[2] Cornelis Visscher (ca. 1628-1658) El cirujano Ca. 1660, aguafuerte © Biblioteca Nacional de España
Octubre de 2021
Por :
PAULA RONDEROS GAITÁN*

Prácticas terapéuticas durante la colonia temprana en el Nuevo Reino de Granada

[1] Autor desconocido
Retrato del médico Juan Tomás Porcell
Ca. 1565, grabado sobre papel
© Biblioteca Nacional de España 

Entre 1550 y 1650, periodo que llamaremos la Colonia temprana, se exploró el continente americano y se fundaron pueblos siguiendo la lógica de las leyes que promovían los asentamientos. Este movimiento, entre la exploración y la fundación, permitió expandir la frontera y aceleró el registro de saberes prácticos sobre la naturaleza de las Indias. Los colonizadores reconocieron un inmenso territorio ausente por completo de las descripciones sabias de la antigüedad que aseguraban la existencia de solo tres continentes. El Nuevo Mundo fue un lugar histórico que se trazó sobre testimonios geográficos. Los exploradores se apoderaban de tierras para fundar pueblos, los buenos oficios se premiaban con cargos burocráticos y derechos de explotación de los trabajadores indígenas. Las Audiencias realizaban un juicioso registro de cartas e informes, reportes, crónicas y memorandos que eran requeridos para gestionar las empresas de conquista y tramitarlas debidamente ante las autoridades. Entre los miles de aventureros, militares y comerciantes que viajaron a Tierra Firme –nombre dado a los territorios comprendidos por las costas de las actuales Venezuela, Colombia y Panamá–, vinieron decenas de cirujanos y curanderos que registraron sus aventuras en cartas, inventarios y crónicas (imagen 1). Las crónicas de Indias y las cartografías del Nuevo Mundo son fuentes inagotables referidas a este prolífico periodo que puso a la deriva los imaginarios al respecto del mundo habitable. Sobre estas temáticas existen colecciones documentales disponibles en línea para consulta, catálogos de universidades, bibliotecas y colecciones especiales. Por entonces fue notable el interés por describir la fauna, la flora, los recursos aprovechables y las costumbres indígenas. Los viajeros que habitaron Tierra Firme establecieron un nuevo régimen de dieta según los frutos de la tierra. Enfrentaron retorcijones, venenos, fiebres y zancuderas implementando e incorporando la farmacopea de los habitantes nativos. Las crónicas muestran como trataban los cuerpos enfermos en el Nuevo Mundo y como estas prácticas se conectaban con el febril, maravilloso, cambiante y enigmático entorno de las Indias.

 

El monte

 

Explorador en Tierra Firme, botas de cuero empapadas y el pecho embarrado de sudor. La manigua bulle sierpes ponzoñosas. Agiles cerbatanas. Intempestivas. Veneno. Gaspar de Carvajal describe que comieron sus propios cinturones hervidos en agua y tuvieron alucinaciones tóxicas, así como algunas muertes por atragantarse con yuca brava. Mordía las entrañas y nublaba la razón. Hambrientos bajando monte. Descolgando selva. Buscando caminos para salir a la planicie cultivable. Las crónicas siguen a grupos de exploradores que incluían a misioneros de órdenes religiosas, capitanes de cuadrilla y curanderos. Tres habilidades necesarias y presentes también en las tripulaciones de los barcos. Ordenar los movimientos, tratar la desazón del alma y los cuerpos accidentados eran prioridades para el mantenimiento de las huestes exploradoras que ejecutaron la empresa de conquista. Los cirujanos que curaban a los enfermos durante sus derivas por el monte (imagen 2). Aprendieron a contener la pestilencia y vivieron para contar como lo lograron. La literatura médica procedente de la antigüedad clásica, la época Hipócrates y Galeno, inspiraba el quehacer médico aplicado en el Nuevo Mundo. Dicha literatura situaba el ser de la enfermedad en lo íntimo de la relación del ser humano con su entorno. Los cronistas-médicos seguían la doctrina de Galeno que incentivaba el espíritu de indagación, invitando a estudiar el contexto y adecuarse a las circunstancias. Los relatos de curanderos, entre crónica e historia clínica, presentaban diagnósticos, describían síntomas y relataban habilidades. Estos curanderos atendían infecciones, llagas, apostemas y heridas de cicatrización vieja llenas de materia (imagen 3). Asimismo, trataban dislocaciones producidas por golpes, condiciones crónicas traídas en los largos viajes oceánicos o contraídas más recientemente. Los cirujanos abrían locales en los puertos, se enrolaban en las huestes conquistadoras o se hacían piratas y bucaneros.

