Fotografía | Cortesía
6 de Agosto de 2019
Por:
Redacción Credencial

 

El director colombiano nacido en Brasil, que se dio a conocer gracias a un documental sobre el presidente boliviano Evo Morales (Cocalero) y un largometraje sobre un hombre en silla de ruedas (Porfirio), presenta su tercera película, Monos, una particular visión sobre el conflicto colombiano que recorre festivales y arranca aplausos.

“Quiero hacer un cine que hable de nosotros”: Alejandro Landes

La guerra tiene muchas aristas; algo que tiene claro el director colombiano Alejandro Landes (Cocalero, Porfirio), quien decidió hacer un acercamiento, desde lo humano y no desde lo ideológico, sobre los modernos conflictos irregulares que aún persisten en muchas partes del mundo. “Con tantos frentes de batalla, tratamos de que no fueran identificables para que no se sepa desde qué lado se pelea, porque la guerra es igual, no importa el lado”.

 

Su más reciente producción, Monos, ha sido comparada con grandes clásicos de las películas bélicas que han logrado ir más allá de la categorización de buenos y malos, como Apocalypse Now, o profundas reflexiones sobre la naturaleza humana como El señor de las moscas.

 

Monos, que ha recibido reconocimientos como el premio a Mejor Ficción en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse; Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Cinematografía y Mejor Actriz en el Newport Beach Festival Film, de California; Mejor Largometraje de Ficción en el Montclair Film de Nueva Jersey, Mejor Película en el Festival de Cine de Transilvania, Mejor Película en el Festival de Cine de Eslovaquia y Mejor Director en el Festival de Odesa, cuenta la historia de un grupo de jóvenes combatientes asentados en un páramo, cerca de un caudaloso río, donde deben vigilar a una extranjera secuestrada, interpretada por Julianne Nicholson (Law & Order, Boardwalk Empire, ER, Ally McBeal). 

 

 

“Lo que quería con Monos era jugar con un género, hacer mi propia versión de una película de guerra; algunos -muchos realmente- me han dicho que también es un thriller, eso era algo que no pensé que estuviera haciendo. Es interesante jugar con esas clasificaciones, como hizo Andy Warhol con la lata de sopa Campbell; la idea es mostrar de otra manera algo que ha visto todo el mundo, darle la vuelta a algo que las personas han tenido frente a sus narices todo el tiempo. En ambos casos, en Porfirio y en Monos, se trata de historias que siempre estuvieron ahí y trabajar con algo conocido y darle una vuelta me parece llamativo”.

 

Porfirio (2011) es el primer largometraje de ficción del realizador. Graduado en Economía Política en la reconocida Brown University, en Rhode Island, Landes terminó involucrado con el mundo audiovisual trabajando con Andrés Oppenheimer.

 

 

“Me fui del programa y me animé a irme Los Angeles. En una productora servía cafés, leía guiones, y cuando vi que Evo Morales se lanza le pido una cita a mi jefe y le digo oye tengo una idea y me dice te consigo una cita… terminé sentado gracias a él con Participant Media,  los hoy productores de Roma y Green Book”.

 

Llevado por la curiosidad, filmó, sin mayor preparación formal, su ópera prima, un documental sobre el ascenso al poder del aún presidente de Bolivia Evo Morales llamado Cocalero (2007). “Me inspiré en películas como una que hizo Joao Moreira Salles (el hermano de Walter Salles) sobre la campaña de Lula (Entreatos) y otra sobre la llegada al poder de Clinton. Era algo que me llamaba la atención, hablar del primer presidente indígena en un país mayoritariamente indígena, como Nelson Mandela en Sudáfrica”.

 

Sin conocer a nadie y sin haber estudiado cine, artes visuales o periodismo Alejandro Landes decidió tocar la puerta del candidato. Con sus propios recursos había comprado una cámara y con ella y las ganas de contar una historia se fue a Bolivia. “Al principio de la campaña éramos su secretaria, mi camarógrafo, un conductor y yo; cuando terminamos de filmar era un convoy de 60 carros y el hombre era presidente”.

 

La ópera prima de un economista que nunca había pensado en convertirse en documentalista ganó el galardón a Mejor Documental en los Premios Sur y fue nominado al Gran Premio del Jurado en la categoría Documental en el Festival de Sundance. “No lo podía creer, lo compraron en muchas partes. Yo quería hacer ficción, pero así fueron las cosas y esa fue como mi escuela”.

 

Para entonces, Landes ya tenía un camino distinto en su vida. Con el respaldo de su aclamada primera película y el germen de un nuevo proyecto aplicó a una residencia, creada por la Cinéfondation del Festival de Cannes, que lleva cada año a París a un grupo de jóvenes realizadores. “Te dan unos talleres, te ponen un apartamento, te dan una mesa y a escribir; ahí escribí Porfirio”.

