Sacando los  dientes: aeronaves  de combate  surcoreanas y  estadounidenses  sobrevuelan la  península de  Corea como  respuesta al  lanzamiento de  un misil balístico  por parte de  Pyongyang, a  principios de  octubre. Este  último se registró  en el campo  aéreo japonés. Foto: Getty Images.
Sacando los dientes: aeronaves de combate surcoreanas y estadounidenses sobrevuelan la península de Corea como respuesta al lanzamiento de un misil balístico por parte de Pyongyang, a principios de octubre. Este último se registró en el campo aéreo japonés. Foto: Getty Images.
22 de Febrero de 2023
Por:
Óscar Palma*

Para despejar el catastrofismo amarillista, este análisis nos deja claro, de manera sosegada y con elementos técnicos, cuál es el panorama de armas nucleares que enfrentamos a la luz de la geopolítica contemporánea.

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Rusia, Ucrania y Corea del Norte: ¿el inicio de una nueva era nuclear?

*Artículo publicado en noviembre del 2022. 

La guerra inventada por Vladímir Putin en Ucrania y las recientes pruebas de misiles de Corea del Norte parecerían llevarnos, de nuevo, por los caminos de la destrucción con armas nucleares, como si fueran los peores años de la Guerra Fría. Lejos en la historia había quedado la crisis de los misiles de 1962 en Cuba, uno de los momentos más críticos en la materia. Pero con estos hechos recientes en el escenario internacional sentimos de nuevo los mismos vientos que soplaron en ese momento.

Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Unidos alcanzaron a desarrollar cantidades ingentes de armas nucleares, cada una con un alto radio geográfico de destrucción. La primera nación llegó a tener alrededor de 39.000; la segunda, unas 23.000. Las bombas detonadas sobre Hiroshima y Nagasaki, que causaron la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, serían armas enanas al compararlas con el desarrollo tecnológico posterior.

La posibilidad de tal nivel de destrucción sin antecedentes llevó a que la doctrina reinante durante la Guerra Fría fuera la de ‘disuasión’. Más allá de pensar en atacar Moscú, Nueva York o Los Ángeles, las armas nucleares fueron utilizadas para desmotivar un ataque del enemigo, bajo la premisa de “si me atacas, te ataco”. A esto se le conoció como destrucción mutua asegurada. El riesgo de ser aniquilados era tan alto que los gobiernos hicieron todo lo posible por evitar una confrontación.

De cierta forma, las armas nucleares ayudaron a evitar una guerra directa entre Washington y Moscú. Algunos afirman que esa imposibilidad fue justamente la que llevó a que las superpotencias se enfrentaran de manera indirecta en escenarios como Corea, Vietnam o Berlín, sin ponerse en el camino de la guerra directa. ¿Las armas nucleares, entonces, evitan la guerra? Podría parecer un contrasentido, pero para muchos en la disciplina de las Relaciones Internacionales y los Estudios de Guerra eso es lo que han hecho. 

No obstante, la doctrina de disuasión no fue la única visión sobre la función de las armas nucleares. Algunos en el Gobierno de Estados Unidos, y en las reflexiones doctrinarias, plantearon la posibilidad de utilizar las armas en el campo de batalla. Es decir, que no fueran solamente un instrumento para intimidar al enemigo y evitar su ataque, sino que tuvieran una función real en la guerra. Esto implicaría reducir el radio de destrucción de un arma nuclear en el territorio, lo que conlleva desarrollos tecnológicos.

Un arma 'táctica' podría destruir un batallón de un solo tajo.

Las armas típicas tendrían la capacidad de destruir ciudades enteras, generando efectos a largo plazo (como contaminación radiológica) en regiones más extensas. Un arma en el campo de batalla pretendería destruir, por ejemplo, unidades militares como batallones, brigadas, escuadrones de fuerza aérea o flotas de mar de un solo tajo. Suelen ser llamadas armas nucleares tácticas. En la Guerra Fría no fueron utilizadas, ¿pero podría ser el caso actual?


Soldados buscan cuerpos entre las ruinas resultantes de un bombardeo ruso en Kupiansk, Ucrania. Uno de los temores en torno a ese conflicto es que Putin utilice armas nucleares tácticas, pese a las fuertes advertencias de las fuerzas occidentales. 

Una nueva era nuclear surgió con el fin de la Guerra Fría y con los programas de Irán y Corea del Norte. Nunca ha existido evidencia contundente para demostrar que Irán quiere desarrollar armas nucleares. El Derecho Internacional garantiza la libertad de los Estados de desarrollar programas pacíficos de energía nuclear si se aceptan las verificaciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU. Teherán afirma perseguir solamente un programa pacífico de energía, que de hecho es el corazón de las negociaciones de esta nación con varias potencias occidentales. Corea del Norte, sin embargo, sí ha desarrollado entre 30 y 40 bombas, mientras progresa con su programa de misiles.

En este punto puede ser necesaria una explicación. Son cosas aparte el desarrollo de misiles y la construcción de armas nucleares. Un Estado podría tener armas nucleares sin tener misiles, y varios Estados tienen misiles sin cabezas nucleares. El misil es básicamente el vehículo a través del cual se dirige una cabeza nuclear contra el enemigo. En teoría, una de estas bombas podría infiltrarse por tierra y detonarse dentro del territorio del enemigo, pero esto supone un sinnúmero de dificultades logísticas y riesgos que hacen impensable el escenario. Por la distancia, los misiles son el vehículo ideal.

