Fotos Camilo Devis
2 de Diciembre de 2013
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Cuando pienso en pasta se me vienen a la cabeza dos cosas: la primera es Italia y la segunda, una deliciosa preparación con una salsa ‘atomatada’, acompañada de una buena copa de vino.

Por Alejandro Cuellar 

La pasta de Marco Polo

Recuerdo perfectamente el escalofrió que recorrió mi cuerpo cuando me enteré de joven de que la pasta no era italiana y que los tomates se los mostramos nosotros a Europa con el descubrimiento de América. Fue el mismo que sentí cuando me enteré de que el ratón Pérez no existía muchos años atrás, pero un poco más fuerte, ya que de adolescente uno ya cree que lo sabe todo. Algún familiar narró, durante la comida, la anécdota de uno de los viajes de Marco Polo en el siglo XIII, seguramente para sorprendernos, y nos contó cómo el mercader hace referencia a la pasta en China en Libros de maravillas del mundo. Perplejo ante este dato, le adjudiqué el descubrimiento de la pasta a este viajero veneciano durante toda dad, aun sabiendo que este no es el verdadero origen de este maravilloso invento en Italia.

Existen referencias a la pasta tal cual como la conocemos en la actualidad que datan del año 1152 en Italia, 102 años antes del nacimiento de Marco Polo. Hay, inclusive, evidencias más antiguas según las cuales las civilizaciones etruscas, en lo que hoy en día es la región de la Toscana, machacaban cereales con agua para crear una pasta que cocían y obtenían un alimento muy nutritivo y sabroso. En el siglo III antes de Cristo, en Roma ya existían máquinas para crear láminas anchas y planas de pasta, utilizadas para crear ‘laganas’, uno de los platos predilectos del famoso político y orador romano Marco Tulio Cicerón.

Así, aunque es incorrecta la parte de la historia que afirma que Marco Polo introdujo la pasta a Italia, la afirmación según la cual el origen de la pasta es China es correcta. En octubre de 2005, el New York Times publicó la noticia del descubrimiento de un recipiente de barro con fideos amarillos de 50 centímetros de largo, sepultados tres metros bajo tierra cerca al río Amarillo en el noroeste de China. El descubrimiento fue originalmente documentado por la revista Nature, que señala que el lugar fue probablemente arrasado por un terremoto que llevó a una “inundación catastrófica” hace alrededor de 4.000 años. El profesor Houyuan Lu, líder del grupo de arqueólogos que hallaron la vasija y miembro de la academia de ciencia de China, afirma: “Esta investigación ha demostrado que la primera producción de fideos tuvo lugar en China”.

Como es muy probable que nunca me aprenda el nombre del afamado Houyuan Lu y no hablo latín como Marco Tulio, si algún día tengo el placer de tenerlos en mi mesa compartiendo alguna de estas deliciosas recetas, y cuentan con buena suerte, oirán mi famosa historia de cómo el gran Marco Polo fue la primera persona en traer la pasta de China a Italia, en algún siglo que seguramente me inventaré ya que se me olvidará el correcto. Terminaré la leyenda diciéndoles “buen provecho”, haciendo un gesto de brindis con mi copa de vino y brindando por ustedes. Si no tienen tan buena suerte, seguramente oirán mi no tan famosa historia de cómo mi papá se cayó encima mío haciéndose pasar por el ratón Pérez.

Fettuccine negros en salsa de tres quesos

Ingredientes para 5 personas

500 gr de pasta negra
300 gr de fondue de queso en paquete
200 ml de leche
100 ml de crema de leche
50 gr de queso azul
100 gr de queso parmesano
Aceite de oliva
Sal y pimienta

Preparación

Cocinamos la pasta en abundante agua con sal.

Este es un truco para la salsa de tres quesos más rápida que podemos hacer: ponemos en una olla la fondue con la leche y la crema, calentamos a fuego medio revolviendo, una vez fundido el queso, agregamos el queso azul y revolvemos hasta que también se funda. Si nos queda muy espesa la salsa, agregamos un poco de leche: si nos queda muy liquida, la cocinamos unos minutos más. Reservamos.

        

Cuando la pasta esté al dente la pasamos por un colador y la devolvemos a la misma olla, agregamos sobre el fuego un chorro de aceite de oliva y revolvemos. Servimos en una fuente o en cada plato terminando con una porción generosa de la salsa en el centro. Podemos terminar con un poco de perejil para decorar.

Ensalada de pasta con tomates secos, aceitunas y albahacas

Ingredientes para 5 personas

400 gr de pasta penne o tornillo
200 gr de tomates cherry (tomate chiquito)
200 gr de tomates secos marinados en aceite
1 frasco de aceitunas negras, moradas (yo mezclo las dos)
1 atado de albaca
3 cucharadas de vinagre balsámico
Aceite de oliva
Sal y pimienta

Preparación

Cocinamos la pasta en abundante agua de la misma forma en la que cocinamos del espagueti en la primera receta para que quede al dente. La pasamos por un colador, la enfriamos en abundante agua fría, la volvemos a colar y le agregamos aceite de oliva para que no se pegue.

              

Cortamos los tomates en dos –si no conseguimos chiquitos, cortamos normales en cubos– y en un recipiente hondo le agregamos los tomates secos con parte de su aceite, las aceitunas y bastantes hojas de albahaca. Si las hojas son muy grandes las cortamos con cuchillo en julianas. Yo uso albahaca morada y verde si encuentro de las dos. Salpimentamos y dejamos reposar en la nevera por cinco minutos para que los sabores se mezclen. Pasado este tiempo, agregamos la pasta fría y el vinagre balsámico. Revolvemos bien. Servimos y decoramos con unas hojas más de albahaca. Esta ensalada sabe mejor hecha con anticipación y va también divinamente con algún queso fresco.