Elkin vive en Palma de  Mallorca, en España. Su música es cálida, colorida, alegre,  como es el Caribe entero. Foto: Cristina De La Concha @Delaconcha_Phot.
Elkin vive en Palma de Mallorca, en España. Su música es cálida, colorida, alegre, como es el Caribe entero. Foto: Cristina De La Concha @Delaconcha_Phot.
2 de Octubre de 2022
Por:
Lucas Herrán

Hablamos con uno de los músicos contemporáneos más representativos de providencia. Su canto alegre es el clamor de la cultura raizal por ser apreciada. Foto: Cristina de la Concha @delaconcha_phot. 

“Los isleños aprendemos a ser colombianos”, Elkin Robinson

UNO DE LOS VALORES culturales más llamativos e importantes de Colombia es su diversidad musical. La llanera, la cumbia, el mapalé, el bullerengue, el joropo, el porro, la salsa choke y el vallenato son ejemplos del amplio conjunto de géneros que se escuchan en el país. Pero no hay que olvidarse de las islas San Andrés, Santa Catalina y Providencia, que tienen una expresión musical totalmente diferente a la de la Colombia continental dada la fuerte influencia histórica que allí ejerce el Caribe colonial y poscolonial europeo. En este contexto, Elkin Robinson explica las claves para conocer las raíces de la música isleña, la identidad de su región y el sello propio de su música.

Como tantos raizales, ¿considera usted que el país debería tener más en cuenta la identidad de las islas en la de toda la nación?

Sin duda. Culturalmente, estamos más cerca a Jamaica, Trinidad y Tobago, Dominica, Guadalupe… Por ejemplo, hace poco estuve en un festival, el Shambala, y me encontré con unos jamaicanos con quienes hablamos y, luego, tocamos un poco. Y se sintió natural: como si fuéramos del mismo lugar. Nos entendimos enseguida. No obstante, a lo que voy, es a que la identidad y la cultura que hay en las islas es muy diferente de otras identidades de Colombia y compartirla enriquecería nuestro valor como país.

¿Usted se siente colombiano?

Creo que los isleños aprendemos a ser colombianos. Crecimos viendo canales de televisión de Estados Unidos que mostraban a Colombia como si fuera un país extranjero a las islas. Y además, para ir hacia Colombia continental desde Providencia los costos son demasiado altos. Yo llegué a conocer el país y mucha música colombiana estando en Barcelona, porque allí estuve en contacto con músicos que me enseñaron la cumbia y el chandé, entre otras. Siempre ha existido la sensación de que nos dicen “arréglatelas tú”, y nunca existió relación entre Providencia y el Gobierno colombiano, así como tampoco con la población del resto del país. Y si un isleño se encuentra con alguien de Colombia, el feeling es genial, pero esos encuentros han sido muy difíciles de conseguir. 

Sé que se habla mucho de la diversidad cultural en Colombia, pero una cosa es hablar de ella y otra es entenderla, y entenderla es dejar que cada región se exprese a su manera. Cuando se entienda y permita, cada región se va a sentir como colombiana.

En este contexto, ¿cómo piensa que actuó Colombia en un momento tan importante de las islas como lo fue con el huracán Iota?

Pienso que el Gobierno hizo mucho, pero también fue víctima de su propia negligencia. Esta última estuvo presente durante muchos años en los que la isla no ha tenido inversión en infraestructura: no hay un hospital seguro, no hay puerto, no hay albergues... Entonces cuando el Gobierno se propuso a reconstruir, fue —y es— demasiado difícil, porque esta isla no es Bogotá, donde hay de todo. Eso hace que todos los procesos se demoren.

Usted viene de una familia con tradición musical y de niño participó en coros. ¿Desde ese momento comenzó su interés por la música?

En la isla casi todos estamos en contacto con la música a través de la iglesia, cantando en ella. Siempre me ha interesado, así como escribir canciones, componer las melodías, y todo lo que rodea el arte y la cultura. Cuando uno es de Providencia es difícil no querer ser algo relacionado con el arte o con la música.

“Es una gran ventaja ser bilingüe, pero se trata de que el creole y el español sean equitativos en la isla”

En ese sentido, hay ritmos arraigados en Providencia como el mentó, el calipso y el zouk, que hacen parte de su música. Pero también los mezcla con el folk y el country. ¿De dónde viene esa herencia?

