Ilustración: iStock
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25 de Abril de 2024
Por:
Catalina Gallo*

En la era de la inteligencia artificial y los dispositivos electrónicos, lo mejor para los niños y niás es jugar con objetos que permiten simulaciones —analógicas— de la realidad. 

Juguetes: de regreso a lo tradicional

JUGAR ES PARA LOS NIÑOS lo que trabajar es para los adultos. Es su actividad por excelencia y allí aprenden, se conocen a sí mismos, descubren el mundo, encuentran problemas y soluciones, respetan turnos, pierden y ganan, son creativos y simulan situaciones: todo esto los forma para la vida y, lo más importante, los hace felices. 

 

 

De acuerdo con un informe de Unicef y la Fundación Lego, “mientras los niños juegan, pueden aprender nuevas competencias sociales (como compartir los juguetes o ponerse de acuerdo acerca de cómo trabajar juntos con los materiales), y a menudo afrontan tareas cognitivas estimulantes (como resolver el modo de realizar una construcción con piezas más pequeñas cuando no disponen de las más grandes). Los niños aprenden de una manera ‘práctica’: adquieren conocimientos mediante la interacción lúdica con los objetos y las personas, y necesitan mucha práctica con objetos sólidos para entender los conceptos abstractos”.

 

El mismo informe sostiene que a través del juego, aprenden a forjar vínculos con los demás, y a negociar y resolver conflictos, “además de contribuir a su capacidad de autoafirmación. El juego también enseña a los niños aptitudes de liderazgo y a relacionarse en grupo. En términos más generales, el juego satisface la necesidad humana básica de expresar la propia imaginación, curiosidad y creatividad”.

Por su parte, Juana Morales, psicóloga de niños y adolescentes, explica que “cuando uno habla de juego para los niños está hablando de desarrollo de pensamiento y desarrollo cognitivo, de desarrollo social y emocional. Jugar, para los niños, y seguramente aún para los adolescentes, es una de las vías más importantes de desarrollo en todas las áreas de la vida”.

Por eso, que jueguen de diferentes maneras y con distintos elementos es parte fundamental de la infancia, y pueden hacerlo solos, con uno o varios objetos, o con los demás niños. En ese sentido, Morales considera que los juguetes ideales son aquellos con los que los niños pueden crear, que no tienen pilas o batería y con los que se puede jugar más de una vez y de diferentes maneras. Los juguetes tradicionales como un balón, los juegos de mesa y aquellos que permiten simulaciones —como la cocina, el supermercado, el lavadero de carros, por ejemplo—, son apropiados para regalarles a los niños.

Morales no es partidaria de darles a los niños celulares para jugar ni videojuegos. Precisa que, si los padres quieren regalarles tecnología a sus hijos, lo ideal es seguir las instrucciones sobre la edad para la cual se recomienda cada aplicación.

De acuerdo con la Academia Americana de Pediatría, el uso de la tecnología tiene ventajas y desventajas. Es positiva porque permite la comunicación con los padres y con otras personas, y porque, bien usada, puede ayudarles a los niños a acceder a nueva información. Pero es importante tener en cuenta que, antes de los 18 meses, los bebés no entienden lo que sucede en las aplicaciones. Y en edades más avanzadas, es importante que siempre las usen en compañía de los adultos, por un tiempo limitado y que no sean el único juego que realizan en su vida diaria. Las pantallas no pueden ser niñeras ni el reemplazo de la presencia de un adulto.

UN SONDEO

Por lo pronto, ya existen muchos padres que siguen estas recomendaciones. En un grupo de Facebook de solo mujeres de toda Colombia se les preguntó qué juguetes les regalan a sus hijos y cómo manejan la tecnología. La mayoría de las madres de niños en edades entre recién nacidos y nueve años, contestaron que ellas no les han comprado tecnología a sus chicos; que usan tabletas porque en el colegio les piden algunos ejercicios y tareas basadas en aplicaciones específicas. Varias respondieron que realizan actividades creativas como pintar, recortar, etcétera, y que les compran juegos de mesa, juegos de construcción y juguetes tradicionales.

Las pantallas no pueden ser niñeras ni el reemplazo de la presencia de un adulto. 

