para que me maneje esta situación”. Entonces Jaime Castro me dijo que si yo me encargaba, acepté, y Gabo me dio el poder.

¿En qué consistía el poder?

Un poder para que yo denunciara a las personas que estaban detrás de esto. Logré, finalmente, que una juez de Bogotá dictara una providencia en la cual se archivaba el proceso, porque quedaba claro que había habido un complot para tratar de vincular a Gabo con el M-19. Cuando me notifiqué, pues obviamente yo mantenía contacto con García Márquez para contarle en qué iba el proceso, le dije: Gabriel José (yo siempre le dije así), acaba de salir esta decisión. “Léeme Alfonso”. Se la leí total. Cuando terminé, me dijo: “Eso era lo que yo quería, que se demostrara evidentemente que había un complot contra mí”, y, además, porque aquí un sector de la derecha dijo que él se había inventado eso para promocionar sus libros. Entonces él me dijo: “Eso es suficiente para mí. Ya pido un pasaje para Colombia”, y evidentemente al otro día regresó al país.

¿Usted tuvo detalles de la investigación?

 

Desde luego, hubo un guerrillero que dijo que lo habían obligado a vincular a Gabo, con el cuento de que era comunista, que era guerrillero. Pero no, Gabo era un hombre de paz. Claro que tenía acercamientos con el M-19, pero para traerlos a la paz, como los tuvo con el Eln. 

¿Jamás militó?

No, entre otras cosas por el temperamento de Gabo, yo creo que él no militaba en nada. Aparte de ser escritor, era un hombre comprometido con una causa social. Él sí quería ver una Colombia distinta y en paz, y tengo entendido que estuvo ayudando a este Gobierno. 

 

¿Se descubrió quién estaba detrás del complot?

La juez lo dice así en su providencia: que hubo mandos medios de las Fuerzas Militares. Pero Gabo no tenía interés en meter a nadie en la cárcel. Ese era él. Desde el comienzo me dijo que estaba interesado en que se estableciera la verdad. Esa es otra cosa que Gabo siempre tuvo, mucho respeto hacia la justicia. Si un juez decía que tal cosa era cierta, como sucedió, para él era suficiente.

 

¿Y cómo se fue él del país?

La verdad, después de que él se fue, ya estando en México, fue cuando le pidió a Jaime Castro que ubicara al penalista, que terminé siendo yo.

¿Sus primeros contactos fueron entonces por teléfono?

Sí, es más, el poder está firmado en París. El primero, porque me firmó varios.

 

¿Cuándo se conocieron personalmente?

 

Cuando regresa al país, y ya él había terminado su condición de exiliado. Él valoró un gesto, que le pareció de mucho compromiso de mi parte en ese momento y en esas circunstancias. Pero se había encariñado con México, y resolvió residenciarse allá. Obviamente nunca perdió sus vínculos con Colombia. En Bogotá mantuvo siempre un apartamento y en Cartagena una casa. Y ese breve exilio resulta siendo la explicación de por qué García Márquez convirtió a México en su segunda patria. 

 

¿Defender en ese momento a Gabo le trajo a usted algún tipo de consecuencias?

El ambiente en ese momento era políticamente muy caldeado. Por ahí me hicieron un par de llamadas hartas. A raíz de este caso él decidió darme un poder general.

 

Interesante tener un poder general de García Márquez…

Tuve ese poder general hasta cuando me nombraron procurador general, y cuando salí de ese cargo lo restablecimos. Después me nombraron fiscal y se terminó, pero la amistad continuó el resto de la vida.

 

¿Cómo fue el caso de Relato de un náufrago?

 

Es fue un caso muy interesante por lo que implica. Ya en ese momento Gabo era premio Nobel. Alguien le aconsejó al marino Luis Alejandro Velasco que ahora que Gabo ganaba tanta plata, él podía tener derechos de regalías por Relato de un náufrago, porque, yo diría que como una expresión literaria, tal vez en la primera edición del libro, Gabo decía: “Los derechos de este libro son para quien verdaderamente se los merece, que es el marino Luis Alejandro Velasco”. Un gesto de generosidad que se expresó en que muchas veces Gabriel García Márquez le mandó plata. Entonces le dijeron, usted es coautor, y él resolvió demandar a Gabo con el argumento de que tenía que pagarle la mitad de las regalías de todas las ediciones, de todo lo que tuviera que ver con Relato de un náufrago, porque, según la demanda, había sido hecho a dos manos. Entre Gabo y él.

Pero el pleito lo ganó finalmente Gabo.

Demostramos que el único autor era Gabo. Es más, él me dijo: “después de que ganemos el pleito yo le regalo una plata al náufrago, el problema no es de plata, el problema es que yo no puedo, primero, ceder a una especie de extorsión, entre comillas, utilizo las comillas; segundo, admitir que no lo escribí”.

¿Cómo logró demostrar que el autor era únicamente Gabo, basado, obviamente, en la historia del náufrago?

 

Pedí una prueba técnica al juez, con eso me gané el pleito. Consistía en coger varios textos, y que unos peritos dijeran si había algún párrafo siquiera que hubiera podido ser redactado por Luis Alejandro. Recuerdo que entre los peritos estaban Juan Gossaín, Daniel Samper Pizano, y claro, el dictamen fue contundente. Con eso ganamos el pleito, que además es muy importante en la historia de los derechos de autor, porque eso demuestra que quien es el autor de la obra es quien le da forma, no el objeto de la obra. Curiosamente, ese juez es el hoy magistrado que preside la Corte Cons-titucional, Luis Ernesto Vargas Silva.

 

¿Por qué, con el antecedente de ese fallo, se repite luego la historia con Crónica de una muerte anunciada

 

Esta vez se demandó con un argumento un poco diferente, pero el mismo principio. El señor Miguel Reyes Palencia, que es Bayardo San Román en la novela, el marido que devuelve a la esposa, demanda derechos de autor con el mismo argumento: este señor se aprovechó de mi vida, luego yo tengo derecho a la mitad de esos derechos. Además, aquí había otros elementos, el propio Reyes había relatado su historia y García Márquez no había hecho más que tomar un expediente. Ese pleito también lo ganamos. Fue en Barranquilla. Gabo estuvo conmigo allá. Le recibían declaración, le tomaban el juramento, con todas las formalidades.

 

¿Qué otro proceso legal tuvo en él que usted lo representara?

De resto era consejos de cosas como derechos de autor, que le revisara los contratos, en un plano ya menor. Cuando se hizo la edición en inglés de Noticia de un secuestro, me acuerdo que los abogados de él en Estados Unidos le consultaron si el Partido Comunista era legal o ilegal en Colombia, porque se mencionaba a Diego Montaña Cuéllar como miembro del Partido Comunista. “Si es ilegal, usted tiene que pedirle permiso a él para su mención”, le dijeron. Entonces yo le contesté que el Partido Comunista no era ilegal. 

¿Se metía en la minucia de la ley?

 

No se lo olvide que él estudió dos años Derecho en la Universidad Nacional y en Cartagena, nunca quiso ser abogado, pero ningún colombiano se salva del legalismo, ninguno, ni Gabo.

 

 

*Publicado en la edición impresa de mayo de 2014.