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14 de Noviembre de 2017
Por:
Mauricio Romero

Los dispositivos subcutáneos tienen muchas aplicaciones médicas, pero ahora las empresas quieren usarlos para vigilar a sus empleados. ¿Qué tan legal será esta nueva realidad?

La piel que me vigila

Un adminículo debajo de la piel regula el nivel de azúcar en la sangre y genera dosis exactas de insulina en un paciente con diabetes. También, permite almacenar la historia médica de una persona. Estas son apenas dos de las aplicaciones exitosas de los chips subcutáneos, cada vez más eficientes y menos invasivos. Pero ahora las empresas comienzan a implantar chips para tener ciertos niveles de control sobre sus empleados.

Esta iniciativa hace recordar a muchos lo que el autor británico George Orwell describía en su libro 1984, publicado a mediados del siglo XX, en el que mostraba un mundo ‘distópico’ en el futuro, en el que los habitantes sentían que el gobierno, conocido como el Gran Hermano, sabía hasta lo que pensaban.

Lo que parece parte de una teoría de la conspiración –dice The New York Times– no lo es. La compañía Three Square Market, con sede en Wisconsin, Estados Unidos, decidió implantar a sus empleados un chip –del tamaño de un grano de arroz– entre el índice y el pulgar, que les permita ingresar al edificio y a los departamentos autorizados, pagar en la cafetería y registrar las horas de ingreso y salida, en cambio del carné. Muchos trabajadores están dispuestos a hacerse el implante.

El programa, si bien no es obligatorio, ha sido acogido por 50 de los 80 miembros del equipo de trabajo. Algunos que aún lo dudan, más por el hecho de tener un cuerpo extraño en su piel, reconocen que este es el principio de otro gran hito en tecnología.

La iniciativa fue posible gracias a la alianza con la compañía sueca Biohax International, reporta el Times, y es el primer proyecto de este tipo que se lleva a cabo en Estados Unidos, aunque ya se había implementado en la también tecnológica sueca Epicenter.

En el caso de Epicenter, una compañía de 2.000 empleados que lleva más de 2 años implantando chips en sus empleados, el rotativo británico Daily Mail es un poco más dramático: “Basta una inyección entre el pulgar y el índice, un clic, y he ahí otro cyborg”, publica.

La compañía sueca, pionera en este tipo de iniciativa y con un propósito similar al de la estadounidense, con casi 200 de sus colaboradores con implantes, incluso le ofrece una fiesta a aquel empleado que quiera ser ‘implantado’ con el chip, como para mantener la motivación a hacerlo.

“Reemplaza muchas cosas que antes usábamos, como llaves y tarjetas de crédito”, explica Patrick Mesterton, presidente de la compañía, al tiempo que hace una demostración de cómo abrir una puerta con solo hacer una seña con la mano.

Más allá de que esté relativamente comprobado que no tiene efectos secundarios serios sobre la salud, el uso de chips en el cuerpo plantea una serie de interrogantes sobre la privacidad, pues en este pequeño ejemplo, en el que el uso está limitado a la circulación dentro de las instalaciones de la empresa y las compras en el restaurante, ya están implicados hábitos de consumo y movilidad.

Alessandro Acquisti, profesor de tecnologías de la información del Heinz College, perteneciente a la Universidad de Carnegie Mellon, habla de la posibilidad de que hackers puedan tener algún tipo de control sobre los implantes, o que si bien los chips tienen dos o tres tareas en la actualidad, ello no significa que no se les puedan incluir controles más invasivos–sin que lo sepa el portador– como rastrearla cuando va al baño o en su vida en pareja.

A ese respecto, Todd Westby, presidente de Three Square, dice que la capacidad del implante es limitada, que no es un dispositivo con rastreo y que solo entrega información cuando se le pide, como al momento de abrir una puerta o pagar por un café. Este chip funciona con tecnología NFC (sigla en inglés de Near Field Communication).

En cuanto a los hackers, por ahora no hay mucho que puedan hacer, pues los implantes no tienen grandes cantidades de información y son pasivos; es decir, que lo que controla está en el otro extremo, como los lectores en las puertas y los puntos de pago.

 

Pegado al cerebro

A algunos empresarios, como el presidente del fabricante de autos eléctricos Elon Musk, les atraen las posibilidades de esta tecnología, al punto que el surafricano está iniciando la compañía Neuralink, que planea fabricar implantes para el cerebro humano, con el fin de tener una comunicación directa y de forma inalámbrica con un computador.

Musk espera que algún día esta tecnología, que iría implantada en una de las capas del cerebro, a la que el emprendedor se refiere como “corteza digital”, mejorará la función cerebral y ayudará a los seres humanos a mantenernos a la par con los rápidos avances en inteligencia artificial.

De otro lado, según la agencia Sputnik, el médico y científico ruso Alexander Volchek, quien trabaja como obstetra y ginecólogo en Novosibirsk, en Siberia, también es defensor de esta tecnología y dice que son más los mitos que se forman a su alrededor que los verdaderos peligros.

Él mismo tiene seis chips bajo su piel, que le permiten ingresar a recintos, comenzar una sesión en su computador y comprar cosas; expresa que pronto desaparecerán los tiquetes y las tarjetas para acceder a servicios, como el de transporte en bus o en metro, o incluso para intercambiar información personal en lugar de tarjetas de presentación.

El médico y científico usa algunos de sus implantes para tareas un poco más delicadas, desde el punto de vista de seguridad, como almacenar sus números y claves de tarjetas de crédito y débito, y contraseñas de ingreso a su computador y cuentas de correo electrónico.

Otra ventaja de estos dispositivos es que las máquinas de rayos X en aeropuertos y otros puntos de seguridad no los detectan, así que no se convertirán en una carga o un problema para quienes los lleven.

Contrario a lo que dicen algunos defensores de los chips subcutáneos, el implante puede acarrear riesgos potenciales para la salud. Según el médico ruso Vladimir Khoroshev, es posible que se presente una infección alrededor del chip si no se implanta de manera adecuada, y si se hace cerca de nervios podría causar traumatismos.

 

 

 

*Publicado en la edición impresa de octubre de 2017.