06 de diciembre del 2024
Foto: cortesía Netflix
Foto: cortesía Netflix
27 de Septiembre de 2024
Por:
Julio César Guzmán @Julguz

La serie española que transcurre en un hospital de Valencia sigue el ritmo incesante de un electrocardiograma: emociones por doquier en dosis de 50 minutos. 

Respira y el amor en los quirófanos

UNA PACIENTE con un tumor canceroso más grande de lo previsto es operada al filo de la medianoche. Con su vientre expuesto y sedada por tiempo adicional, se hace necesario extirpar más tejido, con el riesgo que esto implica.

 

Y justo a las doce en punto comienza la huelga en el mayor hospital público de Valencia, España. ¿Parar o seguir? Una emergencia tan dramática es la apertura idónea para diagnosticar una serie hospitalaria, como la que estrenó Netflix hace pocos días: la española Respira es una inyección de adrenalina directa al corazón, que estremece, asombra y mantiene en vilo hasta al más avezado cirujano.

Los conflictos éticos, las relaciones difíciles y una cámara febril que penetra como una sonda la intimidad de los personajes, hacen metástasis a lo largo de sus ocho capítulos, contagiando todo de una presión asfixiante que semeja a la de un torniquete.

Las médicas que dan rostro a esta serie son estrellas del cine y la televisión de España: Blanca Suárez (La piel que habito), Aitana Sánchez-Gijón (Madres paralelas) y Najwa Nimri (La casa de papel), secundadas por los actores Borja Luna y Manu Ríos.

Ellos son los habitantes casi permanentes del hospital Joaquín Sorolla y, a tono con el nombre del pintor valenciano, plasman aquí todos los colores de un centro de urgencias: el escándalo de la sangre, la explotación laboral, la oscuridad de la muerte también y los intereses personales compitiendo contra el juramento hipocrático.

Y no faltan las escenas de sexo: hay que recordar que el creador de Respira es Carlos Montero, el mismo autor de Elite y otras series españolas. Cada cierto tiempo, las camillas son tomadas por impulsos pasionales en todas las formas y géneros posibles.

En la producción sobresale el montaje angustiante y verosímil para transmitir las emociones extremas de un hospital: el dolor y la supervivencia. La fotografía es efectista, por momentos, al exhibir sin pudores las heridas de carne y hueso.

Pero si usted no está contraindicado para las emociones fuertes, le pronostico una experiencia excitante, no desprovista de cierta adicción por conocer el desenlace de cada historia.

Respira es otro eslabón en la cadena de grandes series hospitalarias, que se puede remontar a M.A.S.H en los 70, General Hospital en los 80 o Grey’s Anatomy a comienzos de este siglo. En todas ellas y en muchas otras se encuentra como factor común la lucha tenaz contra la muerte y la enfermedad, pero también los amores que nacen en los quirófanos.

Es apenas natural que un lugar tan lleno de historias, desde la ternura de un recién nacido hasta el declive de un enfermo terminal, sea la sede por excelencia de los conflictos. Pero se agradece que en Respira se incorporen no solo esos dramas solitarios, sino también la política, la economía y la sociedad, que cada vez padecen más las crisis sanitarias en todas partes del mundo. Basta con leer los periódicos colombianos de los últimos meses...