Libros

Trainspotting fue su primer libro. ¿Cómo nació la idea de escribirlo?

Parece que ya fue hace mucho tiempo. (Risas). Me sentía verdaderamente desesperado en esa época. Tenía que hacer algo creativo. Tenía mucha música que había hecho y no tenía ningún lugar al que ir con ella. Entonces, decidí que debía ser un escritor porque también tenía mucho material de años atrás y podía ponerlo todo junto en un libro.

 

A los 17 años ganó su primer concurso. ¿A qué edad empezó a escribir y cuánto tiempo le tomó convencerse de que valía la pena dar a conocer sus textos?

Ya decía Yuval Noah Harari, el historiador y ensayista israelí, autor de De animales a dioses, que el gran salto de la evolución del homo sapiens en relación con las otras especies fue el chismorreo, esa capacidad innata para interesarnos en las vidas ajenas. Incluso se pone de ejemplo: “¿Acaso cree el lector que los profesores de historia charlan sobre las razones de la Primera Guerra Mundial cuando se reúnen para almorzar, o que los físicos nucleares pasan las pausas para el café de los congresos científicos hablando de los quarks? A veces.

A pesar de que ya había escrito otras novelas, su trabajo se centraba en poesía, de hecho es considerado uno de los poetas latinoamericanos más importantes de los últimos años. ¿Por qué alejarse de la rima para adentrarse en una prosa sobre un tema tan doloroso y oscuro?

 

A todos nos debe haber pasado: conocer un compañero de pupitre o de salón en el colegio que comienza a marcarnos la vida entre las aulas y fuera de estas; que nos atrae por su desparpajo y seguridad, por sus misterios en el comportamiento y en sus desaires; que nos obnubila y nos avasalla a pesar de que sospechemos que su amistad no lo es tal, que algo va mal en esa relación de la que no podemos escapar, a veces ni siquiera después de graduados de bachilleres.

 

Selva Almada se ha rodeado de muerte desde muy pequeña, como todos, aunque no nos detengamos a analizarlo. Se ha llevado consigo sus relatos cotidianos, los ha transformado en cuentos desde hace más de diez años y ahora los recopila en su más reciente libro.

 

 

Cuando era estudiante se enfrentó al papel en blanco por cuenta de una tarea universitaria. Su profesor de crónica y reportaje le había encomendado desarrollar un tema que la identificara. Después de que pasaron muchas ideas por su mente, en la pantalla de su computador aparecieron las primeras palabras. Las primeras oraciones. Las primeras preguntas: ¿tenemos los mismos ojos?, ¿sufres con tu peso como yo?, ¿te da alergia el frío?

Con motivo de la celebración del Día de la Tierra, la Alcaldía Mayor de Bogotá, ael Instituto Distrital de las Artes -Idartes y el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis ofrecerán un espacio lleno de letras, música y naturaleza.

Cuando Carlos Ruiz Zafón presentó La sombra del viento, en 2001, fue común comenzar a ver a personas en grupo o solitarias armadas de mapas y un ejemplar de la novela recorriendo las calles de Barcelona. Los lectores, nacionales y extranjeros, buscaban un lugar enigmático ubicado en la calle Arco del Teatro en el que, tras un portón con un aldabón en forma de diablillo y bajo una cúpula por la que se cuelan rayos de luz, duermen millones de piezas literarias que ya nadie recuerda. Nacieron los buscadores de El cementerio de los libros olvidados. Nació la ‘zafonmanía’.