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18 de Noviembre de 2022
Por:
Mónica Pardo

El conflicto en Ucrania y la crisis mundial de los contenedores han golpeado a Colombia en el frente de la inflación. La política arancelaria puede bien agravar o aportar en la solución de ese problema. 

¿Aranceles blandos o duros? Responden tres expertos

*Artículo publicado en la edición impresa de mayo del 2022. 

DE ACUERDO con el Dane, en marzo de 2022 la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 8,53 % y la mensual de 1 %, cifras superiores a lo que esperaban los analistas. Los alimentos y bebidas no alcohólicas fueron los que más aumentaron (25,37 %) y contribuyeron con 4,07 puntos porcentuales a la variación total del IPC. El reporte del Dane indica que la papa subió, entre 2021 y 2022, 110,2 %; la carne de res 35,9 % y las frutas frescas y los huevos, 34,7 % y 32,0 %, respectivamente. Para aliviar las presiones inflacionarias que afectan el bolsillo de los colombianos quitándoles poder adquisitivo, el Gobierno decidió, mediante el Decreto 307 del 3 de marzo, dejar en 0 % el arancel, por seis meses, a 165 bienes importados dentro de los cuales están alimentos, bebidas, harinas, cereales, semillas para productos agrícolas, mejoradores de panificación y complementos alimenticios.

Un mes después, el Ejecutivo expidió el Decreto 504 del 4 de abril, que estableció un arancel del 0 %, por 12 meses, para otros 39 insumos agropecuarios como las preparaciones utilizadas para la alimentación de los animales, feldespato, nitrógeno, hidróxido de sodio y ácido cítrico, así como medicamentos con hormonas para uso veterinario e insecticidas, entre otros.

 

En medio de esta coyuntura, REVISTA CREDENCIAL indagó con tres expertos sobre la pertinencia de tener unos aranceles “blandos” —bajos— o unos “duros” —altos—.

 

MARÍA CLAUDIA LACOUTURE
Directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana

Desde su punto de vista, ¿los aranceles para las importaciones de alimentos deben ser blandos o duros? ¿Por qué?

Lo primordial es que los colombianos tengan lo que necesitan tanto en su calidad de consumidores como de productores. Los aranceles tienen que estar en niveles razonables para no afectar el poder adquisitivo de las personas, en bienes tan importantes como los alimentos, y al mismo tiempo, los productores cuentan con herramientas legales como los mecanismos de defensa comercial que existen en los acuerdos comerciales como los que ha suscrito Colombia con sus vecinos en el ámbito de la Comunidad Andina o con EE. UU., con Europa y con varias naciones de manera individual.

Lo ideal es que vendamos caro y compremos barato, pero así no funciona el mercado. Lo que sí funciona es la productividad, la competitividad, la innovación, buscar nuevas oportunidades a los agricultores colombianos y disminuir sus costos de producción vía menores aranceles para insumos y maquinaria. Si revisamos la canasta importadora de alimentos en Colombia, lo que importa es lo que no produce o produce poco o necesita mucho. Los acuerdos son instrumentos para el desarrollo.

Es un asunto que tiene muchas variables, comenzando por la capacidad productiva de cada país para ser autosuficiente en materia alimentaria y ello incluye la posibilidad de generar los insumos para la producción, de manera competitiva, de los bienes finales. Cada país tiene un panorama productivo diferente, e históricamente lo que se ha visto es que por medio del comercio internacional se vuelve complementario.

¿Qué impacto tiene que haya aranceles blandos o duros en el caso de las importaciones de alimentos?

De lo que se trata es de armonizar la oferta y la demanda. Cada coyuntura tiene su análisis y mal haríamos en generalizar. Los negocios los hacen los exportadores y los importadores, el Gobierno lo que hace es proveerles de las herramientas regulatorias y financieras dado el caso. Cuando se requiere un producto se busca el mejor precio y para eso son los acuerdos, para poder buscar los precios más convenientes entre todos los socios. Si son aranceles altos, y no hay acuerdos, la tendencia será buscar alternativas nocivas como el contrabando. Y cuando no tienes la capacidad suficiente de control, los mejores amigos del contrabando terminarán siendo los aranceles altos.

¿Cómo impacta esto al consumidor?

El comercio es de ida y vuelta. Si tengo aranceles altos para las importaciones, entonces tendré aranceles altos para mis exportaciones. Los costos siempre se trasladarán al consumidor. Si se importa a buen precio, un buen precio se puede dar. Si compro caro pues vendo caro.

JUAN CAMILO RESTREPO
Exministro de Agricultura y de Hacienda

¿Debemos gravar fuerte o suavemente las importaciones?

En este momento de alta inflación que estamos viviendo especialmente de alimentos, lo más recomendable es tener aranceles bajos para las importaciones que necesita hacer el país en general y en materias primas de alimentos en especial. En este momento en la economía mundial, Colombia se debe abrir en vez de cerrar su economía y una manera de hacerlo es tener aranceles lo más bajos posible.

¿Aprueba entonces la reducción realizada de los aranceles a bienes importados, dentro de los que están varios alimentos?

La medida del Gobierno de reducir los aranceles va en el camino correcto, pero es una medida tardía que debió haber tomado hace varios meses. Va en la dirección correcta bajar los aranceles de los principales productos como materias primas e insumos agropecuarios.

¿Qué impacto tendría no bajar los aranceles?

Si los aranceles no bajaran, se atizaría la inflación porque aranceles muy altos se terminan trasladando a los consumidores. De manera que, además de las fuerzas inflacionarias se sumaría el costo de unos aranceles muy altos. Por eso, en esta coyuntura lo más razonable es tener una estructura lo más baja posible de aranceles. En momentos de alta inflación mundial y de precios muy altos de los alimentos, los aranceles bajos son una ayuda para que no toda la carga de la economía internacional recaiga en el consumidor, pues los alimentos están creciendo más del 25 % anualmente.

¿Quién no gana con unos aranceles bajos?

Si se bajan los aranceles, todos ganan, salvo aquellos que quisieran poner unos precios muy altos de lo que venden en el mercado comparado con unos costos que transferirían a los consumidores. Pero repito: en este momento es bueno trabajar, en una economía como la colombiana y en el contexto mundial, con una estructura baja de aranceles que permita importar al menor costo posible lo que el país necesita.

¿Cómo entender los aranceles al maíz, que es tan importante para la economía agrícola y de alimentos?

El maíz es un buen ejemplo. Colombia tiene que seguir haciendo esfuerzos, como lo ha venido haciendo —pero aún son insuficientes—, para aumentar el área cultivada de maíz. Porque de todas maneras somos deficitarios. De hecho, el maíz hay que importarlo para mantener la industria avícola. De manera que encarecerlo más de lo que ya está con los precios internacionales, es decir, ponerle un sobrecosto en aranceles, se traduciría en mayor costo de producción avícola que se traslada a los consumidores.

Gonzalo Moreno
Presidente ejecutivo de Fenavi

“En este momento no tenemos aranceles ni al maíz, ni a la soya, ni a la torta de soya como consecuencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. No obstante, los aranceles sí pueden afectar el costo de producir estos granos, teniendo en cuenta que el 80 % del costo de producir pollo y huevo corresponde a maíz, soya y torta de soya, que son los principales insumos para el sector avícola. Cualquier arancel que se ponga sobre estos productos va a afectar directamente el costo para los consumidores”.