 

Alejandro todavía estaba en Bolivia filmando Cocalero cuando leyó una nota en un periódico sobre un hombre en silla de ruedas y su hijo, quienes secuestraron un avión en Colombia como protesta en contra de un fallo del Consejo de Estado, que le negó una indemnización al padre por los hechos que causaron su discapacidad. “Esa nota salió en todo el mundo, pero se olvidó al día siguiente. A mí se me quedó en la cabeza. Vi una historia muy fuerte entre padre e hijo en un momento en que mi padre estaba en la cárcel y me pegó mucho, agarré un avión y me vine a buscar a Porfirio”.

 

El primer proyecto de ficción de Landes se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en 2011 y fue parte de la selección oficial de festivales como Toronto y San Sebastián, y recibió premios en Amsterdam, Montreal, Biarritz y Cartagena, entre otros.

 

Su primer largo de ficción llevó a Landes a descubrir muchas cosas sobre su trabajo como cineasta. “Para mí todo es muy instintivo, me resulta muy inspirador el mundo físico y creo que hay mucha magia en lo que nos rodea. Porfirio es muy natural en sus actuaciones, pero la puesta en escena es híper estilizada; entonces, hay una desconexión entre lo estilizado del lenguaje visual, casi como una obra plástica y la realidad que estamos viendo. Esa tensión genera una incomodidad en la audiencia que a mí me parece interesante, porque el espectador no logra identificar completamente qué es lo que está vien

do”.

Ese interés por “incomodar”, por “subvertir”, por “ir más allá” sigue presente en Monos, a pesar de las aparentes diferencias: “Después de haber tenido un hombre de 55 años encerrado en su casa, encerrado en su cuerpo, buscar salir; pasar del protagonista único al protagonismo coral; de lo estático a la idea del movimiento. Mucha gente me dice que me fui al otro lado, pero yo creo que ambas películas son más parecidas de lo que algunos creen”.

 

Monos nació, entre otras cosas, por el interés del realizador de contar su visión de la guerra en Colombia. “En medio de este proceso de paz seguimos con la gran pregunta de hacia dónde vamos. No es que eso me dé un derecho particular sobre la historia, pero yo me crié por fuera del país, entre otras cosas, escapando de la violencia que padecieron miembros de mi familia que fueron secuestrados y quería contar la historia desde el punto de vista nuestro”.

 

Sin embargo, no le interesaba generar un debate político. “Necesitábamos otro punto de vista, algo que partiera de una especie de vacío, sin ese contexto de, quién está peleando contra quien, para que la gente no la leyera desde el prejuicio, por eso en ningún momento se menciona Colombia, quería que fuera distinto, jugar con algo alegórico, recrearlo y llevarlo a la hiperrealidad”.

 

Después de escribir la historia, junto con el argentino Alexis Dos Santos, Alejandro y sus socios productores comenzaron a buscar lugares y personajes. El páramo de Chingaza, en los alrededores de Bogotá, y el río Samaná, en el oriente del departamento de Antioquia, se convirtieron en las locaciones principales y los jóvenes, seleccionados tras meses de ver pruebas tanto en vivo como en video, la base de lo que sería el grupo definitivo de actores. “Llevé los 30 finalistas a un campamento en las montañas de Chingaza. En la mañana hacían talleres de actuación y de improvisación y en la tarde ejercicios físicos, con un hombre que encontré en Panaca en un programa de reinserción”.

 

Wilson Salazar, un excombatiente que llegó al proyecto como asesor, terminó convertido en un personaje más de una producción que se fue consolidando por el camino con nombres que, al principio, Landes ni siquiera había considerado. Al rodaje se incorporaron, además de los ocho chicos finalmente elegidos –entre los cuales quedó solo un actor con experiencia, Moisés Arias–, el especialista en fotografía subacuática Peter Zuccarini (Bumblebee, Spiderman: Homecoming, Baywatch, Jurassic World y Piratas del Caribe, entre otras); el editor Yorgos Mavropsaridis (nominado al Óscar por La Favorita) y la compositora Mica Levi (nominada al Oscar en 2017 por la banda sonora de Jackie).

 

“Al final lo que tengo es una sensación de profundo agradecimiento por haber podido hacer una película como esta, donde mucha gente muy talentosa puso todo su empeño. Hubo mucho de fortuito, mucho de fe. Yo la siento como una ola que fue creciendo y rompiendo en su camino, porque Monos comenzó como una película mucho más chica, nunca tuvimos los recursos ni la infraestructura para poder planear lo que finalmente pasó, trabajar con las personas que trabajamos y llegar a Sundance y que la compraran dos horas después de la primera proyección, y que ahora esté en 30 territorios es realmente increíble porque yo lo único que tenía era lo suficiente para rodar al otro día, nada más”.

 

Sergio Ramírez.