Wolf Vostell, Le Choc, 1990, Aprox. 0,86x1,2m, Foto b.n.  entelada Maderas, Masacaras Hormigon y Televisor.
Wolf Vostell, Le Choc, 1990, Aprox. 0,86x1,2m, Foto b.n. entelada Maderas, Masacaras Hormigon y Televisor.
25 de Septiembre de 2015
Por:
Fernando Gómez Garzón, editor.

Desde que el arte desbordó los lienzos y se apropió de los más extraños dispositivos, ya no se sabe a ciencia cierta qué es arte y qué no. La Feria de Arte de Bogotá, que se celebrará entre el 1° y el 4 de octubre, dedicará una sección completa a los referentes del arte moderno que ayudan a comprender el presente. Cuando faltan 6 días para que arranque, les dejamos esta guía para entender ARTBO. 

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Guía para entender ARTBO

El año pasado, la Feria de Arte de Bogotá (ARTBO) celebró su décimo aniversario con una afluencia de más de 30 mil espectadores, suficientes para llenar un estadio. Lo que en un principio parecía ser un certamen especializado, que convocaba a coleccionistas, curadores, directores de instituciones y otros profesionales del sector, se ha transformado en un espectáculo de multitudes, como el rock.

A los conocedores, que llegan derecho a la galería que representa la obra del artista que buscan, se les ha sumado, año por año, un público diverso que incluye estudiantes, artistas emergentes, inversionistas desprevenidos y transeúntes curiosos; todos en el plan de empaparse, así no sepan mucho, de ese intercambio cultural alrededor del negocio y el devenir del arte nacional e internacional.

La undécima edición, que se llevará a cabo entre el 1º. y el 4 de octubre próximos, promete no ser la excepción. Participarán 30 ciudades del mundo, representadas en 84 galerías, entre estas 15 colombianas; y alrededor de 400 artistas, representados en más de 2.500 obras. Si los números abruman, la diversidad de los medios que los creadores utilizan para construir su obra, también. Si algo ha caracterizado a ARTBO es su carácter vanguardista, que le permite juntar en una sola sala pintura, escultura, fotografía, sonido, video, instalación y performance, y a veces una combinación de varios. Quien no esté familiarizado con los lenguajes modernos, puede sentirse fácilmente perdido.

Este fue uno de los resortes que impulsaron a María Paz Gaviria, directora de la feria desde hace cuatro años, y a sus colaboradores, en virtud de la consigna de la Cámara de Comercio de Bogotá, creadora del evento, de formar públicos, a incluir desde el año pasado una sección que les permita entender a los visitantes el contexto en el que se mueve el arte que están observando en cada galería. La bautizaron con el nombre de Referentes y fue una de las secciones más exitosas de 2014. “Lo maravilloso de Referentes es que le da solidez histórica a la feria” –comenta María Paz–. Puedes ver esos quiebres históricos que nos llevan a comprender lo que hoy es el arte contemporáneo”.

Joaquin Torres-Garcia - Constructivo con Mascaras

Puntos de quiebre

Funciona de la siguiente manera: un curador (uno distinto cada año) selecciona entre las galerías participantes la obra de artistas insignes que, por su transgresión y su originalidad, hayan marcado un momento clave en la historia del arte, servido de punto de partida a nuevas exploraciones o influenciado a las nuevas generaciones. En palabras de la curadora de este año, Ana María Lozano, “Referentes apunta a mostrar figuras del arte latinoamericano, colombiano y de otras latitudes, que marcan un cambio de eje y han determinado los derroteros del arte moderno y contemporáneo”.

El período escogido por Lozano va de 1920 a 1980, por una razón precisa: “Estamos tratando de ver los gérmenes de una transformación en el lenguaje del arte, de unos cambios en las maneras de proceder del artista, y de la obra misma”.

En sus indagaciones, Lozano ha encontrado en las galerías verdaderas joyas, todas, por supuesto, en venta. De Latinoamérica, para empezar, obras de tres uruguayos fundamentales para su época: Joaquín Torres García, uno de los padres del constructivismo y figura emblemática de comienzos del siglo XX; Pedro Figari, contemporáneo de Torres, y Carmelo Arden Quin, creador del grupo argentino Madí, a mediados del siglo XX, que abogó por la invención pura como única consigna de la creación, más allá de los amarres del arte representativo.