En Providencia hay influencias que vienen de distintas partes del mundo. Tenemos músicas tradicionales europeas como la polka y el chotis, y también las que dices: el mentó, por ejemplo, que viene de Jamaica, y el calipso, de Trinidad. Y esas son las raíces, pero de ellas nacieron otras músicas como el reggae, el soca y el zouk. Por otro lado, en la década de 1980, cuando por fin hubo electricidad en la isla, el country y el folk llegaron de Estados Unidos. Desde entonces, el folk ha sido muy importante, y en ese contexto nace mi proyecto, que mete todo ello en un solo sonido: el caribbean folk.

¿Tienes alguna influencia de músicas propias de Colombia, como el vallenato, el joropo o la andina?

El vallenato antiguo. En Providencia se usaba mucho el acordeón porque llegó a la isla casi en la misma época que a Valledupar. Siempre hay un punto de encuentro, por ejemplo en la letras, porque el vallenato de entonces, así como el mentó y el calipso, habla de la cotidianidad de la comunidad en el pueblo. Al final, son músicas que tienen un mismo objetivo, pero en términos musicales, son diferentes porque vienen de sitios diferentes. 

Un jugador importante en la identidad de Providencia y en la de su música es el creole. ¿Se siente más cómodo cantando en esa lengua que en español?

Sí. Es tan claro como cuando sabes que tienes que almorzar porque tienes hambre, o tienes que dormir porque tienes sueño. Yo tengo la necesidad de cantar en mi lengua: me expreso en ella para ser lo más sincero posible. Sé que en algún momento se puede presentar una oportunidad de cantar en español, y me parece genial, pero el idioma es la base de la cultura y si lo cambias, puede cambiar el sentido de lo que quieres expresar.

Sin embargo, el creole es más que una lengua: es una forma de pensar, una forma de sentir, una forma de ver el mundo. Es quien eres. Va más allá de cómo suena: es la expresión de tu cuerpo, por ejemplo. Y cuando canto en creole, hay cosas en el mío que vibran: uno se mueve, sonríe y vive de otra forma.

¿Y qué es lo clave de la identidad creole?

La sencillez. Es una lengua básica para comunicarse que viene del inglés, pero es muy musical porque también tiene una forma africana, es pura tradición oral.

Tiene una canción que representa lo que acaba de mencionar: Creole Vibration. Cito algunos versos: “The best time is around ten / With the break time / When I can speak up with ma friends (…) But time come back to go inside / Every class is a Spanish class / I have a hard time…”

Sí, dice que la mejor hora es a las diez, cuando salimos al recreo y empezamos a hablar en creole. Esto no quiere decir que hay que eliminar el español del colegio: es una gran ventaja ser bilingüe, pero se trata de que el ambas lenguas sean equitativas en la isla.

Hay comunidades como nosotros, y muchas otras de Colombia, que siempre hemos tenido que ir hacia los demás. Por ejemplo, yo tengo que aprender español para comunicarme con el resto del país y uno siempre tiene que ser y hacer más de la cuenta. Y está bien ir, pero debe haber herramientas para que sea recíproco. Y es que en Colombia se habla también en inglés creole, wayúu, palenque, etcétera.

Se ha ido de gira por más de cuarenta países, y hace poco estuvo en Asia. ¿Cómo siente que su música es recibida por personas de culturas tan disímiles?

Siempre ha habido una conexión inmediata. Lo que llevo no es música, sino energía. Al final se trata de sacar una sonrisa, lograr que la gente diga: “Wow, qué bien me siento.” Intento crear un beat y un feeling que nace desde el espíritu; el espíritu dice que bailes, y eso provoca una sonrisa de mejilla a mejilla. Además, a muchos lugares a donde voy intento dar talleres para explicar un poco más a la gente sobre la isla y esta música.

¿Siente urgencia por lanzar un álbum cada cierto tiempo?

Mi sueño es hacer tres discos al año, pero eso llegará cuando sea el momento. Y no siento la necesidad de lanzar canciones; otra cosa es la necesidad de hacerlas, y esa sí la siento. Lanzarlas, me da igual.

¿Qué canción recomendaría Elkin Robinson a alguien que nunca ha escuchado a Elkin Robinson?

Sun a Shine y Heaven On A Mountain, son muy góspel y creo que le pueden gustar a cualquiera. Elkin vive en Palma de Mallorca, en España. Su música es cálida, colorida, alegre, como es el Caribe entero.