 

[3] Jacobus Coelemans, (1654-1735)
Cirujano de aldea 1703, aguafuerte
© Biblioteca Nacional de España 

 

La adaptación de los cuerpos al Mundo Nuevo pasaba por los procesos de digestión. La adecuación a la dieta del maíz, papa y yuca implicó un cambio en la naturaleza de las complexiones humorales. Había que atender el desbalance en un mundo donde no existían las estaciones. Digerir implicaba la asimilación de las condiciones de vida, la temperatura del calor húmedo y las emanaciones miasmáticas venidas de la tierra. Manglares, ciénagas. Intestinos impactados, alérgicos. Intoxicados. Lánguidos por la carencia de vitaminas o cristalizados por el excesivo consumo de sal. Las carnes se salaban para que aguantasen el largo trayecto en barco, consumo que causaba cálculos renales. Estos solían reventar acompañados de los aullidos de dolor de los afectados. Esta condición dolorosísima y común fue una necesidad de atención en los puertos de Indias. Muchos cirujanos hábiles desarrollaron técnicas y herramientas para extraer las piedras. Se recetaban pócimas para diluirlos o despegarlos, así como para fomentar la orina y así expelerlos. Estas indicaciones fueron publicadas en varias ciudades latinoamericanas en tratados de urología colonial. Esta sociedad mezclada y en ebullición necesitaba resolver problemas comunes. Para ello se servía de una red de mediadores, traductores, comerciantes y misioneros que cruzaban saberes e intercambios prácticos en búsqueda de un mejor vivir.  

 

[4-11] Nicolás Monardes (ca. 1508-1588)
Plantas americanas con propiedades medicinales
1574, Primera y segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales
© Biblioteca Nacional de España 

La ciudad

 

Los colonizadores cruzaban el monte para encontrar lugares óptimos para fundar pueblos, abrir cultivos y facilitar la explotación de recursos naturales. El Nuevo Reino de Granada configuró una red de fundaciones conectadas por caminos: Cartagena, Tunja, Santafé. En los puertos, pueblos y caseríos se desarrollaba la economía de los oficios: zapatería, costura, alfarería, imprenta, yerbatería, etc. Actividades que requerían entrenamiento y una inversión de tiempo considerable para alcanzar la destreza en el manejo de las herramientas básicas. Ser zapatero en Indias requería saber hacer un zapato, pero también tener acceso cueros, puntillas y martillos. Cartagena, puerto del Caribe con Casa de Aduanas, Tribunal de la Inquisición y epicentro trata africana, fue un hervidero de migrantes, insumos, viajeros, pasajeros, materiales, lujos, escalas, aduanas, metales, muebles, textiles, menaje, textos, harina e instrumentos. En las ciudades se establecieron medidas de vigilancia por parte de las cofradías que reunían una variedad importante de actores e intereses: mujeres, afros, indígenas, judíos, sacerdotes, trabajadores, migrantes, etc. Se establecieron compadrazgos y relaciones laborales. Comenzaron a perfilarse algunos saberes profesionales y a ejercerse con títulos, sin embargo, lo más habitual fue practicarlos sin poseerlos. En la colonia tempana eran difusos los límites entre sistemas terapéuticos, una misma hierba, nativa o traída de Europa, servía tanto al boticario como al curandero (imágenes 4 a 11).

