Foto: Shutterstock
Foto: Shutterstock
16 de Abril de 2024
Por:
Maria Fernanda Herrera*

Gustavo Andrés Gómez, presidente de la Asociaciación de Exportadores de Café de Colombia, explica por qué es preciso importar para satisfacer el consumo interno. El experto es optimista en cuanto a exportación, pero sugiere una ruta para el futuro: que compitamos en calidad, más no necesariamente en cantidad. 

"1,2,3" por el café colombiano

 

 

¿DÓNDE ESTÁ LA VERDADERA nación cafetera?, ¿estará en Asia o en América?, ¿qué papel juega Colombia en el mercado internacional del café? Estas preguntas surgen cuando pensamos en el producto que se consagró, en algún punto de la historia, como el ícono de nuestro país: una imagen popular que, a menudo, parece jugar a las escondidas, dadas las constantes fluctuaciones de las cifras históricas de producción y exportación del grano. Dicha dinámica ha llevado al producto a ganar o perder protagonismo en la economía local.

 

Para entender el estado actual de esta industria en nuestro país, conviene hacer un breve repaso por sus orígenes y recorrido. La bebida del café se desarrolló en lo que hoy es Yemen hacia el siglo XV y su posterior llegada a nuestro territorio se atribuye, según los historiadores, a los padres jesuitas que consiguieron unas primeras semillas provenientes de Europa y las Guayanas, y que luego promovieron los cultivos iniciales en el departamento de Norte de Santander, en 1730. A finales del siglo XIX, el café ya era el principal producto de exportación colombiano, en un país que había acabado de superar la Guerra de los Mil Días, la pérdida del canal de Panamá y una fuerte crisis económica.

El desarrollo del sector cafetero de la época, de la mano del proceso de la Colonización Antioqueña y del trabajo del entonces Comité Nacional de Cafeteros, llevó a superar la barrera de los 10 millones de sacos de café exportados, marcando un hito en la historia de la industria.

 

Sin embargo, en los años noventa, el grano de la segunda bebida más consumida en el mundo perdió su reinado como impulsor del crecimiento económico en Colombia. Con el boom del sector extractivo y la migración colombiana a Venezuela, el país comenzó a perfilarse cada vez más como una economía minero-extractivista, dando paso a los peores días de la comercialización del café colombiano.

Desde entonces, la vocación petrolera desplazó al sector cafetero y sus tiempos de mayor aporte económico a las arcas de la nación pasaron a la historia como la época dorada del café colombiano. Así, la industria cafetera en Colombia se asoma y se esconde entre el grupo de líderes de producción mundial.

Los actuales desafíos para el país contemplan todo un nuevo plan cafetero, ya no para posicionar al territorio como el principal exportador, sino para mantener la distinción del mejor café suave en el mundo y sostener la Indicación Geográfica Protegida (IGP), distinción otorgada por la Comisión Europea, que reafirma al café colombiano como producto de muy alta calidad.

¿Dónde está Colombia en términos de producción y exportación en el mundo?

Tenemos un potencial de producción de 14 millones de sacos, aunque por condiciones climáticas la producción puede variar. Por ejemplo, en 2023 fue de 11 millones de sacos, lo que nos pone como el tercer mayor productor de café del mundo. El primero, sin duda, es Brasil, con más de 60 millones de sacos de 60 kilogramos recortados; el segundo es Vietnam, que produce alrededor de 30 millones de sacos anualmente; y nosotros estamos en el tercer lugar. Lo de Brasil como principal productor del mundo no es algo reciente: siempre ha sido el mayor productor de café porque es un país que tiene más de 200 millones de habitantes y con un área muchísimo más grande que la de Colombia.

¿Con qué tipo de café compite Colombia en el mercado internacional?

En el mundo hay cafés arábicos y cafés robustos. Colombia, particularmente, solo produce café arábico. Vietnam —en su mayoría— produce café robusto, Brasil produce de las dos variedades. Y, dentro del segmento de arábica, hay una especialidad que se denomina como ‘suaves lavados’: este es el que produce Colombia. Dentro de ese segmento, nuestro país es el mayor productor y exportador del mundo.

¿Cómo afecta el cambio climático la producción?

El fenómeno de El Niño con el café, normalmente, está asociado a una mayor producción. Hay unos temas de afectación de calidad, pero la mayor luminosidad está ligada a mayor volumen; obviamente en sus justas proporciones, porque también se necesitan las lluvias para el llenado del fruto. Es importante que los productores sigan las recomendaciones de los equipos técnicos, tanto de la Federación de Cafeteros como de los exportadores, para que puedan hacer los manejos agronómicos y los sistemas agroforestales y ser sostenibles a pesar de la variabilidad climática.

¿Qué tan cierto es que el mejor café colombiano se exporta, pero el que se consume en el país no tiene la misma calidad?

Si miramos las estadísticas de producción y exportación, son muy cercanas. Es decir, entre más producimos, más exportamos. Aproximadamente, 92 % del café que se produce se vende en el mercado internacional, y eso hace necesario que para el abastecimiento del país se importe el producto. Lo anterior genera dos cosas: uno, que el productor pueda acceder a mejores precios de venta, pues dado que en Colombia el grano se recoge a mano y hay un proceso de calidad muy alto —a diferencia de Brasil, por ejemplo—, el café es caro. Al exportarlo, el productor puede vender a mejores precios. Y segundo, si quisiéramos consumir un café 100 % colombiano, un café de alta calidad, hay quienes lo pueden hacer sin ningún problema, pero el grueso de la población no, porque, por lo mismo, el valor de la libra es mayor. Mientras que una de café blend, que puede provenir de distintos países, cuesta entre 12.000 y 15.000 pesos, el café colombiano puede tener un valor que ronda los 34.000 pesos.

¿Cuál debería ser la nueva hoja de ruta del sector cafetero y qué valor aporta al país?

Colombia, más que apuntarle a ser el mayor productor del mundo, debería apostarle a los cafés diferenciados, a los de calidad y a ser el primero en ese segmento, porque es ahí donde se puede obtener un mayor valor para los productores. Actualmente, se calcula que hay 450 familias cafeteras en el país, pero, además, el sector y la industria producen más de dos millones de empleos directos e indirectos en más de 15 departamentos y 600 municipios en todo Colombia.

Cuando hablamos de las exportaciones agroindustriales, es decir, de las exportaciones no minero energéticas, se puede evidenciar que más de 30 % de ellas en el país son de café. Cuando uno quita el petróleo, el carbón y los demás minerales y combustibles, el principal producto de exportación sigue siendo ese.

CONQUISTAR EL GLOBO

Recientemente, Colombia tuvo presencia con su café en los Emiratos Árabes Unidos tras la apertura de la primera tienda Juan Valdez en Dubái. Se trata de una apuesta que deja claras las intenciones de llevar la comercialización de los productos de café colombiano a otro nivel, esta vez explorando las bondades del barismo experiencial y conquistando más mercados. Queda claro que el país está lejos de competir en términos de cantidad producida, pero serán los esfuerzos de las federaciones y distintas asociaciones las que jugarán un papel importante para seguir posicionando a Colombia en el mercado internacional, compitiendo con calidades de origen y procesos de producción más tecnificados que agreguen más valor a la cadena. 

*Periodista de economía en Valora Analitik.