Memorial de agravios, 1809 (Extracto) Camilo Torres*

Camilo Torres y Tenorio (1766-1816) redactó este documento en 1809. Se trata de un valeroso llamado de igualdad que los españoles americanos o criollos le hacen a las autoridades españolas. Constituyó una contribución esencial al ambiente independentista de esos años. El título original del documento es: Representación del muy ilustre Cabildo de Santafé a la Suprema Junta Central de España.

“América y España, son dos partes integrantes y constituyentes de la monarquía española, y bajo de este principio, y el de sus mutuos y comunes intereses, jamás podrá haber un amor sincero y fraterno, sino sobre la reciprocidad e igualdad de derechos. Cualquiera que piense de otro modo, no ama a su patria, ni desea íntima y sinceramente su bien. Por lo mismo, excluir a las Américas de esta representación, sería, a más de hacerles la más alta injusticia, engendrar sus desconfianzas y sus celos, y enajenar para siempre sus ánimos de esta unión” […]

“Si el cabildo, pues, hace ver a V.M. la necesidad de que en materia de representación, así en la junta central, como en las cortes generales, no debe haber la menor diferencia entre América y España, ha cumplido con un deber sagrado que le impone la calidad de órgano del público, y al mismo tiempo, con la soberana voluntad de V.M. […]

“Establecer, pues, una diferencia, en esta parte, entre América y España, sería destruir el concepto de provincias independientes, y de partes esenciales y constituyentes de la monarquía, y sería suponer un principio de degradación.

“Las Américas, señor, no están compuestas de extranjeros a la nación española. Somos hijos, somos descendientes de los que han derramado su sangre por adquirir estos nuevos dominios a la corona de España; de los que han extendido sus límites, y le han dado en la balanza política de la Europa, una representación que por sí sola no podía tener. Los naturales conquistados, y sujetos hoy al dominio español, son muy pocos o son nada en comparación de los hijos de europeos, que hoy pueblan esta ricas posesiones.”[…]

“…Así que no hay que engañarnos en esta parte: Tan españoles somos, como los descendientes de Don Pelayo, y tan acreedores, por esta razón, a las distinciones, privilegios y prerrogativas del resto de la nación, como los que salidos de las montañas, expelieron a los moros, y poblaron sucesivamente la Península; con esta diferencia, si hay alguna, que nuestros padres, como se ha dicho, por medio de indecibles trabajos y fatigas descubrieron, conquistaron y poblaron para España este Nuevo Mundo.”
[…]
“En este concepto hemos estado y estaremos siempre los americanos; y los mismos españoles no creerán que con haber trasplantado sus hijos a estos países, los han hecho de peor condición que sus padres. Desgraciados de ellos, si solo la mudanza accidental de domicilio, les hubiere de producir un patrimonio de ignominia.” […]
“En cuanto a la ilustración, la América no tiene la vanidad de creerse superior, ni aun igual a las provincias de España. Gracias a un gobierno despótico, enemigo de las luces, ella no podía esperar hacer rápidos progresos en los conocimientos humanos, cuando no se trataba de otra cosa que de poner trabas al entendimiento. La imprenta, el vehículo de las luces, y el conductor más seguro que las puede difundir, ha estado más severamente prohibido en América, que en ninguna parte. Nuestros estudios en filosofía, se han reducido a una jerga metafísica, por los autores más obscuros y más despreciables que se conocen. De aquí, nuestra vergonzosa ignorancia en las ricas preciosidades que nos rodean, y en su aplicación a los usos más comunes de la vida. No ha muchos años que ha visto este Reino, con asombro de la razón, suprimirse las cátedras de derecho natural y de gentes, porque su estudio creyó perjudicial. ¡Perjudicial el estudio de las primeras reglas de la moral que grabó Dios en el corazón del hombre! ¡Perjudicial el estudio que le enseña sus obligaciones, para con aquella primera causa como su autor de su ser, para consigo mismo, para con su patria, y para con sus semejantes! ¡Bárbara crueldad del despotismo, enemigo de Dios, y de los hombres, y que solo aspira a tener a estos, como manadas de siervos viles, destinados a satisfacer su orgullo, sus caprichos, su ambición, y sus pasiones!” […]
“Teméis el influjo de la América en el gobierno? Y ¿Por qué lo teméis? Si es un gobierno justo, equitativo y liberal, nuestras manos contribuirán a sostenerlo. El hombre no es enemigo de su felicidad. Si queréis inclinar la balanza a el otro lado, entended que diez a doce millones de almas con iguales derechos pesan otro tanto que el plato que vosotros formáis”
“No temáis que las Américas se os separen. Aman y desean vuestra unión; pero este es el único medio de conservarla. […]

“¡Igualdad! Santo derecho de la igualdad, justicia que estribas en esto, y en dar a cada uno lo que es suyo; inspira a la España Europea estos sentimientos de la España Americana: estrecha vínculos de esta unión: que ella sea eternamente duradera, y que nuestros hijos dándose recíprocamente las manos, de uno a otro continente, bendigan la época feliz que les trajo tanto bien. ¡Oh! Quiera el cielo oír los votos sinceros del cabildo, ¡que sus sentimientos no se interpreten a mala parte! ¡Quiera el cielo que otros principios, y otras ideas menos liberales, no produzcan los funestos efectos de una separación eterna!
“Santafé. Veinte de Noviembre de mil ochocientos nueve!” 

 

Los derechos del hombre, sociedades secretas y la cosnpiración de los pasquines