Fotografía César Balcázar - Cortesía Movi Communications
11 de Junio de 2021
Por:
Diego Montoya Chica

El papel que interpretó para la serie Distrito Salvaje puso al actor en la primera línea de talentos colombianos. Revista Credencial habló con el bogotano acerca de una de las interpretaciones más significativas de su carrera.

 

 

Hablar pasito, pensar a gritos

 

¿UNA SERIE sobre un desmovilizado de las Farc, justo cuando en Colombia – apasionada como es cuando se trata de la guerra– se negociaba un acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla más antigua del mundo? La propuesta del productor Cristian Conti le sonó arriesgada al actor. “Me dio un poco de miedo por lo lejano que era el personaje a mi propia realidad”, confiesa desde California Juan Pablo Raba, cuyo universo, en efecto, no se parece en nada al de John Jeiver, o ‘Yei Yei’, el exguerrillero al que interpreta en Distrito salvaje (2018). Reclutado forzosamente a los 13 años en Caquetá y tras décadas de vivir entre el plomo y la manigua, ‘Yei Yei’ se reincorpora como civil – ya adulto y con un hijo adolescente– a una sociedad que lo corrompe de nuevo. Solo que, esta vez, como ‘gatillero’ de oscuros poderes urbanos. Cuando apenas empezaba a leer los guiones de la serie que Dynamo produjo para Netflix, la duda era comprensible: ¿cómo se mete uno, habiendo gozado los privilegios de la clase media, en semejante piel? ¿En la piel de la ‘otra Colombia’?

 

“Lo primero fue dejar los prejuicios que yo, como la mayoría, tenía con respecto a muchos guerrilleros rasos”, asegura Juan Pablo, crítico de todos los actores armados, pero consciente de que, cuando se trata de actuar, se debe abordar la realidad de cada individuo sin juzgar. “Si nos concentramos en los conflictos de una persona, en su humanidad, vemos que todos tenemos los mismos miedos, angustias y alegrías”, dice.

 

Es la madurez del actor –o su calidad humana– la que permite empatía suficiente como para diluir los juicios morales. A Juan Pablo tal vez inculcó su primer mentor, Edgardo Román, hacia el año 2000. O quizás es algo que aprendió en la Academia de Lee Strasberg en Nueva York y en los talleres que aún hoy –incluso con su nombre en carteles hollywoodenses– toma periódicamente. Pero más parece ser su experiencia de vida, camaleónica y ya larga, la que ha cimentado esa conciencia.

 

Hijo de colombiana y argentino, Raba fue mesero, lavaplatos, barman y modelo antes de subirse a las tablas. Además, ha vivido en Colombia, Argentina, España, Venezuela y Estados Unidos, y durante la mayor parte de ese periplo se ha entrenado en comprender la psique de múltiples personajes. Estos van desde galanes y villanos en melodramas latinoamericanos –como Amor en forma (1998), Mi gorda bella (2002), Por amor a Gloria (2005) y Sobregiro de amor (2007)–, hasta coprotagónicos en grandes producciones internacionales. Es el caso de su papel como Gustavo Gaviria, el primo de Pablo Escobar en la serie Narcos, y el de Joey Gutiérrez en Agents of S.H.I.E.L.D. Y, hace pocas semanas, llegó a las salas de cine del mundo entero con su papel de mafioso latino en Peppermint, un largometraje en el que comparte cartel con la ganadora del Globo de Oro, Jennifer Garner.

 

Venga de donde venga la empatía, ‘Yei Yei’ se vio beneficiado por ella. “Al desmenuzar el conflicto en la historia de una persona, esta se humaniza. Sentimos compasión –sostiene Raba–. Y para se- guir adelante en Colombia, la compasión va a tener que estar de la mano de todos nosotros”.

 

AGITADO SILENCIO
“Es genial verte hablando pasito pero pensando a gritos”. El también actor Alejandro Aguilar sabía de qué hablaba cuando le dijo esas palabras a Raba. Se refería a que ‘Yei Yei’ consigue uno de los mayores logros en el arte dramático: el de transmitir emociones a la cámara mediante un rango muy discreto de expresiones faciales y corporales. “Un actor que no hace nada es un actor que hace mucho. Y yo lo veía escuchando con la sangre”, explicó luego Aguilar.

 

Es lo mismo que logra Bill Pullman en la serie The Sinner (2017). También Ryan Gosling se ha “anotado ese gol”, particularmente en su papel en Drive (2011). “Quería ser invisible, estar apabullado por la ciudad. Pasar sin ser notado. Pero eso es física y mentalmente agotador – dice Juan Pablo–. Un torbellino interno disfrazado de quietud”. Una de las pocas escenas en que ‘Yei Yei’ se  quita su coraza es, a su vez, una de las favoritas de Juan Pablo. “Y una de las más importantes en mi carrera –comenta–. Es cuando Mario, el hijo de John, le dice ‘papá’ por primera vez”.

 

LA GEOGRAFÍA EN EL HABLAR
Durante sus múltiples visitas a desmovilizados para conocer su realidad y, con ello, caracterizar fidedignamente a John, Raba notó que, a veces, el origen de sus acentos era indescifrable. Eso le gustaba. “Quise crear algo que fuera rural –sostiene–, pero de ningún lugar específico”. ‘Yei Yei’ habla un genérico colombiano del campo, con algunos dejos de Cundinamarca. O tal vez del Caquetá y del Meta... no se sabe. “Si John había vivido años en distintas regiones y rodeado de diferentes nacionalidades, imaginé algo indefinido”, comenta sobre el guerrillero, quien, según el guion, había pertenecido antaño a la Columna Móvil Teófilo Forero de las Farc.

 

LOS PLANES
“Trato de no encasillar mi trabajo”, sostiene Juan Pablo acerca del riesgo de perfilarse ante los productores como apto para un solo tipo de papel. Asegura que le gusta la acción, el género para el cual lo han buscado recientemente. “Pero también quisiera explorar la comedia y papeles que tengan más espacio para hablar”, sostiene. Pese a que no discute en detalle los proyectos que se encuentran en su ‘tintero’ para el 2019, menciona la posibilidad –no confirmada– de que se realice una segunda temporada de Distrito salvaje. La certeza que sí tiene es que, después de dejar el ‘pellejo’ en los meses que ha requerido cada producción, descansará durante las fiestas de fin de año en su residencia en Los Ángeles, junto con su esposa, Mónica Fonseca, y sus dos hijos, Joaquín y la recién nacida Josephine: “Vivimos en un sitio muy bonito, cerca de las montañas y del mar –dice– . Nos quedaremos aquí, muy tranquilos”. ◆ 


*Publicado en la edición impresa de diciembre de 2018.