Foto cortesía Briela Ojeda
Foto cortesía Briela Ojeda
27 de Octubre de 2022
Por:
Arantxa Díaz Aguirre

La música es una deidad para esta joven cantautora nariñense. Sus composiciones nos conectan con la ancestralidad, la feminidad y la sanación. Fotos cortesía Briela Ojeda. 

TAGS: Música

La magia de Briela Ojeda

Usted nació en Inglaterra y, un año y medio después llegó a Pasto, ciudad donde creció y sembró sus semillas creativas ¿Qué recuerda de su infancia al pie del volcán y al son del carnaval?

Siempre estuvo cargada de muchos colores, sonidos y baile; de entender el papel de la celebración y de cómo esta se complementaba con el paisaje. Se trató de entender este festejo como una liberación que se celebra. Pero creo que las semillas se sembraron en ambos lados: siento que en Inglaterra algo está creciendo y solamente lo veré cuando regrese allá.

Cuando tuvo que escoger una carrera, se presentó a artes escénicas y a música, pero no pasó. ¿Por qué decidió estudiar diseño industrial?

La música nunca la vi como algo profesional. Cuando estudiaba diseño, quise hacer doble titulación con artes escénicas y música y, aunque no pasé a ninguna, sentí que no necesitaba un aval para saber que yo hacía música y que tenía ese gusto, así que me dediqué a estudiarlo por mi cuenta, con gente en la calle, ‘mochileando’, tocando en bares, etcétera.

¿Qué influencia han tenido su mamá y su abuela en sus composiciones musicales?

Mi mamá y mi tía cantan y mi abuelita también cantaba y tocaba la guitarra. Creo que ahí hay una información que una puede entender; llevo eso en la sangre, en la herencia. Aunque mis abuelitos tenían esa sensibilidad musical, ninguno en la familia lo había hecho de forma profesional. Yo tengo la posibilidad y la dicha de vivir de esto.

¿Quién le enseñó a tocar la guitarra? ¿Dónde aprendió?

Empecé recién entrada a bachillerato, en una clase de guitarra. En ese momento quería ser roquera y me encantaba la guitarra eléctrica. Lo primero que me enseñaron fue la canción de: “en algún lugar de un gran país…”, y Cielito lindo. Dejé de tocar la guitarra y luego, cuando me fui de intercambio y en medio de la soledad, me encerré en el cuarto a mirar cómo tocaban la guitarra las cantautoras que me gustan mucho y empecé a imitarlas. Luego, empecé a componer y ha sido mi mejor compañera en este recorrido.

Antes de llegar a grandes escenarios, usted cantaba en bares, ¿parques y restaurantes ¿Qué diferencias hay entre interpretar sus canciones en lugares pequeños y hacerlo en otros mucho menos íntimos?

Antes de los grandes escenarios, yo cantaba en cualquier lugar donde pudiera generar un momento de algarabía y de belleza en el aire. Me encanta ese acto de la música en el aquí y el ahora y no necesariamente en darle play a una canción, sino en poder interpretarla. Creo que desde ahí nace la pasión por la música.

Todo parte del compartir: en el parque, en la calle, cuando se entra a un restaurante y se dice: “Buenas tardes, mi nombre es Gabriela. Vengo viajando desde Colombia y tengo tres canciones para ustedes”. Hay una diferencia grande cuando te conocen y cuando solo estás ambientando un almuerzo, pero todas esas experiencias te dan mucha ‘cancha’. Técnicamente también cambia: yo antes no me preocupaba por el ingeniero de sonido, las visuales, la luminotécnica ni por nadie. En esos escenarios la cosa cambia y buscas la manera de conectar mediante tu desnudez total, pero también profesionalizando tu proyecto.


26 años tiene Ojeda, quien desde 2014 le dio rienda suelta a su proyecto. Su primer EP llegó en 2019.

Usted hace parte de una generación de cantautoras que visibilizan el feminismo, que hablan de la menstruación y exponen aspectos propios de las mujeres ¿Qué comadres la han acompañado en este proceso?

Muchas. Y siento que esto se va alternando porque el feminismo es un despertar en el que cada una se empodera y jala las orejas con cariño. Es un proceso donde nos hemos cogido de gancho en conjunto. La Muchacha, Lalo Cortés, Delfina, Liana, Diana Miraver… Hay muchas mujeres a mi alrededor, no solo en lo musical, sino en otras artes.

¿Y por qué es importante seguir hablando de estos temas?

Porque esta es la reparación de muchos años de desequilibrio. Es un momento en el que hay muchos despertares, tiene lugar una reorganización tanto de la energía femenina en las mujeres como de los hombres, que es importante. Son procesos que cada persona va despertando según reconoce la manera en que, históricamente, cargamos con heridas. Me parece hermoso poder hablar de estos temas con amigas que se comunican mediante el amor.

Templo Komodo ,su primer disco, es una recopilación de rituales en torno a los ciclos femeninos, al deseo de volver a la raíz y a letras que apelan a los saberes ancestrales¿ Dónde nace la inspiración de estas melodías?

Este disco tiene una recopilación de sentires, imágenes y paisajes alrededor de mi energía femenina. Nació de estar encerrada en pandemia y sanar toda la rabia que tenía. Desde 2018, empezó una gran transformación para darme cuenta de cómo soy: de mis senos, mi pelo, mis vellos, de toda la mujer que soy. Luego, fui a Pasto, a mi raíz, y tuve contacto con medicinas ancestrales que activan la memoria. Tuve la fortuna de estar en tres ceremonias donde revisé y sané las grietas con mi feminidad. Allí empezó la construcción de Templo Komodo: de cerrar los ojos y darme cuenta que es hermoso verse a una misma en otras mujeres. Cada canción tiene su lucha, su riña y su satisfacción porque si no lo hubiera resuelto no podría volverlo canción.

¿Qué satisfacciones le ha dado la música y ser cantautora?

Tener a la música en toda parte como oráculo, que me mande mensajes, que me guíe en el camino, que me mande canciones con señales subliminales cuando necesito escucharla, que se vuelva mi Dios, mi guía.

Además, estar en festivales y conocer artistas que me gustan mucho. También la abundancia que ha generado para mí, mi familia, mis amigos y mi entorno. No la abundancia económica, sino de amor, correspondencia, de plantas, flores, regalos, viajes. Es cuántico, es mágico. Esas cosas son muy gratificantes porque generan una burbuja expansiva de amor.