Aquellas que usan pantallas, incluida la televisión, les tienen controlados los horarios a sus hijos, ya sea porque les permiten un máximo de tiempo de exposición, o porque solo los dejan usarlas el fin de semana. Como lo afirma una madre de un niño de cinco años y otro de once: “Ven televisión los fines de semana, antes del mediodía, 1,5 horas, y tienen que decidir entre los dos qué ven. Los juguetes que compro para el de cinco años son la mayoría de madera, excepto los que le regalan”.

O esta otra mamá que afirma: “Mi hijo tiene cuatro años. Ve una hora de televisión al día después de almuerzo. Intento comprar juguetes que duren y no cosas desechables. En su cumpleaños pido libros, ropa que necesite o juegos de aprendizaje”.

Las decisiones de los adultos ya están afectando el comercio. Según el estudio del mercado de juguetes en Colombia realizado por Informes de Expertos, empresa de investigación de mercados e inteligencia de negocios, los padres de hoy son más conscientes del uso de productos respetuosos con el medioambiente y, por eso, “los fabricantes de juguetes utilizan materiales de envasado sostenibles, como papel kraft y envases de almidón de maíz. Estos mate- riales de embalaje son naturales, duraderos y reducen el impacto ambiental de los juguetes infantiles”, sostiene el informe.

Además, a Colombia han llegado marcas de juguetes de otros países que son elaborados en madera y permiten hacer juegos de simulación, fundamentales, según Morales, para el desarrollo de los niños en todos los aspectos.

Compañías como Mattel, Hasbro y Lego son las más vendidas en el país, y ofrecen desde muñecas y dichos juegos de simulación, hasta los de mesa y de construcción. Esto muestra que, aunque la tecnología se ha convertido en una prioridad para la humanidad, aún hay espacio para la tradición y para aquellos juegos que durante toda la historia han estimulado la creatividad y la imaginación en los niños.

Regresar a lo básico: 

La Academia Americana de Pediatría sostiene que los juegos y juguetes ‘de toda la vida’ siempre serán la mejor opción para los niños. Esto son: 

  • Muñecas, aviones, animales, aquellos que representan objetos como comida, cocinas, casas, etcétera. Estos estimulan la imaginación en los niños, definitiva en su desarrollo emocional y social.
  • Algunos tradicionales como bloques, rompecabezas, trenes y figuras que desarrollen en los niños habilidades motoras finas y puedan mejorar el lenguaje y el desarrollo del cerebro, así como habilidades tempranas para las matemáticas.
  • Poner a los niños en contacto con el arte es definitivo. No todos los juguetes tienen que ser costosos: colores, témperas, lápices, cartones, plastilina y crayolas son todos elementos que permiten desarrollar su creatividad.
  • Jugar al aire libre siempre será una gran opción para los niños, por eso, balones, raquetas, todos aquellos elementos que permiten saltar, correr, son bienvenidos. Además, el deporte y la actividad física ayudan en su desarrollo general.
  • Los libros son decisivos en el desarrollo intelectual
    de las personas y existen para edades desde los primeros meses de vida. No solo fomentan la lectura y divierten, sino que leerles en voz alta fortalece el vínculo con el adulto. Los libros, además, les permiten a los niños identificar y conocer emociones.  

¿Es tan mala la tecnología?

Un equipo de investigación en el que trabajaron expertos de la Universidad de Educación de Hong Kong, de la Universidad Normal de Shanghái (China) y la Universidad Macquarie (Australia), hizo la revisión de 33 estudios realizados entre 2020 y 2023 sobre el efecto de la tecnología en el cerebro de las personas menores de doce años. Entre los hallazgos está que estas experiencias digitales a tempranas edades tienen efectos en el cerebro, tanto positivos como negativos.


Respecto a estos últimos, pasar demasiado tiempo frente a los aparatos electrónicos puede afectar la capacidad de mantener la atención, los procesos cognitivos y la capacidad del control ejecutivo. Sin embargo, otros análisis que también fueron revisados por los investigadores encontraron que los videojuegos pueden —utilizados con mesura— mejorar la capacidad de concentración, así como las habilidades cognitivas de los niños.

 

Los especialistas propusieron realizar estudios longitudinales para definir el impacto del uso de dispositivos en edades tempranas y, así, llegar a conclusiones más acertadas. Asimismo, sostuvieron que quienes definen las políticas públicas deben advertir que sí se está afectando el cerebro de los niños, para que tanto la industria de los juguetes, como los educadores y los padres de familia, sean responsables. 

 

* Exeditora de Revista Credencial.