En esta muestra se puede ver una vez más por qué a Carlos Nariño se le conoce como el pintor de las nubes: en sus obras, hay apenas una pequeña franja de tierra, una insinuación del horizonte, pero prevalecen las nubes, que protagonizan los cuadros y llenan, con precisión casi fotográfica, el espacio que otros dan normalmente a las demás figuras del paisaje.