El desarrollo de misiles por Irán y Corea del Norte llevaron a George W. Bush a cambiar la visión de Estados Unidos sobre su doctrina nuclear. Desde su punto de vista, la disuasión no sería suficiente para confrontar estos nuevos enemigos, sino que se hacía necesario robustecer los sistemas de defensa. Se retoma la idea, existente desde la Guerra Fría, de fortalecer escudos antimisiles con la capacidad de derribar cualquier misil entrante al espacio nacional. Pero esto exigió el retiro de Estados Unidos del Tratado sobre Misiles Antibalísticos de 1972, firmado junto con la Unión Soviética, que prohibía ese tipo de desarrollos.

Irán aún no cuenta con un misil que tenga el alcance para impactar el territorio continental de Estados Unidos, pero Corea del Norte sí. Inicialmente alcanzaba Hawái, Alaska y la costa de California, pero recientes desarrollos apuntarían a lugares más allá de la costa occidental. El problema es que Putin manifestó sentirse vulnerado por el retiro de Washington de este tratado y argumentó verse forzado a desarrollar nuevas armas nucleares. En teoría, dichos escudos romperían la condición de disuasión mutua existente entre ambos países.  

Una bomba 'sucia' utiliza explosivos convencionales para propagar

En un evento público realizado en 2018, el presidente ruso explicó cuáles serían esos nuevos desarrollos. Entre ellos, misiles que alcanzan cualquier lugar en el mundo, viajando a velocidades superiores, con trayectorias cambiantes imposibles de determinar, a una altura baja evitando detección, o que puedan navegar debajo del mar, en cualquier dirección, para luego salir a impactar. Estos serían cambios significativos, ya que los sistemas de defensa tienden a funcionar calculando trayectorias balísticas de misiles desde el momento en que son disparados.

La guerra en Ucrania despierta el miedo de lo que podría ser el primer uso de un arma táctica nuclear en el campo de combate, y con ello una nueva era en la estrategia nuclear de los Estados. Es difícil predecir, con toda certeza, si Putin está realmente dispuesto a dar este paso, pero algunos elementos levantan sospechas.


En Nagasaki se celebró, en agosto, un memorial con motivo del aniversario número 77 del bombardeo nuclear a esa ciudad japonesa, ocurrido en 1945. En la foto, uno de los monumentos en el Parque de la Paz que puede visitarse en la urbe. 

La guerra no le ha salido nada bien al Kremlin, y en un escenario de desespero o para darle vuelta a una situación adversa, podría motivarse el uso. La idea de realizar, a propósito, un escalamiento que lleve al máximo punto de tensiones, justamente para forzar a todos los actores a negociar y reducir las tensiones, podría ser también una causa. Hace unas semanas el Gobierno ruso manifestó tener información sobre un supuesto plan de Ucrania para detonar una bomba sucia en Moscú, que Kiev rápidamente salió a desmentir. Una bomba sucia es un dispositivo que utiliza explosivos convencionales para propagar una contaminación radiológica, con uranio o plutonio como posibilidades, sin ser equivalente a una bomba nuclear. Esta bien podría ser una excusa construida por el Kremlin para justificar el ataque.

La gran pregunta es, ¿cómo responderían ante tal hecho los demás países? Una respuesta con arma nuclear, de quien provenga, escalaría más la tensión y nos pondría en el borde del uso de armas más potentes, no solo tácticas, sino estratégicas, aquellas que destruyen ciudades. Pero algún tipo de respuesta debería darse. ¿Llegaría la guerra a Moscú, así sea por medios convencionales? ¿Tomaría fuerza la estrategia para un cambio de régimen en el Kremlin? ¿Cómo actuaría China? ¿Qué pasaría con la economía mundial? ¿Presionarían todos por un acuerdo diplomático? Como siempre, en eventos de gran complejidad global, es difícil saberlo.

Por otro lado, la amenaza coreana se mantiene. Más allá del territorio continental estadounidense, las preocupaciones se centran en Corea del Sur y Japón. En las pruebas que realizó el Gobierno de Kim Jong-un en octubre, los misiles sobrevolaron las islas japonesas demostrando un verdadero riesgo para esa nación.

A diferencia del caso ucraniano, sin embargo, no existe una situación de guerra activa entre Corea del Norte y sus enemigos, con la conducción de operaciones militares. En esta coyuntura no tendría lógica la utilización de armas nucleares tácticas por parte de Pionyang. No es claro si el Estado ha avanzado tecnológicamente en la construcción de bombas con una capacidad de destrucción controlada, y su arsenal es mucho más pequeño que los de Estados Unidos y Rusia (con alrededor de 5.000 bombas cada uno). La lógica en este caso indicaría que la dinámica es más de disuasión estratégica: evitar que Washington y sus aliados en la región se lancen en una operación para cambiar el régimen en Pionyang. Kim Jong-un debe tener claro que lanzarse en un primer ataque en contra de sus enemigos representa, con certeza, su fin.

Sin embargo, como siempre en política internacional, las predicciones difícilmente son acertadas. Los dos casos actuales generan preocupación a nivel global, con razón, y nos permiten ver que la emergencia de nuevas eras nucleares sigue siendo posible.

*Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario, con estudios de seguridad y defensa. Ph. D. de la London School of Economics.