Fotografía: Sebastián Jaramillo
5 de Julio de 2013
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Las tres hacen radio y televisión. Las tres son bonitas, tienen carácter y son exitosas. Las tres madrugan todos los días a informar a los colombianos. Y sin embargo sus vidas no pueden ser más diferentes. A continuación lo que usted no sabe sobre cada una de ellas.

Por Redacción Revista Credencial

Mabel Lara, Vicky Dávila y Camila Zuluaga ¡Completísimas!

Vicky Dávila
“Siempre he sido aventada”

Los colombianos la escuchan todas las mañanas en La FM y la ven todas las noches en el Canal RCN: presenta las noticias y se encarga de ponerle picante a ‘La cosa política’.

Son las dos de la tarde. Abajo, Bogotá está en pleno desorden. Arriba, en su apartamento, Vicky duerme. Las cortinas están cerradas y ella está en piyama recuperando horas de sueño. Se levantó a las cuatro de la mañana y, aunque anoche se acostó a las once de la noche, sólo se durmió a las doce. Así es siempre: sólo cuatro horas de sueño. De ahí que, sagradamente, necesite de una hora u hora y media (de dos a tres o tres y media de la tarde) para recargar energías. Después se levanta y corre al Canal RCN. Entonces presenta el noticiero de las siete de la noche completamente fresca: está lista para contar tragedias, una que otra buena noticia, improvisar y entrevistar en directo sin que se le noten para nada los nervios (que, aún hoy, más de veinte años después de su primer ‘en directo’ en Telepacífico, todavía la invaden cuando en el estudio gritan “¡Al aire!”).

Sí, de lunes a viernes se levanta a las cuatro de la mañana, les da un beso a su esposo y a sus hijos, que todavía duermen, y sale disparada, lonchera de Hello Kitty en mano. A eso de las cinco o cinco y media su voz suena por primera vez en el día en La FM. Desde hace casi siete años es la directora. El noticiero va hasta las once.

Después viene una reunión: habla con su equipo sobre cómo les fue hoy al aire y planean el programa de mañana. A las doce y media sale para su casa, almuerza con su hijo Salomón, que tiene un poco más de un año, le cambia el pañal, juega con él, lo consiente, y a eso de las dos, se va a la cama. Bogotá bulle y ella duerme.

“Necesito esa pausa porque si no la lengua no me funcionaría a las siete de la noche —dice—. Mi día arranca dos veces: una a las cuatro de la mañana, y otra a las tres y media de la tarde. A esa hora me visto para presentar el noticiero y me maquillo yo misma. Llego al canal, me pongo a cuadrar los temas de La cosa política; si tengo algún dato chévere, lo meto. Y arranca el noticiero. Uno ya sabe cuáles son los tema gruesos: por La FM ya sabe cómo se está moviendo el día. Se acaba el noticiero y nos ponemos a trabajar en La cosa política de las doce. A mi casa estoy llegando a las nueve y media. Mis hijos —Salomón y Simón— y Jose, mi esposo, me están esperando. A esa hora acabamos las tareas de Simón (de doce años), y cambio y le doy el último yogur a Salomón y lo hago dormir. A las once me pongo a conversar con Jose y a las doce, entonces, nos dormimos”.

En 2001, el periodista Juan Carlos Ruiz, su primer esposo y padre de Simón, murió a causa de una malformación arteriovenosa. Vicky dice: “Simón, mi hijo mayor, tiene entonces dos papás: Jose y Juan Carlos, que está en el cielo y nos cuida a los cuatro. Simón le dice papá a Jose. Recuerdo que a Simón lo bautizamos el día que a Juan Carlos le dijeron que estaba enfermo. Han pasado doce años y creo que he cumplido: cuando él estaba en sus últimos momentos yo le dije: ‘Pongamos esto en manos de Dios. Si no se va a recuperar se puede ir tranquilo porque yo me voy a encargar de hacer de Simón lo que usted y yo queríamos que él fuera’, y siento que, gracias a Dios, le he cumplido”.

¿Cantante, ingeniera, monja y…?

