Foto: cortesía Eduardo Arias.
Foto: cortesía Eduardo Arias.
24 de Noviembre de 2022
Por:
Eduardo Arias Villa*

El periodista y presentador comparte sus sensaciones sobre el Mundial de Fútbol Qatar2022, además de algunas críticas y reflexiones sobre este campeonato. 

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"Como en el cuadro de Magritte: esto no es un mundial"

Desde 1966, cuando tenía siete años de edad y no entendía casi nada de fútbol, jamás había sentido tanta indiferencia por un Mundial de ese deporte. Indiferencia, apatía y, aún más, una sensación de negación. Lo que se juega en noviembre y diciembre no es un campeonato como los de siempre. Como en el cuadro de René Magritte: “Esto no es un Mundial”.

A mí, el asunto de que el país sede tenga o no tradición no me desmotiva. Hace ya bastantes años el fútbol era, a grandes rasgos, un asunto entre Europa y Suramérica. Pero desde hace al menos tres décadas, el fútbol está presente en casi cada rincón del planeta. Además, casi todos los deportes, en general, se enfocan más y más a la transmisión por televisión y otras plataformas. El gran negocio ya no es la taquilla, sino los derechos de emisión, así que da casi igual dónde se organice un torneo.

Tampoco me afecta ni me desmotiva el hecho de que no juegue la selección. Cuando Colombia participó en el Mundial de Chile de 1962, yo aún no había cumplido cuatro años, así que mi creciente fiebre mundialista —que nació con Inglaterra 1966— se alimentó durante los siguientes cinco mundiales en eventos en los que no participó nuestro país. Fueron seis frustraciones, tristezas y desengaños consecutivos que se me borraban por completo de la cabeza una vez comenzaba a rodar el balón en el partido inaugural de cada uno de aquellos torneos: yo entraba de lleno en el frenesí del torneo.

Cuando Colombia volvió a los mundiales en 1990, mi manera de ver el campeonato cambió, pero tampoco le perdí el interés a ninguno de aquellos eventos cuando Colombia era eliminada, ya fuera en primera fase, octavos de final o cuartos. El show debía seguir y le hacía fuerza a alguno o varios de los equipos sobrevivientes.

Cuando regresó la sequía a Colombia entre 2002 y 2010, más allá de la frustración que generaron aquellas tres eliminatorias, no le perdí ni un ápice de interés a la Copa del Mundo. Como yo no tengo DirectTV, durante el desarrollo de Corea-Japón, en 2002, varias veces fui en bicicleta con mi hija Verónica a donde Félix de Bedout para ver los partidos de la una de la madrugada y regresar con ella a las tres, para ver dos horas después el de las cinco, que sí lo transmitían por televisión abierta.

Me encantó el Mundial de Alemania 2006 y en 2010 programé una operación a corazón abierto de cambio de la válvula aórtica para finales de mayo, de tal modo que la convalecencia coincidiera con el Mundial y pudiera ver los partidos en paz.

El regreso de Colombia en 2014 me pareció apoteósico, pero si algo disfruté de verdad de aquel torneo fue el encuentro resultante con Alemania 7 - Brasil 1. Y en Rusia 2018, una vez eliminada Colombia por Inglaterra en los penales, me deleité con el equipazo que llevó Bélgica a ese torneo, y admiré la manera como Francia dominaba a sus rivales. Así que la ausencia de Colombia no es, en mi caso, un motivo de desánimo.

Pero… ¿Un mundial de fútbol en noviembre y diciembre? Cuando me cruzo con alguna noticia que menciona las fechas en que se jugará el torneo me parece estar ante un evento irreal o sacado de una película distópica. Ese tema sí que me ha sacado de base. Aunque podría decirse que la pandemia, sobre todo en 2020, sacudió casi todas las actividades deportivas y culturales que se celebran en la Tierra. Pero esta vez el cambio de momento no obedeció a la Covid-19, sino al hecho de que el mundial se celebra en un país con temperaturas intolerables durante el verano en el hemisferio norte.

¿Un Mundial que se celebra en un lugar que obtuvo ese derecho a punta de componendas y sobornos? Esa es la parte que más me molesta de este campeonato en Qatar. Que se le haya otorgado la sede a un país donde el 95 % de la mano de obra viene de otros países y que sean sometidos a todo tipo de abusos cercanos al esclavismo y los trabajos forzados.

Todo eso, hasta ahora, me ha alejado del evento al que, para ser honesto, muy poca atención le he prestado. De hecho, es la primera vez, desde el Mundial de 1974, que no he sentido ningún interés por llenar el álbum con los jugadores de los equipos. Es la primera vez, desde 1966, que no sé cómo se han conformado los ocho grupos de la primera fase. Sé que no clasificaron Italia, Suecia, Eslovenia ni Noruega (ni Colombia, obvio) y supongo que el gran favorito es Brasil, que, por lo que leo por ahí, anda como dos o tres escalones por encima del resto.

Aunque también sé que, cuando comience el Mundial, me olvidaré de todo lo que he escrito hasta este punto y que estaré pendiente de los partidos que pueda ver en casa o donde algún amigo con DirectTV. Reviso la lista de los grupos de la primera fase que aún no me he aprendido y veo varios equipos que me simpatizan: Argentina, Países Bajos, Senegal, Inglaterra, País de Gales, Alemania, Australia, Dinamarca, Bélgica, Camerún, Suiza, Ghana…

También es probable que, en esos días de efervescencia mundialista, me arrepienta de no haber comenzado a hacer el álbum e intente hacerlo a marchas forzadas.

*Estudió Biología pero se dedicó al periodismo. Además de haber sido libretista del icónico programa Zoociedad, pasó también por Cambio16, CityTv, el diario El Tiempo y Publicaciones Semana.