El niño Francisco Javier Gil Martínez (murió a los ocho días). Óleo de autor no identificado. 1812. 48 x 62 cm. Colección Banco de la República.
Octubre de 2016
Por :
María Himelda Ramírez

BENEFICIENCIA Y SALUD EN COLOMBIA

Pobreza y desamparo frente a bienestar social 

La fundación de hospitales y de las casas de niños expósitos y mujeres recogidas, precedieron la institucionalización de la beneficencia en el Nuevo Reino de Granada. Este hecho se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII en los medios urbanos, bajo el auspicio de los gobiernos ilustrados. 

Los hospicios, entidades representativas de la filantropía colonial ilustrada, albergaban a los pobres, vagos y mendigos de ambos sexos, de diferentes edades y étnias, a quienes se pretendía redimir de la miseria mediante la capacitación para el trabajo. Tal proyecto significó un punto de inflexión en relación con la asistencia social basada en la caridad cristiana, la cual proponía cierta dignificación de la pobreza y la viabilidad social de convivir con ella.

A finales de la colonia, la higiene pública como proyecto estatal emprendió un ejercicio científico que procuraba la prevención de los efectos devastadores de las epidemias que se enzañaban ante todo con los pobres y la población infantil. Se produjo así una dualidad de competencias entre el Estado y la Iglesia en lo concerniente a la acción social, la cual se manifestó a lo largo de la historia de la beneficencia hasta bien avanzado el siglo XX. A la vez, se suscitó un conflicto entre los discursos científicos y religiosos sobre la interpretación de los problemas sociales.

El reordenamiento de la sociedad neogranadina después de las guerras de Independencia promovió la atención estatal prioritaria a los damnificados de las contiendas a través de auxilios y pensiones a los ex combatientes, las viudas y los huérfanos de los patriotas caídos en los cadalsos y en los campos de batalla. Fue una etapa reglamentarista en la que se legisló con profusión sobre la educación pública y algo sobre la beneficencia, ocupándose con esos fines los conventos menores, confiscados a la Iglesia. Además, se reedificaron varios hospitales de pobres y se normatizaron los lazaretos. El abandono infantil, la mendicidad, las personas con malformaciones congénitas, trastornos mentales o enfermedades degenerativas, continuaron bajo la tutela de la acción asistencial de la Iglesia. Esta tendencia se reforzó durante la Regeneración.

La beneficencia constituyó una de las alternativas de la población no asalariada y no cubierta por la seguridad social, la cual se formalizaría en Colombia apenas hacia finales de los años cuarenta del siglo XX. El artesanado colombiano y el proletariado naciente a fines del siglo XIX y a comienzos del XX, impulsaron las sociedades de socorros mutuos para atender de manera solidaria sus requerimientos ocasionados por la pobreza, la invalidez, la vejez y la muerte. Esas acciones contribuyeron a ciertos cambios culturales que incidieron en la obsolescencia de la beneficencia como acción paternalista y a su vez, presionaron por la gestión estatal del bienestar social.

La caridad (huérfanos ante las tumbas de sus padres). Óleo de Alberto Urdaneta (detalle). Propiedad Particular.

 

La injerencia estatal en la atención a los problemas sociales se concretó en la acción del Ministerio de Gobierno, desde el momento en que se formalizaron los requisitos que autorizaban a las diferentes entidades privadas para ejercer acciones benéficas en pro de quienes fueron definidos como desamparados. Esas entidades funcionaron con el apoyo económico procedente del Estado, pero intentando una autonomía organizativa y en lo concerniente a la concepción de las acciones. La Beneficencia como jurisdicción de los departamentos, dedica su atención a las entidades que por tradición se han considerado residuales. Tal es el caso de los hospitales psiquiátricos o de algunas casas de reclusión y albergues de ancianos o personas discapacitadas, entidades que se apoyaron en el trabajo no remunerado de las hermanas de la Caridad. La acción voluntaria de las mujeres de las élites locales y regionales o las esposas de los manadatarios locales o regionales en esas acciones asistenciales, benéficas o filantrópias, son parte de las reglas de juego de las prácticas de la política tradicional.

La beneficencia atendió los requerimientos de los grupos de la población sin redes de apoyo social familiares o comunitarios y que subsitían en condiciones críticas. Y prolongó en nuestra sociedad ciertos rasgos predomodernos en las relaciones sociales establecidas entre los benefactores y los beneficiados, ya que reforzaba la dependencia de éstos, quienes a su vez eran impelidos a reproducir modelos de comportamiento hegemónicos.

NOTAS

1.Ver: MARIA HIMELDA RAMIREZ. "La infancia abandonada en Santa fe colonial: Entre la caridad privada y la tutela estatal (1641-1810)". Trabajo Social, Nº 2 (2000); y "El género, la asistencia social y al beneficencia en la ciudad de Santa Fe de Bogotá durante la época colonial". XI Congreso Colombiano de Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2000 (inédito).

2.RENAN SILVA. Las epidemias de viruela de 1782 y 1802 en la Nueva Granada. Contribución a un análisis histórico de los procesos de apropiación de los modelos culturales. Cali: Universidad del Valle, 1992.

3.REPUBLICA DE COLOMBIA. Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año 1821, hecho conforme a la ley 13 de 1912, por la Sala de Negocios Generales del Consejo de Estado. Tomos I al VII. Bogotá: Imprenta Nacional, 1924.

Guillermo Torres Ramírez contribuyó en la elaboración de este texto con su investigaciónde los documentos del Minnisterio de Gobierno.

4.AGN. Ministerio de Gobierno, Sección 4, Personerías Jurídicas, tomos 4 a 6.

5.Fernando BOTERO Herrera. "La sociedad de San Vicente de Paúl en Medellín y el mal perfume de la política, 1882-1914". Historia y Sociedad, Nº 2. (diciembre 1995), pp. 39 a 74.

6.BEATRIZ CASTRO. "Caridad y beneficencia en Cali, 1848-1898", Boletín Cultural y Bibliográfico, Nº 22 (1990), pp. 67-80.