Quiso ser monja, dio clases de religión, estudió dos semestres de Ingeniería Industrial en la Universidad del Valle y soñó con ser cantante. “No soñé —corrige—: fui cantante. Estudié gramática musical y solfeo. La primera vez que salí en televisión fue cantando, en un programa de Jota Mario Valencia, a los doce años. Hasta alcancé a grabar un disco. Pero cuando tenía 21 años y ya trabajaba en periodismo, empecé a sentir pena de cantar y de ir a las presentaciones, porque ya deseaba dedicarme sólo a esto. Ahí se acabó mi carrera musical”.

Pero usted casi fue Marbelle.
-Estaban haciendo el casting para crear a Marbelle y yo fui. Canté Traicionera. No sé si fui finalista o no. Lo cierto es que obviamente la elegida fue mucho mejor que yo.
¿Y le hubiera gustado dedicarse al canto?
-A veces pienso que quisiera tener otra vida para hacer otras cosas, porque este oficio te castra: no se ve bien una periodista cantando, afecta la credibilidad. Entonces necesitaría otra vida para poder ser cantante y actriz.
Pero en la presentación de La cosa política saca algo de su faceta ‘actoral’.
-Sí, es una forma de sacar una parte de mí. Porque soy extrovertida, risueña y alegre, aunque tengo fama de brava. Pero más bien soy estricta. Si eso es ser brava, entonces sí soy brava… Soy disciplinada y responsable.
¿Y el estrés de dirigir La FM la pone de mal genio?
-La radio es muy estresante: hay que hacer una cantidad de funciones, presentar, hacer entrevistas, decir qué sigue y qué no va, revisar periódicos… Es pilotear un avión. Pero hacer radio me fascina. La radio permite hablar diferente, expresar la opinión. Es más, si me tocara escoger entre presentar el noticiero y dirigir La FM, prefiero dirigir La FM.
¿Los periodistas deben ser imparciales?
-Lo de la imparcialidad no es que sea difícil. ¡Es una mentira! No existen los periodistas netamente objetivos. Cada periodista le pone su toque, sus sentimientos, su día, según cómo esté. Las noticias a veces se ven influidas por cómo amaneció uno.
Su carrera ha sido muy exitosa. ¿Por qué?
-Ha sido una cuestión de impulso. Vengo de un hogar muy humilde, pero tengo unas aspiraciones muy grandes desde chiquita. Nunca pensé que no iba a poder estudiar o algo así, me parecía que eso era natural. He tenido muchas bendiciones y he encontrado muchas oportunidades en mi carrera. Yo era una niña talentosa, pero no era nadie: sin apellidos, sin padrinos, ni heredera. Pero siempre sentía que yo ‘sí era’, que sí podía, porque estaba convencida de que tenía el talento. He sido aventada; tanto así que durante seis meses fui corresponsal en Washington sin saber inglés. Y me defendí.

      

Mabel Lara
“En radio hay que tener un tacto tenaz”

Esta caucana de 32 años, que está esperando su primer hijo, no sólo es una de las presentadoras estrella de Noticias Caracol. Hace unos meses se estrenó en la radio, y ya empieza a imponer su estilo propio.

En un fin de semana de 2008 le cambió la vida. Meses atrás, había entrevistado al periodista y artista Mauricio Gómez en Telepacífico. La entrevista no duró más de cinco minutos. Pero él quedó impresionado con su profesionalismo y su capacidad de improvisación. Tanto así que apenas terminó la conversación, y mientras pasaban los comerciales, le dijo: “¿Me puedo llevar unas imágenes tuyas para Bogotá?”. Ella le dijo que sí. Vino entonces una larga negociación con un canal y con el otro, hasta que de pronto obtuvo un sí de Caracol. Entonces un fin de semana se vio empacando y dejando atrás siete años de trabajo en Telepacífico. Era la nueva presentadora de un noticiero de difusión nacional.

