Fotografías: Izak Amancio
4 de Julio de 2013
Por:

El antioqueño Diego Ángel es uno de los diseñadores de videojuegos más importantes del mundo. Después de vivir más de veinte años en Estados Unidos, está de vuelta en Colombia compartiendo sus conocimientos: cree que el país puede convertirse en un gran productor de juegos de animación.

Por Angélica Garzón

El Ángel de los videojuegos

Destacarse en una industria con tanta competencia como la del entretenimiento no es fácil. Sin embargo, Diego encontró en la animación el desarrollo de su gusto y sus habilidades. Al finalizar sus estudios de cine en Estados Unidos, este paisa estuvo trabajando una temporada con sus profesores de universidad, haciendo animaciones en barro y plastilina, una tarea dispendiosa y compleja. 

Con la rápida llegada de los computadores, Diego tuvo que avanzar ágilmente y migrar a la tecnología 3D. Con los conocimientos adquiridos en la academia y la experiencia de haber trabajado con sus mentores, fundó en Estados Unidos Angel Studios, la empresa que lo llevaría hasta lugares que jamás imaginó. Empezó solo. “Siempre he sido de los que se lanzan al charco y después nadan. Me arriesgué a hacer mi compañía. ¡Y en California!”. Lo que se venía para él no sería sencillo. Este paso implicaba un software muy complicado, tiempo, destreza y un personal más capacitado.

Durante los primeros cinco años navegó por distintos mercados haciendo comerciales de televisión y la primera película con animación digital en Hollywood: The Lawnmower Man (El cortador de césped). 

Su reconocimiento seguía avanzando. Para la época en la que el 2D pasaba al 3D, Diego y su equipo de trabajo ya habían desarrollado trabajos con la última tecnología, lo que les dio importantes contratos con los parques de Disney y Universal. “De parques y recreación migramos a los juegos de video y comenzamos a trabajar con Nintendo, que por esa época había lanzado su primera consola (Nintendo 64). Trabajamos después con Microsoft haciendo títulos tan importantes como Midtown Madness. El mayor reto cuando se trabaja con compañías como Disney, Microsoft, Nintendo y Sony, es actuar de manera sagaz para que no te vayan a devorar en mil pedazos. Pero éramos muy competentes… Son compañías difíciles y tú tienes que entender que eres algo pequeño al lado de ellos. Negociar fue difícil”, reconoce. 

Más adelante, Sony Japón le propuso hacer una alianza para el lanzamiento del Play Station 2. De los cinco juegos lanzados, dos eran de Angel Studio. “Fuimos socios tecnológicos de ellos en cuestiones de gráficas y en animación. Trabajamos mucho haciendo plataformas y Ex Packs”, dice Diego. Los horarios eran extenuantes. Trabajaban más de 14 horas diarias y viajaban con frecuencia a países como Japón e Inglaterra.

En 2003, su compañía llegó a tener 230 empleados. Este mismo año, Diego recibió una propuesta de la multinacional con la que llevaban tiempo trabajando: Rockstar Games. “Fue imposible decir que no ―dice―. Así que les vendí la empresa, pero seguí trabajando con ellos un buen tiempo en Japón. El juego más importante que se creó después de haber vendido la compañía fue Red Dead Redemption. Rockstar aún sigue y es de los publisher más importante que hay en el mundo”, recuerda. 

El buen hijo vuelve a casa 

En 2009 el paisa estaba de nuevo en su tierra, a donde siempre había querido volver. Después de unos años de retiro, Ruta N (una compañía conformada por la Alcaldía de Medellín, UNE y EPM, que promueve el desarrollo de negocios innovadores en tecnología), le ofreció la oportunidad de ser parte del crecimiento del sector de los videojuegos en Colombia. “Los de Ruta N están a la vanguardia de esto. Fueron los primeros que se dieron cuenta de que es una industria muy importante y de que se le puede apostar con esfuerzo”, dice. 

Con el Ministerio de Telecomunicaciones, Diego está creando un media lead: laboratorio de medios compuesto de varios programas. El más importante de ellos es la apertura de la primera maestría para programadores con la Universidad de Eafit. “Vamos a enseñar animación 3D, anatomía de animales, del hombre, diseño de juegos… Todo esto con la colaboración de varios profesores de California. La idea es hacerla a distancia o por teleconferencia. Creo en esta industria porque sé que podemos entrar globalmente”. 

Ve su pasión como un mercado gigantesco. Piensa que si Colombia logra capturar el 1 o 2 por ciento, significaría que la industria de entretenimiento digital se convertiría en la tercera o cuarta exportadora, detrás del petróleo y el carbón. “Creo mucho en el talento colombiano. Está aún verde, no ha podido recibir la educación necesaria, porque acá no hemos tenido esa experiencia como animadores o diseñadores de videojuegos ni programadores, pero hay creatividad, ganas y deseos de entrar”, afirma. Además, piensa que este mercado puede ser seis veces más grandes que el del cine en la actualidad, en cuanto a tamaño, ganancias y trascendencia. 

Entonces dice: “El cine es un entretenimiento pasivo y los juegos de video son un entretenimiento interactivo donde se involucran la paciencia y la perseverancia: te vuelves una persona que soluciona problemas. De eso se tratan los juegos de video. Muchos lo relacionan con la violencia, pero lo realmente malo no es el medio sino el contenido. Eso también sucede con la literatura, la música, el cine y la televisión”, explica. Después añade con emoción: “Mi experiencia marcó mi vida. Hace poco estuve en Los Ángeles, y me llenó de orgullo saber que esos 20 años fueron extraordinarios, creé algo importante, y por eso quiero compartir mi experiencia. Aunque los tiempos hayan cambiado, siempre hay unos mismos determinantes”.