Fotografía: Camilo Devis
2 de Octubre de 2014
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Revista Credencial reunió a siete de los mejores comediantes  del país para que hablaran de lo divino y lo humano.

Por Ana Catalina Baldrich

La comedia colombiana

La comedia se fue tomando poco a poco el día a día del país, en la televisión con programas que van dando paso a las rutinas de diferentes comediantes y en los teatros, donde rápidamente se agota la boletería para ver y escuchar de cerca a quienes durante varios minutos mantienen al público con carcajadas. Es tal su fuerza y su ímpetu que no importa el paso del tiempo, la gente siempre quiere reír y por eso hasta las empresas optan por contratar a los mejores para que a través de monólogos divertidos entreguen mensajes precisos sobre sus marcas.
Tal vez por eso, querer reunir a los más grandes exponentes de la comedia colombiana en un solo lugar, el mismo día y a la misma hora, hubiera podido ser una tarea tan imposible como “reunir a 12 monos para una foto”. Por fortuna, la disposición y sencillez, sobre todo el “buen rollo” de cada uno, hizo de esta tarea algo que simplemente fluyó. 
El lugar de encuentro no podía ser otro que el Teatro Nacional Fanny Mikey, en donde ellos se mueven con naturalidad, sin apuros y con la confianza que les permitió a varios de ellos llegar antes del encuentro para apropiarse de camerinos para los últimos retoques.
Desde el inicio la idea fue netamente experimental: una reunión para ver qué pasa cuando se juntan tantas mentes brillantes que dedican sus esfuerzos a la difícil tarea de hacer reír, y fue así –como en una investigación– que poco a poco se fueron cumpliendo las etapas que finalmente demostraron que la comedia en Colombia está en manos de personas disciplinadas, inteligentes, críticas, serias y responsables, que desde sus perspectivas individuales consiguen narrar la cotidianidad –con todos sus bemoles– con tanta veracidad que, al final, es imposible no dejar salir una gran carcajada.

De la comedia

“La comedia colombiana es dramática y el drama colombiano es cómico. Acabé”, dice Martín de Francisco. Iván Marín, completamente convencido, pregunta: “¿Qué aporta uno ahí?”. 

Así comienza una conversación que durante casi una hora ocupó a estos comediantes, que ya se habían “sometido” a lo que Martín de Francisco calificó como “una larga” sesión fotográfica y en la que intentaron, cada uno desde su punto de vista, explicar todo lo que para ellos significa la gran comedia colombiana.
“¿Cierto que tú estabas esperando que esto fuera así?”, pregunta Iván al tiempo que chasquea los dedos para demostrar que, tal vez, esta reunión no resultará “muy cómica”. Sin embargo, basta escucharlos unos momentos para entender que este tema no es un chiste, tal y como lo expresa Alejandra Azcárate: “La comedia colombiana es la herramienta que tenemos todos como pueblo para enfrentar nuestra realidad que en el diario vivir es dramática”. “Estoy de acuerdo con Alejandra”, contesta Santiago, agrega: “El humor, así sea malo, sirve para olvidar la tragedia en la que vivimos. Yo creo que vamos coincidiendo en eso”.
Así, coincidiendo, Iván define que “la realidad es una dolorosa cirugía y el humor es la anestesia”, lo que en palabras de Antonio Sanint les permite “aprovecharse bastante”.
Y es que el trabajo de estos siete comediantes dista mucho de aquella cultura humorística que se basa en el chiste –en la historia del pastuso y el costeño o del doctor y el paciente– ya que en el stand up la comedia es circunstancial. “Está basada en la realidad del diario vivir y la perspectiva que tiene cada uno de nosotros para presentarla, según el estilo que maneje cada uno”, explica Alejandra, quien añade: “es un movimiento donde hemos logrado desde el stand up generar otro tipo de humor en el que la gente no se ríe de chistes, sino que se ríe de ella misma a través de lo que uno le presenta. Es un factor de espejo”.
Tras un par de minutos de silencio, Diego Trujillo añade que para él todavía hay un campo que no se ha aprovechado. “Hay un terreno fértil que no ha explorado casi nadie, bueno lo hizo (Jaime) Garzón en un tiempo, que es la comedia nacional como la realidad nuestra, en donde habría miles de cosas maravillosas por contar a través de la comedia y yo creo que ahí hay un espacio que no se está llenando”, una opinión que comparte Antonio, quien cuenta que están “tratando de convencer a Daniel Samper para que lo haga”. “¡Claro! Ese es el tipo. A él o a la pastora Piraquive”, agrega Trujillo.
“Por ejemplo, a través de la obra que estamos haciendo ahorita con Marcela Gallego (Molestia aparte) trato de hablar un poco del sistema de la salud. Eso para mí es una comedia que da paso a miles más y creo que los comediantes deben ahondar en eso. Más que quedarse en episodios personales que logren identificación con el público”, dice Trujillo, mientras que Alejandro Riaño afirma que Colombia es productor natural de situaciones que generan risa. “Hay tantas cosas en este país, malas y buenas, que hay de dónde agarrar para todos. Es de los pocos países que se presta para hablar de lo que se te dé la gana y la gente se sigue riendo”.
Así continúa la charla en la que Antonio muestra su deseo de que sean muchos más los comediantes, mientras que Iván decide exaltar el trabajo de uno de sus colegas: “Yo les recomiendo, por ejemplo, a Freddy Beltrán. Su último show se llama “Ese tal show no existe”, cuyo título se desprende de la famosa frase del presidente Santos “Ese tal paro no existe”, y todo el show es haciendo crítica social. Es stand up político”.
“¿El de Santos…? Porque ese también es un buen show”, dice Santiago ante la carcajada del grupo.

Del transporte público

“El TransMilenio se usó en su época”, cuenta Alejandro, y Diego afirma con toda seriedad que él es un desertor. “Dejé de usarlo desde que pusieron el vagón exclusivo de mujeres”, una confesión que despierta la carcajada grupal, que él silencia al continuar con su explicación “me parece que las aísla innecesariamente, no tiene sentido, deberían hacer uno exclusivo para hombres también en ese caso”.

“Yo nunca me he subido a un TransMilenio porque no quiero tener hijos, y ahí uno corre mucho peligro”, explica por su parte Alejandra.
“Pero sí tiene muchas cosas amables. El TransMilenio, digamos, ha ido allanando el camino hacia el metro con los socavones que hay en la Caracas. Ahorra platas eso, ¿no?”, concluye Trujillo.

 

Si quiere enterarse qué piensa Diego Trujillo, Antonio Sanint, Alejandra Azcárate, Martín de Francisco, Santiago moure, Alejandro Riaño y Iván Marín sobre temas como la política, la risa, público, el humor y la timidez, no deje de adquirir la edición 335.