“Yo sí sabía que en Telepacífico no me iba a quedar, que las puertas algún día se iban a abrir. Pero siempre pensé que iba a terminar haciendo periodismo en Estados Unidos y no aquí. Para mí el país estaba muy cerrado a un perfil como el mío, y lo digo étnica y culturalmente. Las estructuras de las presentadoras hace cinco años eran muy rígidas, inexpresivas, y yo era muy suelta; tenían que abrocharme, calmarme —dice. Entonces, ante la pregunta que queda en el aire, aclara—: No, racismo nunca he sentido. Pero sí sentí y siento que el país es muy cerrado, muy miope, no se abre a las negritudes. La excusa que dan para no contratar más presentadoras de color es que dizque no están suficientemente preparadas. Mentiras. Si estás interesado, prepárala, fórmala… Ya me empieza a tallar un poco que me llamen la negra de las noticias. Al principio lo aproveché, era una estrategia para que el país me conociera. Pero también soy periodista. Soy negra, y amo profundamente serlo, pero soy más que eso. Digamos entonces que no hubo racismo, pero sí sentí resistencias culturales. Por ejemplo, la gente cree que por ser yo negra y caucana, fui muuuuuy pobre y vengo de una casita desbaratada al borde de un río, cuando soy una mujer de clase media colombiana que se preparó, como otras miles o millones, una mujer que vivió en condiciones normales”.

Nació en Puerto Tejada, y dejó el pueblo cuando tenía cinco o seis años. Se crió junto a su familia en Cali, pero durante muchos años regresó todos los fines de semana y todas las vacaciones. Le brillan los ojos cuando habla de caminar descalza por las calles de Puerto Tejada, visitar a la abuela, entrar a las casas cuyas puertas siempre estaban abiertas y jugar en los patios inmensos llenos de grosellas. Hace tres años no va, y se muere de ganas por volver. Pero también ama a Cali: allí estudió, allí están su casa y sus amigos del alma. Cuenta que tiene el corazón partido entre estos dos lugares, y para evitar problemas dice: “No soy ni valluna ni caucana; soy verdaderamente valle-caucana”.

No sólo presenta las Noticias Caracol del mediodía, sino que lleva unos buenos meses siendo la gran voz femenina en Blu Radio. Al respecto cuenta que…

En primera persona

“A las cuatro de la mañana me levanto, reviso los periódicos, internet y Twitter. Llego a Blu, preparo mi introducción, que es siempre sobre el tema del día, y salimos al aire. Son cinco horas, desde las cinco hasta las diez. Bajo, entonces, al canal (que queda en el mismo edificio que la emisora), me maquillo, preparo el noticiero y hago la emisión del mediodía. Almuerzo (mi empleada es del Cauca y me prepara lonchera); después me voy para mi apartamento y trato de desenchufarme leyendo (desde que estoy embarazada, trato de hacer siesta: difícil). A las cinco, desde la casa, tengo consejo de Blu. Y a las nueve y media me acuesto a dormir. Los fines de semana duermo dizque hasta tarde: ¡hasta las seis de la mañana!

“Yo había hecho un poquito de radio con Julio Sánchez en La W, pero de todos modos aquí me siento comenzando, en pañales, y eso que ya me estoy saltando. En televisión hay breaks que te ayudan a pensar y está el telepronter. En Blu no sólo contamos las noticias, sino que también opinamos, y hay que tener un tacto tenaz. A veces la gente me dice: ‘Te queremos oír más, ¿por qué no participas más?’. Pero el que mucho habla, mucho se equivoca.

“En radio la que habla es Mabel, no es un rol. Es más, Néstor Morales, el director, tiene clarísimo que me apasiona el tema de minorías, pero que no me gusta hablar de eso. Entonces le encanta poner el tema y me hace pelear y debatir”.

No, no sólo le apasionan las minorías negras, le apasionan todas: se emociona hasta las lágrimas cuando habla de las tragedias que tienen que vivir los seres humanos y que ella tiene que contar todos los días en la radio y la televisión. Por eso —dice— siempre tiene dos caminos en frente: uno, continuar con su exitosa carrera periodística; otro, dedicarse a lo social.

“Sí, todo el tiempo estoy pensando en dejar lo que hago y dedicarme a lo social, pero nunca es el momento —asegura—. Hay una carrera profesional que amo, pero cuando reflexiono sobre lo que me mueve y me hace llorar y me emociona, pienso en lo social. Tengo que responder a ese llamado que toda la vida he sentido”.

