Fotografías: Archivo particular y AFP
1 de Octubre de 2012
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Para muchos es un mito. Pero detrás de aquel rostro barbado ―que es ya parte de la cultura pop― se esconde la historia de un hombre que cometió una buena cantidad de errores. Una mirada a su vida cuando se cumplen 45 años de su muerte. 

Por Camilo Jiménez Estrada

El ‘Che’ Guevara, entre héroe y villano

De frente

El 9 de octubre se cumplen 45 años de la muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara, y todavía se discute si fue un héroe o un facineroso, un iluminado o un tonto. En lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es en que ha sido el más exitoso vendedor de camisetas y souvenirs, por encima incluso de iconos de la cultura popular como Marilyn Monroe, Elvis o Los Beatles. La foto que le tomó Alberto Korda en 1960, en un acto público del recién estrenado gobierno revolucionario cubano, es “el primer plano más reproducido de todos los tiempos”, según el Centro Internacional de la Fotografía en Nueva York. Su pelo revuelto bajo la boina, la barba mal cuidada y, sobre todo, la mirada al infinito se han convertido en el símbolo de la revolución, pero también en mercancía vacía de todo contenido ideológico (insertar aquí el sonido de una máquina registradora).

Faltándole poco para graduarse como médico salió con su amigo Alberto Granado en un viaje por toda América. Una vez graduado emprendió otro y ya no regresaría ni a su profesión, ni a su país, ni a su clase social acomodada: en todos los países conoció la miseria y la desigualdad, en Guatemala se encontró con una revolución en marcha, y en México, con Fidel y Raúl Castro, quienes lo embarcaron en la revolución que tres años más tarde, en 1959, tomaría el poder en Cuba. Esos viajes fueron determinantes para su vida y para crear el mito en torno a su figura: “Soy el mismo solitario que era, buscando mi camino sin ayuda personal, pero ahora poseo el sentido de mi deber histórico”, le escribió a su madre a comienzos de los sesenta.

Al tiempo que combatía —en Cuba, en el Congo, en Bolivia—, llenaba cuadernos con reflexiones filosóficas, apuntes políticos y poemas malos. Habló de batallas, de sangre del pueblo, de oligarquía, de imperialismo en una época en que esas palabras tenían sentido. Era hábil para crear lemas: “Hasta la victoria siempre”, “Este es el diario de un fracaso”, “Crear dos, tres… muchos Vietnam es la consigna”.

Lo pusieron en el mundo de los mitos esas frases efectistas, pero también sus renuncias, su ímpetu, su muerte joven, el cadáver bien parecido que exhibió y luego escondió el ejército boliviano, después de haberle dado cacería en las montañas y fusilarlo amarrado y sentado en el salón de clases de una escuela rural. Su foto muerto con los ojos abiertos es otra de las insignias del culto al Che.


De perfil

En vida encontró pocos triunfos o ninguno. La fiesta por la victoria en Cuba terminó rápido: había que echar a andar el nuevo gobierno. Los más fieros detractores del Che ponen delante de sus heroísmos los más de 500 fusilamientos que ordenó o ejecutó él mismo en los primeros meses de 1959. “En este problema, si no matas primero, te matan a ti”, dijo. Mientras fue ministro de Industria la producción azucarera bajó a niveles que la isla de Cuba no había conocido. Como director del Banco Nacional tampoco hizo mucho además de firmar los billetes únicamente con su mote, Che. Y sus oficios diplomáticos pusieron una revolución que se decía independiente a las órdenes de la Unión Soviética.

El hombre nunca ha entendido del todo los mitos. De hecho, ni siquiera ha entendido que los mitos no son para entenderlos, y por eso se siguen revisando, repasando. La que es considerada la mejor biografía del Che se publicó en español hace cinco años: Che Guevara: una vida revolucionaria, de Jon Lee Anderson, pero hay mil más. Cada tres o cuatro años llega a las salas de cine una película sobre el Che. Por más que se intente o se quiera, nunca terminará de comprenderse al Che Guevara, porque era contradictorio. Dulce y obstinado, soñador y pragmático, hábil y torpe. Un poco como todos nosotros. Por lo pronto, su imagen seguirá vendiendo camisetas, ceniceros, vasos y ponchos por los siglos de los siglos.

Declaraciones de testigos

“El ser humano más completo de nuestra época”. Jean Paul Sartre, escritor.

“Hoy ya no vivimos la política como una religión. El Che era un místico”. Régis Debray, filósofo.

“El Che es un icono universal porque reunía todas las cualidades del héroe clásico, como Ícaro o Dios: su disposición al sacrificio por sus ideales, la austeridad, la voluntad de cambiar el mundo”. Jon Lee Anderson, cronista.

“Che Guevara fue un fanático y un aventurero, pero no llegó a ser nunca un corrupto, no tuvo edad para ello. Eso le hizo diferente a otros, y explica que tantos le perdonen sus equivocaciones y aun sus crímenes”. Juan Luis Cebrián, periodista.

El ‘Che’ en Colombia

Cualquier argentino es futbolista, parece que creyeron los habitantes de Leticia en junio de 1952. Ese mes desembarcaron en el puerto colombiano Ernesto Guevara y su amigo Alberto Granado. Les ofrecieron entrenar uno de los equipos de un torneo relámpago organizado por la policía. También jugaron, y Granado fue rebautizado ‘Pedernerita’ por sus dotes. De allí partieron a Bogotá, se hospedaron en las residencias universitarias y al parecer tuvieron problemas con la policía en la calle, que los acosó por hippies. “Hemos decidido salir cuando antes para Venezuela”, escribió el Che a su madre. Y nunca más volvió por aquí.

El ‘Che’ sediento de sangre

“Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”, le escribió el ‘Che’ a su esposa, Hilda Gedea, en 1957. Dos años después, con el triunfo de la revolución en la isla, el ‘Che’ calmaría esa sed: Fidel lo nombró jefe de la Comisión Depuradora, encargada de ajustar cuentas con la gente de Batista. Desde su oficina en la fortaleza de La Cabaña, el ‘Che’ ordenó el fusilamiento de alrededor de 500 hombres. Algunas órdenes las firmó incluso antes del juicio sumarísimo que se hacía a las víctimas, y otras tantas las ejecutó él mismo, en su propia oficina. Uno de los episodios más funestos de la gesta revolucionaria y, por supuesto, olvidado por quienes adoran la figura del ‘Che’.