FOTOGRAFÍA | ANDRÉS BUITRAGO
17 de Febrero de 2021
Por:
Christopher Tibble Lloreda

Volver la vista atrás, la nueva novela de Juan Gabriel Vásquez, retrata la agitada vida del cineasta Sergio Cabrera y de su familia, desde su paso por la China de Mao hasta sus años en la guerrilla.

“Me interesa el impacto de las ideas políticas en la vida privada”

  • ¿En qué momento se interesó en contar la historia de Sergio Cabrera y de su familia?
Empezamos a hablar con seriedad en 2013. Ese año, a Sergio le sugirieron hacer una película de ficción con su experiencia en la China de Mao en los años sesenta, y me pidió que me inventara una historia para convertirla en el guion. Yo inventé esa historia, pero por los imponderables que siempre hay en el cine, el proyecto nunca pasó de ahí. De todas maneras, escribiendo el guion confirmé lo que ya sentía: que toda la vida de Sergio, desde antes de que naciera, desde la historia de su padre hasta su propia adolescencia en la China comunista y luego su paso fugaz, pero muy doloroso, por los movimientos armados de los años sesenta, iluminaba una parte del siglo XX y unos temas que a mí me interesan, como el impacto de la historia en el individuo y el de las ideas políticas en las vidas privadas. Ahí fue cuando me pareció clarísimo que había que escribir este libro.


  • Volver la vista atrás es una especie de novela de no ficción o de biografía novelada. ¿Por qué la estructuró así?
Para mí es importante subrayar que el libro no es una biografía porque una biografía por definición cuenta la vida entera de su protagonista. Lo que yo hice, después de muchas horas de conversación con Sergio, después de haber construido una montaña de información, fue encontrar dentro de la montaña una narrativa coherente que tuviera un significado especial, que hablara de algo y por eso es que la historia cronológicamente no comienza con Sergio, sino muchos años antes, con la salida de su padre Fausto de España en la Guerra Civil, como exiliado. Yo defiendo la idea de que es una novela y de que, además, es ficción, basándome en una vieja acepción del verbo fingir que recogen los diccionarios viejos. En esa acepción, fingir significa “modelar, dar forma a algo” y se utiliza en el contexto de la escultura o de la talla, y yo siempre pensé que eso era lo que yo había hecho.

  • ¿Qué significado especial quiso darle a la historia de los Cabrera en la novela?
Como novelista siempre me han interesado los efectos invisibles que tienen los hechos externos, todo eso que llamamos historia y política. En el libro traté de contar los mecanismos ocultos por los cuales un joven adopta una ideología, entra en una mentalidad de fanatismo y acaba tomando decisiones de vida según esas ideas. En estos casos, todo lo que pertenece al mundo privado, como las relaciones amorosas, las fraternales, las relaciones entre padres e hijos, sufren una distorsión total y seven modificadas por esas fuerzas que vienen de afuera. Me pareció interesantísimo descubrir ese mundo secreto, que está solo en la cabeza y en las emociones de los personajes, pero cuyo origen está afuera, en lo que llamamos historia, política, sociedad.

  • ¿Se puede decir que la novela retrata la evolución de un desencanto que siente un joven hacia una fuerza histórica?
Yo creo que sí. Pero aquí entro en un territorio difícil porque una de las particularidades de este libro es que no solo está montado sobre la vida de alguien, sino que esa persona vive y existe, y eso limita muchísimo mi derecho a interpretar, ¿no? Pero sí creo que, en cierta medida, y esta parte la he hablado con Sergio, la novela trata de meterse con el tema difícil del fanatismo de un joven romántico y con su posterior desencanto y desilusión y dolor. Después de la publicación del libro Sergio me habló del golpe tan brutal que fue para él pasar unos años en un mundo en el que él se sentía como un héroe y después salir y darse cuenta de que es un villano.

  • Otra temática central del libro es la compleja relación entre padres e hijos...
Es verdad. Y no solo por la relación que Sergio tiene con la figura de su padre, sino por la presencia en la novela del hijo de Sergio, Raúl. Toda la novela, de algún modo, es una conversación indirecta entre Sergio y Raúl. En algún momento, Sergio dice que tal vez el mejor regalo que le ha dado a Raúl es una vida aburrida, muy distinta de esa fascinante y dolorosa aventura que fue su propia vida, tal como la quiso llevar su padre Fausto.

  • ¿Cómo fue el proceso de trabajar la novela con la familia Cabrera? Con Sergio, pero también con su hermana, Marianella, la otra protagonista del libro...
Fue muy extraño. Primero fueron treinta horas de conversaciones grabadas con Sergio. Él me contaba su historia con plena consciencia que yo estaba escribiendo un libro, pero nunca le mandé nada aparte de los primerísimos intentos. Simplemente hablábamos y hablábamos. En un momento de todo ese proceso, a mí me pareció que la hermana de Sergio, Marianella, que era un personaje muy secundario, pedía más espacio. Ella me empezó a interesar más y entonces hablé con ella. Luego me enteré de que al principio no quería, pero Sergio la convenció de que yo iba a tratar su vida con responsabilidad y empatía y humanidad, y de que no había mucho que temer.

  • ¿Cambió su percepción de los movimientos armados colombianos de los años sesenta y setenta a raíz de la escritura del libro?
Una de las cosas más difíciles de la novela fue desaparecer de la narración. Fue una decisión que tomé después de tres o cuatro borradores en los que yo era un personaje que opinaba y conversaba con Sergio. En algún momento me pareció evidente que yo tenía que contar la novela desde el punto de vista de sus protagonistas. Sin intervenir, sin juzgar, sin dar mi opinión. Y mi afán fue siempre el que para mí es el afán central de la buena literatura: entender. Yo quería entender cosas que me quedan muy lejos, como la voluntad de tomar las armas para pelear por unas ideas. Yo como ciudadano soy muy intransigente con eso, pero mi momento y mi país no son el momento ni el país de Sergio. Fue un reto muy grande ver el mundo desde su punto de vista y darle a mi personaje las ideas, las emociones, las convicciones y las desilusiones de ese Sergio Cabrera. Yo creo que esa fue la parte más difícil del libro. Y lo que logré al final fue una comprensión muy agrandada, mucho más profunda, de lo que fue esa juventud de los años sesenta. 

*Publicado en la edición impresa de febrero de 2021.