FOTOS CORTESÍA CREPES Y WAFFLES
27 de Octubre de 2021
Por:
Beatriz Fernández

Esta columna de opinión de la empresaria hace parte del especial #35AñosRevistaCredencial

"A nivel personal, tenía la consolidación de mi familia, y a nivel empresarial la de una fuerza que, unida, nos iba a llevar a donde estamos hoy en día": Beatriz Fernández

En 1986 yo vivía perfectamente enamorada de la vida. Daba gracias por cada nuevo amanecer que me permitía experimentar lo bueno y lo no tan bueno. Para mí fue un año de gran creación. A nivel personal, tenía lugar la consolidación de mi familia, y a nivel empresarial la de una fuerza que, unida, nos iba a llevar a donde estamos hoy en día. Porque así crecimos: unidos en esfuerzo, en trabajo y en propósito. Era un momento muy feliz: la alegría, el entusiasmo y la emoción iban de la mano de mi alma, lo cual me hacía tener una energía inagotable que se volvió creatividad pura.


"Todo para mí dejaba un gran sabor: sabor a amor".

Y descubrí que crear sabores y mundos nuevos –como la carta de helados, llena de fantasía y frescura; como las ensaladas artísticas, que para mí eran naturaleza convertida en arte, y como el brunch, una nueva posibilidad gastronómica para los domingos– era la manifestación de lo que había imaginado, de lo que quería entregar a Colombia, así como de los nuevos hábitos que quería invitar a vivir, sentir y saborear. Siempre hay algo que abre caminos y en este caso era la marca Crepes & Waffles, que con su estilo original iba a crear una nueva cultura gastronómica en el país.

Para mí, hacer un plato significaba ver la armonía perfecta en la que cada ingrediente aporta, para que, entre todos, sin pelearse entre sí, entreguen su mejor sabor. Así es como se va aprendiendo que es todos en uno, y no cada uno, como podemos crear un universo.

Me di cuenta también que la transformación de ingredientes, así como la transformación humana y el dinamismo evolutivo de todos nosotros, era parte del proceso al que, sin saberlo, nos sometía la marca. Y esa comprensión de lo que para mí era transformarlo todo se acentuó. Y todo para mí dejaba un gran sabor: sabor a amor.

Si eso se logra en un plato, lo mismo se puede lograr entre los seres humanos. Si todos nos comprometemos, estaremos siendo, individualmente, protagonistas de una transformación colectiva. Este pensamiento me ha acompañado desde el origen de esta historia.

Crear es crearse. Volver a encontrar nuestra fuente es reconstruirnos, reinventarnos. Es ser conscientes de nuestra esencia y, con esa consciencia, ser capaces de imaginar y manifestar nuestro enorme potencial.

Esa era la fuerza que le imprimía a Crepes & Waffles, para poder seguir haciendo empresa y construyendo país. Siempre con el corazón alegre y con el alma en paz.



No muchos recuerdan este uniforme de las mujeres que trabajaban en Crepes & Waffles en 1986.