FOTOS CORTESÍA DE COMUNICARCE AGENCIA
28 de Julio de 2021
Por:
Catalina Uribe Tarazona

Como uno de los exponentes más importantes de la salsa en Latinoamérica, este artista, está poniendo algo más que un granito de arena para ayudar a jóvenes del Pacífico colombiano.

"En la música pude ser yo": Yuri Buenaventura



YURI BEDOYA (1967), 
quien luego adoptó el nombre de su ciudad como su apellido artístico, salió de su Buenaventura natal a estudiar economía en París. Pero se retiró faltando solo dos semestres para graduarse, pues comprendió que su llamado era, realmente, el de la música. Y cómo no iba a ser ese, dada la influencia de su padre, el profesor de música y teatro Manuel Bedoya, quien le transmitió su pasión por la salsa neoyorquina de la Fania y por la música de la chilena Violeta Parra, así como también el amor por la música clásica, los cantos gregorianos y por los instrumentos con los que experimentó toda la vida: la guitarra, el piano y la trompeta.

 

Yuri Buenaventura ostenta el honor de ser quien puso de moda la salsa en francés. Pero antes de conquistar esa cumbre, el artista debió recorrer un camino difícil, lleno de obstáculos que le quita- rían la valentía a cualquiera. Y en ese orden de ideas, reconoce que la adolescencia de un ser humano es especialmente difícil, como fue la suya. Eso lo llevó a echar a andar un proyecto denominado Crea Sonidos que, con la ayuda de Innpulsa, rastrea músicos de la región del Pacífico para apoyarlos en la promoción de su talento.

 

Usted ha dicho que cuando vivía en París sentía gran preocupación por los jóvenes colombianos. ¿Por qué? Así es. El período más difícil que uno vive es ese de la adolescencia cuando uno está pensando qué es lo que va a hacer, pero a su vez está sintiendo la vida. Uno siente que quiere ser médico, por ejemplo, o estudiar economía y hacer música, y se empieza a enrutar en función de espacios y oportunidades que se abren. O, sencillamente se deja llevar por lo que aparentemente quiere el ser. Ese momento es muy difícil y cuando yo pasaba por esa etapa, viví esa dificultad. Me fui de Buenaventura a estudiar economía a París y con muchas dificultades me inscribíen la Sorbona. Recuerdo que un día me le acerqué al decano y le pregunté: “¿Por qué ustedes aquí en esta universidad nos dan unas cátedras de economía, de la lógica de la economía, pero no nos hablan de las otras economías?” Él respondió: “Mire, en ese edificio de enfrente queda el edificio de sociología, váyase a estudiar allá”. Entendí que mis preguntas a la aca- demia eran inherentes a mi propia búsqueda, y terminé dedicándome a la música porque encontré en ella la oportunidad de ser yo. Después, simplemente fue un tema de espacio, disciplina, trabajo, y de vivir y hacer todos los días un ejercicio musical que te vuelve maestro.

 

Y entonces, ¿cuándo y cómo nace Crea Sonidos?
Esa idea se materializó en un avión regresando de la UNESCO con el presidente Iván Duque. Veníamos de hablar de economía naranja ante la plenaria con Audrey Azoulay, la directora general de esa institución, y durante el viaje él me dijo: “Yuri, ¿usted qué está hacien- do en Colombia?” Le respondí que tenía la idea de hacer un mapeo de todo el Pacífico colombiano, de Nariño, Valle, Cauca y Chocó, para saber cuáles son las músicas que allí están haciendo los jóvenes. Para conocer los nuevos sonidos de Tumaco, de Pasto y del Cauca, de Popayán, Ginebra, Chocó y Buenaventura, de Cali y Sevilla... El presidente me respondió que montáramos el proyecto y así se hizo. Se montó un plan piloto gracias a Innpulsa, que está anexo al Ministerio de Comercio. Lo interesante de Crea Sonidos ha sido reencontrarnos con la música producto de esa mezcla de indígena Emberá del Pacífico y también indígena Páez, con lo urbano y lo mestizo. Con lo que hacen los jóvenes del rap, del trap, del hiphop y todas esas músicas. Este mapeo, sin duda, va a fecundar un género al que yo llamo el jazz del siglo XXI.

 

¿En qué consiste ese plan piloto?
En esta primera fase, 2.329 agrupaciones se subieron a la plataforma Crea Sonidos y pudimos curarlas a través de un equipo de profesionales, músicos reconocidos y líderes de la música del Pacífico colombiano. Seleccionamos 20 artistas les grabamos un álbum y un videoclip, y además son dueños del 100 % de su producto. Nadie interviene o recibe ningún beneficio: es una herramienta para que ese joven encuentre su vocación.

 

Cuando uno ve un proyecto nuevo, casi siempre sus creadores dejan para el final el tema de los derechos de autor. ¿Valdría la pena comenzar siempre por ese frente?
Sí. Nosotros venimos de una cultura en la que no consideramos que lo nuestro tenga un valor importante y en la que nos están ‘haciendo un favor’. Esa mirada afecta nuestro insumo cultural y nuestra autoestima. Lo primero que debemos hacer es cambiar esa perspectiva, aprender a valorar lo nuestro y darle la importancia que se merece. Crea Sonidos tiene ese componente legal muy arraigado: porque si sales sin creer en tu proyecto a un mercado que está dispuesto a quitarte el 100 % de tus derechos patrimoniales, pues ya vas perdiendo.

 

¿Crea Sonidos planea extenderse hacia otras regiones del país?
La idea es esa. Sin embargo, los empresarios aún no comprenden la importancia de este tipo de proyectos. Ellos entienden solo las cifras y el arte no se mide así. Mi sueño es tener mil artistas bajo este proyecto, ya vamos en 20 (risas) vamos a ver cómo llegamos hasta allá.

 

¿Se abrirán nuevas convocatorias?
Sí. Estamos en la recaudación de los fondos.

 

¿Cuál es el rol de la música en la restauración de los tejidos rotos a raíz del orden público en nuestro país?
Uno no puede apagar un incendio con una manguera que no tiene conectada al tubo del agua. Ese ejemplo me remite, justamente, a su pregunta de por qué los jóvenes. Es ahí donde están las preguntas de la nación, es en esa generación donde está la búsqueda y es justo en esa población que está la solución. En ese momento de la vida fue cuando nacieron las figuras de Manuel Elkin Patarroyo, por ejemplo, o de Rodolfo Llinás. Fue entonces cuando se preguntaron: “¿Qué hago? ¿ Juego fútbol o me vuelvo un científico?”. Debemos entender que hay que conectar esa manguera desde ya a la fuente de agua para que el incendio en unos años no sea un incendio forestal mayor.

 

"Los empresarios entienden solo las cifras y el arte no se mide así".


*Publicado en la edición impresa de julio de 2021.