¿Y ha ido más allá del llamado? ¿Ha trabajado en proyectos sociales?
-Sí. Empecé en el Cauca con campesinos y mujeres indígenas, trabajando en temas de comunicación; después asesoré a alcaldes en temas de desarrollo; luego me vinculé a una fundación en temas de liderazgo con estudiantes, comunidades y niñas embarazadas. También trabajé con otras fundaciones, en temas de comunicación, visibilidad y rompimiento de estereotipos, y es increíble la felicidad que siento cuando las notas que hablan de las comunidades del Chocó y el Cauca no son sólo de violencia. Y tengo algunos ahijados en algunas poblaciones, son niños.
¿Y el periodismo?
-Amo la reportería, amo lo que hago. Ya veremos qué nos depara el destino.

                    

Camila Zuluaga
“Mi estilo es muy duro”

A los 28 años no sólo es la periodista que pone en aprietos a los entrevistados en La W. También tiene un programa de televisión y publica una entrevista semanal en ‘El Espectador’.

Sus amigas le dicen que hay dos Camilas: una, la de 28 años, delicada y amigable, y otra, la señora periodista de La W, que es una tromba: la que confronta a los entrevistados, les pelea y genera amores y odios. ¿Cuál es la real?
Ella responde: “Al comenzar, hace cinco años, yo pensaba: ‘Lo más fácil es hablar de sexo, ser la picante del paseo’. Pero eso ya lo había. Entonces decidí ser todo lo contrario: la rigurosa, la apasionada por los temas judiciales. Construí ese personaje. Sí, claro: hay algo, un toque, de actuación en el personaje que edifiqué, lo que no quiere decir que no tenga mucho de mí”.

Algo habrá en todo esto de su paso por Padres e hijos, serie de la que hizo parte cuando tenía doce años, y del carácter fuerte que acepta tener.
Pocos la reconocen en la calle. Conocen su voz, sus preguntas incisivas, los debates que genera, pero la mayoría no tiene ni idea de que esa jovencita que les acaba de pasar por el lado es una de las periodistas protagónicas del programa radial mañanero con el que millones se levantan. Terminó en La W gracias al ojo de Julio Sánchez Cristo. Camila había trabajo en Las 40 principales y en MTV latino, Andrés Nieto la recomendó, Julio le hizo algunas pruebas, durante un tiempo trabajó en el programa de la tarde y de pronto Sánchez la terminó sentando en la mesa principal de la mañana. Fue entonces cuando ella decidió crear el estilo que la ha hecho famosa. Reconoce que aprendió mucho de Félix de Bedout, quien también les daba duro a muchos de sus entrevistados. “Pero no fui ni soy su remplazo —aclara—. Hay diferencias… Y bueno, él es irremplazable”.

Los sentimientos que genera tienen sus costos. Claro, muchos la adoran, y otros, aunque no la quieran mucho, sintonizan La W sólo para escucharla: un sentimiento de amor y odio. Pero también están los que se han sentido destapados, acusados; los que se han hecho un nudo tratando de responder a sus cuestionamientos: aquellos que, tras una pregunta de Camila, han quedado al aire… bueno, como unos zapatos.

“Es difícil confrontar todo el tiempo —dice al respecto—. Desgasta. La presión que se tiene encima es bien fuerte, sobre todo ahora que existen las redes sociales y hay tanta sinergia entre el comunicador y el oyente. Todo el día te dan palo. No hay nadie más duro que el oyente… Además, comienzan a hablar de ti, inventan. Hay dos maneras de desprestigiar a un ser humano, y en Colombia son bastante comunes: de las mujeres dicen que son putas y que se acuestan con quién sabe quién, y de los hombres dicen que son gais. Ah, y de los periodistas dicen que recibimos plata. Para manejar eso hay que endurecer el cuero. Pero ha habido momentos en los que me han dado muy duro. Además, estamos en un país en el que se ha vuelto costumbre contratar personas para hacer campaña sucia. Dicen: ‘Nos vamos a tirar en Fulanito’, y se lo tiran por todos los lados…”.

Después añade: “Un día, hace un año, cuando mi mamá y mis amigos no paraban de llamar a contarme todo lo que estaban diciendo de mí, le dije a Julio que no aguantaba más. Él me contestó: ‘Deja de ser tan pendeja, no pares bolas: estás haciendo tu trabajo bien, eso es lo que importa’”. (Valga decir que Julio no se cansa de repetir que no le extrañaría que Camila terminara de jefa suya, a lo que ella responde diciendo que no entiende de dónde saca Sánchez semejante idea).

