Navidad

Siendo mordaces, pero sin entrar en lo ofensivo, estas producciones representan el sentimiento de hastío y de indiferencia frente a una celebración que no para todos es un goce.

Siendo mordaces, pero sin entrar en lo ofensivo, estas producciones representan el sentimiento de hastío y de indiferencia frente a una celebración que no para todos es un goce.

De vez en cuando me pregunto si no deberíamos hacer la Novena de Aguinaldos. Por supuesto, no me lo pregunto en marzo, ni en junio, ni en septiembre, porque aún no pierdo el control de mí mismo. Se me viene a la cabeza la posibilidad de rezarla en aquellas nueve noches de diciembre, del 16 al 24, en las que solía rezarse –cuando mis papás, mi hermano y yo éramos niños– con la ilusión inmadura de morirse de la risa siempre que llegara la frase “padre putativo de Jesús…”. Tenía su gracia la Novena colonial, arcaica, de la infancia.

Todos, hasta los aborígenes de los matorrales australianos, sabemos qué pasó hace 2011 años la noche del 24 de diciembre. Estando José y María en Belén ―cuenta el evangelio de Lucas— “se cumplieron los días de su parto y dio a luz su hijo primogénito. Y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón”.

Todos hemos disfrutado de una buena natilla navideña. Todos conocemos el placer de que esta se nos derrita en la boca, con su suave cremosidad, aromatizada con vainilla, panela, canela, mantequilla, queso campesino, coco o limón. Gozamos cuando la acompañamos con  arequipe, licor de anís, dulce de moras, o cuando la comemos sola. Pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado de dónde viene esta tradición colombiana?

 

Ginebra

Tea Tonic

Ingredientes: (para una porción = un vaso)

Limón y naranja en espirales
2 bolsas de té (puede ser de cualquiera sabor. Se recomienda flor de Jamaica, manzanilla o frutos rojos)
2 onzas de ginebra
150 ml. de agua tónica o soda
½ onza de jarabe simple*
Hielo

El tamaño de los belenes despertó el interés de amigos y vecinos, que convirtieron en tradición visitarlos cada año. Por eso, con la idea de que la mejor manera de prepararse para la Navidad es ayudando a los demás, Ana María decidió que su pesebre contara una historia, dejara una enseñanza y sirviera para recaudar fondos que, al final de la temporada, se convierten en donaciones.

En el calendario católico la Semana Mayor determina el fin de la Cuaresma (tiempo de preparación) y el inicio de la Pascua (tiempo de renovación), al cual le siguen Pentecostés (tiempo ordinario), Adviento y Navidad.

Antes de la llegada de Sebastián de Belalcázar, en 1538, la región tolimense estaba poblada por tribus de origen Caribe a quienes los españoles llamaban ‘pijaos’. Incluían tribus como putimaes, yalcones, guarinoes, pantágoras y marquetones. En el territorio entre Anserma, Toche, Cocora e Ibagué se encontraban descendientes de los quimbayas, quienes se diferenciaban de los ‘pijaos’ por sus rasgos asiáticos, su corpulencia, sus colas de caballo y su actitud de guerreros: eran entrenados desde muy jóvenes en el manejo de armas.

 

Hasta el 26 de diciembre, se presentará esta pieza que fusiona tres obras cortas que integran la comedia, el clown, los títeres y la música. El ritmo de la sociedad conectada, el consumismo y los afanes de estos tiempos, se enfrentarán a  la unión, el amor y la paz que reinan en la época navideña.

Más información aquí