[12] Jan Baptist de Wael II (1632-ca. 1669)
Cirujano operando a un hombre en la cabeza
Ca. 1660, aguafuerte © Biblioteca Nacional de España 

 

Durante este periodo de transformación social constante, las diferentes estrategias para tratar cuerpos en el bullicio de la ciudad mestiza compartían el uso de pócimas para inducir efectos físicos en el cuerpo humano. Sanarlo, precipitarlo. La medicina basada en potencias y combinaciones servía para prevenir, curar, ablandar, endurecer y tonificar. Lejos de la muerte inminente y en medio del páramo agreste se desarrolló la medicina de las pócimas digestivas, para el mal de amores o para prevenir la flema. Estas se elaboraban en ollas hirvientes, en cocinas y mercados, donde se conversaba sobre las estrategias populares para tratar enfermedades comunes (imagen 12). Los cuerpos podían arreglarse con jarabes, aceites, ensalmos, limpias, ahumarse y también consagrarse a los santos. Las crónicas visibilizan puntos de encuentro e intercambio de conocimientos sobre la materia médica que se utilizaba para tratar afecciones, la descripción de los procedimientos de preparación de fármacos y la proporcionalidad de las mezclas. La confianza en los efectos de ciertos compuestos fue significativa en la literatura médica de la época, que también abordó el diseño de fórmulas magistrales y polvos curativos.

 

[13] Anónimo español
Dos esqueletos
Ca. 1680, dibujo
© Biblioteca Nacional de España 

 

Sobrevivir una enfermedad grave era un acontecimiento excepcional en el mundo colonial, y recuperarse de sus secuelas una gran proeza. Es usual que las historias clínicas del periodo relaten largas agonías, mencionen viejas heridas de malestar usual y evoquen procesos corrosivos de heridas que no sanan e infecciones perniciosas. El cuidado de los médicos familiares por el tiempo de la vida y durante varias generaciones permite entrever como se vivía y se moría, la gravedad de la enfermedad y sus crisis. La muerte hacía parte del marco terapéutico de la enfermedad y el trabajo de curar el cuerpo incluía también las necesidades de trascendencia espiritual (imagen 13). Los santos oleos también eran un recurso terapéutico, último impulso al moribundo. Durante la Colonia hubo una fuerte tendencia al catolicismo ferviente, el cual operaba en una sumatoria de santos y devociones, mezclas rituales, cantos y ensalmos que afloraban en torno a los tiempos de la muerte y la preparación para recibirla. Una de las manifestaciones de la enfermedad en el cuerpo era la transición de la muerte, ruptura que delegaba la humanidad a otro. Se acompañaba a morir y se garantizaba la humanidad del trato del cadáver. Esto ocurría entre el barullo de transeúntes y vecinos de las ciudades puerto americanas, donde la vida era una enfermedad.

 

 

 

Bibliografía

 

Carvajal, Gaspar de. Descubrimiento del Río de las Amazonas. Bogotá: Prensas de la Biblioteca Nacional, 1942.

 

Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-firme del mar océano. Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1853,

 

López de León, Pedro. Practica y teorica de las apostemas en general y particular: Question y practicas de cirugia, de heridas y otras cosas nuevas y particulares. Calatayud: Josef Vicente Mola, 1692.

 

Méndez Nieto, Juan. Discursos medicinales compuestos por el licenciado Juan Méndez Nieto, que trata de las maravillosas curas y sucesos que Dios Nuestro señor ha querido obrar por sus manos, en cincuenta años que ha cura, ansí en España, como en la isla Española y el reino de Tierra Firme. En Cartagena de Indias, año de 1607. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/discursos-medicinales-del-licenciado-juan-mendez-nieto-libro-segundo-discursos-1-a-5-iii-continuacion/

 

* Historiadora. Profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, Universidad del Rosario.