De Brasil, dos piezas de Cildo Meireles, uno de los padres del arte contemporáneo, si es que todavía es lícito definir tal cosa. Meireles supo llevar (aún lo hace) el arte conceptual a su genuina expresión. Entre 1970 y 1980 respondió a la realidad coercitiva de su país con obras que abordaban temas políticos y sociales. Para ello, no solo se valió de objetos cotidianos, como billetes y botellas, sino que los puso a circular, de tal forma que la obra no fuera el objeto en sí, sino la interacción que provocaba.

De él es famosa una intervención titulada “Inserciones en circuitos ideológicos”, dentro de la cual una de sus dinámicas fue reetiquetar botellas vacías de coca-cola con letreros como “Yanquis go home”. Los envases, reciclados por la embotelladora y vueltos a llenar, eran de nuevo distribuidos a las tiendas. “Es sencillo, pero brillante –comenta Lozano–. Meireles la devolvió a la embotelladora, y la misma Coca-Cola se encargó de distribuirla. Es como si les dijera: “ustedes mismos distribuyen la forma como yo me resisto a ustedes”. Esto marca un hito en el arte del planeta. Él abrió esa compuerta y ahora tiene miles de continuadores, de artistas que hacen ese tipo de intervenciones, incluso en Colombia, en TransMilenio, por ejemplo”. Otra obra célebre de Meireles es la instalación “Cómo se construye una catedral”: un suelo rectangular repleto de monedas, unido a un cielo repleto de huesos por una delgada columna de hostias.

A ARTBO llegarán dos piezas de la serie “Inserciones en circuitos ideológicos” relacionadas con el dinero.

Por Argentina aterrizarán varias obras de Roberto Jacoby, famoso por su cartel callejero con la imagen del ‘Che’ Guevara acompañada del letrero “Un guerrillero no muere para estar colgado en la pared”. Inconforme con el sistema, Jacoby inventó el proyecto Venus, mediante el cual buscaba reivindicar el valor del trueque frente a la voracidad del capitalismo.

 

Roberto Jacoby - Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared (1968). 

Y por Chile, un video-performance de los años setenta de la chilena Lotty Rosenfeld, referente obligado de los nuevos lenguajes artísticos latinoamericanos.

“Si yo, como público, entro a Referentes, voy a encontrar momentos seminales en los cuales los artistas hicieron un giro importante, una transgresión que hizo eco y después fue abundantemente investigada y seguida”, insiste Lozano.

¿Y por Colombia?

 

En el caso colombiano, es emblemático el ejemplo del antioqueño Adolfo Bernal (1954-2008), a quien después de su muerte los investigadores han empezado a reconocerle su enorme resonancia en el arte contemporáneo con una obra que en su momento era, según Lozano, deliberadamente ignorada. “Lo bonito es que este tipo de reivindicaciones está sucediendo en toda Latinoamérica. Nos formamos admirando a los conceptualistas norteamericanos y al movimiento Fluxus alemán, etcétera, pero ignorando lo que se estaba haciendo en Colombia y en Latinoamérica en términos de piezas transgresivas. En este sentido, no era importante Bernal, pero sí Joseph Kosuth, por ejemplo, un radical de los años sesenta y setenta. Ahora estamos estudiando a esos pioneros que determinaron nuestro presente”.

Bernal, que renegaba del arte comercial y se expresaba, como Jacoby, por medio de carteles callejeros con los que inundaba toda la ciudad, representará a Colombia al lado de artistas “clásicos” como Débora Arango, Édgar Negret, Ana Mercedes Hoyos, John Castles, Carlos Rojas, Feliza Burstein y Guillermo Wiedemann; y de otros no tanto, como María Evelia Marmolejo, pionera del performance en el país.

Todas estas obras latinoamericanas dialogarán contextualmente con creaciones similares europeas, como las del alemán Wolf Wostell, uno de los integrantes del célebre movimiento Fluxus, que protestó a su manera contra la mercantilización del arte con expresiones que ellos mismos denominaban “antiarte”; el rumano Ion Grigorescu y la alemana Hanne Darboven, cuyas obras alrededor de la contabilidad, los listados, los archivos y, en general, cualquier tipo de numeraciones “de manera un poco neurótica”, aclara Lozano, la ha convertido en una celebridad entre los expertos.

“En Referentes ­-para concluir-, uno no solo ve los cambios de paradigmas en el arte, sino en la definición de qué es un artista, de qué es una obra de arte, e incluso en qué es el público. Si uno pone atención, puede ‘atar cabos’ con lo que va a ver en las galerías del arte de hoy. La hipótesis es yo entiendo el presente cuando entiendo el pasado”, termina la curadora. Y eso que todavía faltan las sorpresas, que no suelta porque no las tiene plenamente confirmadas.