¿Pero de todos modos a veces no siente que sí es verdad que se pasa con lo duro que les da a los entrevistados?
-Mi estilo sí es muy duro. Mi papá un día me llamó y me dijo: “Hoy te escuché y sentí pena de ser tu papá”. Por esos días mis amigos también empezaron a decirme: “Cami, bájale; no tienes por qué agarrarte con todo el mundo”. Y desde ahí empecé a hacer un esfuerzo, y le he bajado. Pero mucha gente se quedó con la idea de que uno es muy fuerte e histérico; sin embargo he hecho un trabajo importante para calmarme, claro que a veces hay unos personajes con los que es difícil…

También le critican que todo el tiempo usted está opinando.
-Hice mi tesis sobre Habermas (es politóloga de los Andes). Él decía que es más objetivo quien te informa cuál es su opinión que quien no lo hace y supuestamente sólo se limita a informar. Por el contexto histórico y social que todas las personas han vivido, todo el mundo tiene una opinión. Todo periodista tiene una inclinación. Si la gente conoce cuál es mi visión, sabe por dónde tomar la noticia y no hay engaños.

Sin parar

Se levanta a las 4:45 de la mañana. Una hora después está en los estudios de La W. A las seis está al aire y el programa termina a la una de la tarde. A esa hora normalmente sale pitada a almorzar con alguna de sus fuentes.

Las tardes las dedica a… Ay, a tantas cosas: a entrevistar a algún personaje para El Espectador (o transcribir la entrevista); o las ocupa en el consejo de redacción o la grabación de Puntos cardinales, el programa que tiene en el Canal Claro. Siempre hay algo. Normalmente, a las 9:30 de la noche está acostada, y a las diez, dormida.

“Hacer las entrevistas para El Espectador me ha enseñado mucho, porque nunca había hecho periodismo escrito. Siempre son sobre un tema coyuntural. El periodismo escrito es distinto, hay que tener más rigurosidad porque finalmente lo escrito, escrito queda. Es algo que me ha tocado aprender sola. Y Puntos cardinales es un programa para gente joven que se quiere informar, de manera entretenida, de lo que está pasando. Ahí mi personaje es diferente. En radio puedo sonar un poco más vieja; en Puntos Cardinales soy yo. Construyo el tema, decido las personas que se van a entrevistar y presento. Es, digámoslo así, MI programa”.

¿Y el futuro? “Me veo con hijos. En lo laboral no pienso. Sólo estoy preocupada por hacer las cosas bien hoy. En la medida en que sea así, irán llegando nuevas oportunidades, ¿no?”.

                                    

2 que triunfan afuera

En enero de 2011, Daniel Coronell fue nombrado vicepresidente de noticias de Univisión. Al respecto cuenta: “Los periodistas colombianos han tenido prestigio en este país desde hace muchos años. No es algo que hayan traído a Isaac Lee (bogotano, presidente de noticias de Univisión) o a mí. Aquí aprendo todos los días. Me encanta la preproducción de cada proyecto, la tecnología disponible, el acceso a la información pública, el debate interno y permanente en la redacción. Termino cada día rendido pero estoy aprendiendo (y un poco creando) una nueva forma de hacer este oficio. Cuando tenía ocho años, mi mamá me regaló un Estralandia: cada mañana tenía el reto de armar algo nuevo y diferente con las mismas piezas. Algunas veces lo logré. Estoy recuperando esa sensación”.

En marzo de 2012, Clara Elvira Ospina asumió la dirección periodística de América Televisión y Canal N, dos monstruos de la información peruana. Hace poco declaró a la revista Elenco: “No he sentido que les choque que sea colombiana. Al contrario: en Perú gustan de los colombianos, dicen que somos muy amables. Hice la tarea en Colombia, todo el proceso, y llega un momento en que uno comienza a repetirse. Acá hay mucho por hacer y mucho por aprender. Cuando tienes la posibilidad de asumir una tarea tan importante fuera de tu casa, también comienzan a mirarte desde otros países. No sé si viviré siempre en Perú. De pronto después en México les interese mi experiencia o en Argentina o en otra parte”.